sábado, 20 de abril de 2024

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº36 (20.4.2024)

 

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº36 (20.4.2024)

PARTIDO OFICIAL Nº 3648

 SD HUESCA 1-2 REAL ZARAGOZA

1-0, min. 19: Loureiro

1-1, min. 35: Liso

1-2, min. 45: Maikel Mesa

Ficha técnica:

SD Huesca: Álvaro Fernández; Nieto, Loureiro (Javi Mier, 68), Pulido, Vilarrasa; Sielva, Kortajarena (Bolívar, 68), Javi Martínez; Valentín (Tresaco, 82), Elady (Obeng, 61) y Joaquín (Hugo Vallejo, 61).

Real Zaragoza: Edgar Badía; Fran Gámez, Mouriño, Lluis López, Francés, Lecoeuche (Zedadka, 46); Aguado, Moya; Maikel Mesa (Grau, 65); Azón (Jair, 86) y Liso (Valera, 76) .

Goles: 1-0, min. 19: Loureiro. 1-1, min. 35: Liso. 1-2, min. 45: Maikel Mesa

Árbitro: Ávalos Barrera (Comité de Cataluña). Mostró amarillas a Liso (10’), Loureiro (59’), Mouriño (67’), Edgar Badía (71’), Zedadka (75’), Obeng (75’) y Bolívar (89'). Expulsó por doble amarilla a Mouriño (85’) y por roja directa a Sielva (94')

Incidencias: Partido de la jornada 37 jornada de liga en Segunda División jugado en el estadio de El Alcoraz Hubo 9.000 espectadores -lleno total- en una noche agradable. Más de 300 zaragocistas acompañaron a su equipo. Césped en perfecto estado.

SD Huesca 1-2 Real Zaragoza

62.6 % Posesión 37.4 %
3 remates dentro 4
0 disparos bloqueados
34 remates fuera 41
9 disparos recibidos 6
3 tarjetas amarillas 3
1 tarjetas rojas 1
17 faltas recibidas 14
14 faltas cometidas 17
134 perdidas de posesión 115
37 recuperaciones de posesión 44
1 fueras de juego 3
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El Real Zaragoza se impone al Huesca y reina en El Alcoraz

En un inteligente y práctico partido, el Zaragoza se lleva el pulso aragonés y respira gracias a una victoria clave frente a un Huesca que se adelantó, pero que se fue deshinchando y enmarañándose.

La SD Huesca y el Real Zaragoza juegan este sábado el segundo derbi de la temporada, después de la victoria azulgrana de la primera vuelta en La Romareda.Toni Galán

Hay momentos que cambian vidas como los hay que cambian partidos. Adrián Liso tuvo el suyo en El Alcoraz. Le pegó la vuelta al pulso aragonés y, quién sabe, si a su carrera como futbolista, con un gol en el que solo él creyó, en el que sacó pundonor y fe porque al Zaragoza, en esos instantes, el fútbol le había abandonado. Después de que el Huesca se adelantara con un golazo de Loureiro y se estuviera imponiendo en el campo, el gol de Liso le dio la vida al Zaragoza. Lo puso directo hacia un triunfo que le da media salvación y rompe una histórica mala racha fuera de casa.

Si estos encuentros de rivalidad apasionada se juegan con la pelota, pero también con los miedos, la prudencia y la calculadora; Huesca y Zaragoza dejaron un choque de poder a poder. El Huesca tuvo sus buenos grandes momentos, pero los visitantes, resucitados por Liso y las fauces de Azón, supieron sufrir, jugar con madurez, crecer, y marcar los goles con puntualidad, como el decisivo penalti de Maikel Mesa en la antesala del descanso. Fue un duelo entretenido, de alternancias, con ocasiones, ritmo y todos los elementos habituales de las citas en las que Huesca y Zaragoza se miran a la cara.

El Víctor Fernández más ‘velazqueño’ le dio una capa de barniz previsor y conservador a su equipo, metiendo a Lluis López y Gámez en defensa y reformulando el sistema habitual a un 5-3-2 en el que Liso se emparejó con Azón como soldadesca en la delantera. Aquí Víctor se dejó condicionar por la pizarra flexible y camaleónica con la que Hidalgo instruye al Huesca. Suelen los oscenses intercambiar posiciones y espacios, y hacen de la amplitud y los carriles exteriores uno de sus rasgos, y el técnico visitante optó por la solución estándar de estos casos; el efecto espejo, replicar figuras. Hidalgo, por su parte, recuperó a Sielva y metió a Joaquín y Nieto, el comodín táctico de su equipo, de quien suele depender cómo ataca y cómo defiende. El Huesca empezó organizado con un 4-3-3 que, con balón, mudaba a un 3-5-2 en el que Nieto se infiltraba, sigiloso, en pasillo interiores del centro del campo. Pero esto cambiaría.

Al Zaragoza, nada más empezar, se le observaron las intenciones. Intentar atraer al Huesca y golpearlo con la caballería. El equipo ha ido evolucionando a ese tipo de fútbol, con los espacios como razón de ser más que la pelota. Un papel de antagonista, más recatado, alejado de la retórica histórica de su técnico, pero que eleva sus amenazas con gente como Azón o Liso en el campo. Ese vértigo permaneció latente, mientras el Huesca intentaba deshacer y fisurar ese parapeto. Fueron, los primeros minutos, un tanteo. Ambos equipos se escrutaron y se palparon los cuerpos, presionándose altos sobre el césped, hasta que el encuentro se aceleró con los goles y se transformó en un tiovivo. Al comienzo, la pelota la tenía el Huesca, muy líquido en su fútbol, dinámico e imprevisible, mientras el Zaragoza se atascaba, perdiendo balones gratis, con Maikel Mesa sin pies ni alma, como agujero negro.

No había actividad en las áreas, más allá de una escaramuza de Mouriño, con los rivales bloqueados, y Antonio Hidalgo, en el minuto 17, decidió intervenir, ajustando a su equipo defensivamente con cinco atrás y sujetando más a Nieto como tercer central. Un giro de tuerca con el que calibrar la tensión de su escuadra. No tardó en coger electricidad el Huesca: una carrera de Valentín no la culminó Elady por un pelo, perdiéndose la pelota fuera. La jugada fue un aviso. Un saque de esquina posterior fue el germen del gol oscense. En una sencilla acción de dos contra uno en corto, en una grave deficiencia defensiva del Zaragoza, provocó un balón suelto en el área al que Loureiro le dio una inapelable sentencia, reventando la pelota contra Badía, a quien el misil se le vino encima.

Con el Huesca en ventaja, el Zaragoza comenzó a tener problemas para generar y abrirse camino en el campo. Gámez chutó alto, una acción que más pareció un garabato en la trama del equipo visitante que una verdadera muestra de reacción. El Huesca, en esos minutos, ejercía de conjunto superior, manejaba los hilos, amagaba con contragolpes, se protegía mejor tras la pincelada de Hidalgo, tocaba por dentro y se estiraba por fuera… Jugaba con confianza, seguro, con gran aplomo. También ganaba los duelos y las segundas jugadas, el termómetro de este tipo de partidos calientes, entre rivales íntimos. Había más pierna en el Huesca… O eso pareció… porque Adrián Liso decidió invertir la lógica del encuentro. A base de músculo, de potencia, desbordó a Loureiro. Cayó al suelo, pero sacó su corazón y su legalidad. Lejos de quedarse tirado, se levantó, enfocó a Álvaro Fernández y lo encañonó. El portero se tragó el remate a lo grande.

Ese gol fue la vida para el Zaragoza. Lo fue casi todo. Tuvo un impacto emocional notable, mientras el Huesca se quedó congelado en el tiempo. Los visitantes, poco a poco, palmo a palmo, fueron tomando impulso, energía y pasión, alimentados por el fútbol furo, incesante y profundo de Liso y Azón. En el Huesca, Javi Martínez y Sielva comenzaron a desconectarse, y sus líneas a plegarse. En esas, al filo del descanso, Javi Martínez soltó un manotazo prescindible. Ávalos Barrera pitó falta, pero el VAR le gritó al auricular que, ojo, que igual era dentro del área. Lo era: Maikel Mesa facturó el penalti con un tiro 'a lo panenka', y puso el duelo patas arriba.

Al descanso, el Zaragoza reformó el carril zurdo, entrando Zedadka por Lecoeuche, muy tensionado ante Valentín, el arma principal del Huesca hasta entonces. Los de Hidalgo apenas variaron, más allá de volver Nieto a ejercer de centrocampista eventual. Salió mandón el Huesca, intentando superar el golpe de la primera mitad. Pero el partido cogía el color que más favorece a este Zaragoza: espacios, ida y vuelta, ritmos trepidantes y recorridos verticales… Muchos metros para las mandíbulas afiladas de Azón y Liso, dos tiburones sobre El Alcoraz. Ambos le dieron a la delantera del Zaragoza una nueva dimensión, con velocidad, esfuerzos largos, movilidad en todo el frente… Así, llegó una contra que acabó en los pies de Mesa allá donde más veneno escupe: la corona del área. Pero su tiro se fue al larguero tras rozarlo Álvaro. Ahí pudo llegar la sentencia.

El Huesca no respondía. Estaba vacío, desubicado. Hidalgo agitó el avispero con Obeng y Hugo Vallejo, con el objetivo de estimular su ataque. La respuesta de Víctor fue meter a Jaume Grau por Maikel Mesa. Más trabajo, más densidad defensiva, más posición… Faltaba mucho, más de 25 minutos, pero el Zaragoza ya se ponía la manta por encima. El reloj entró en juego, y, con él, también el control del pulso cardíaco, el manejo de los nervios, la administración de las prisas, el oficio para jugar mucho o poco… El Zaragoza supo moverse mejor en ese otro lado del fútbol y el Huesca iba picando todos esos anzuelos.

Hidalgo afiló más su equipo con Bolívar arriba, y retrasó a Sielva para pivotar sobre Javi Mier. Valera relevó a Liso… Bolívar la tuvo en una falta lateral. El juego, entre unas cosas y otras, entre un golpe a Badía, una trifulca con Obeng, entre todas esas pequeñas historias que escriben este tipo de jornadas, apenas tenía continuidad. El Alcoraz se inflamaba, se desesperaba. Hidalgo agotó sus cambios, con Tresaco en lugar de Gerard Valentín.

A partir de ahí, el Zaragoza se metió atrás. Optó por la resistencia, en achicar aguas y lodos… Mientras, el Huesca se tiraba con todo al área, haciendo de cada balón una tormenta sobre la defensa visitante. Y así Mouriño metió la pata a lo grande, y se llevó la segunda amarilla. Al Zaragoza le tocaba sobrevivir con uno menos a falta de cinco minutos, en su habitual periodo de agonías y lamentos. Jair entró para lo que mejor sabe hacer, por Azón. El destino estaba escrito. Obeng descerrajó un tiro que solventó Badía. Un par de centros se pasearon por el área del Zaragoza con mucho veneno. Ya en el suspiro final, Sielva se equivocó, cedió a Valera y lo paró con falta. Era el último hombre y se fue con la roja al vestuario. El Zaragoza ya tocaba la orilla. Obeng, solo en el área, se la alejó un poco. Aún tendría el Huesca, totalmente volcado, otra, con Javi Martinez… Un cierre intenso, alocado, volcánico del que el Zaragoza salió ganador

Remontada de permanencia

El Real Zaragoza asalta El Alcoraz y deja prácticamente resuelta su salvación. Liso, el mejor de la noche, y Maikel Mesa, de penalti, le dieron la vuelta al gol inicial de Loureiro.

El Real Zaragoza asaltó El Alcoraz en un derbi aragonés intenso, competido y emocionante hasta el final y deja prácticamente resuelta su salvación. El Huesca se adelantó por mediación del central Loureiro, pero el equipo de Víctor Fernández le dio la vuelta al marcador en el tramo final de la primera parte con goles de Liso, el mejor del partido, y de Maikel Mesa de penalti. Hacía seis meses y medio que el Zaragoza no ganaba lejos de la Romareda, en concreto desde el pasado 5 de octubre en Andorra, y un año largo sin remontar un encuentro, pero la sentencia de Víctor Fernández en la víspera fue profética: “Es el momento de ganar fuera de casa; tengo esa convicción”. Dicho y hecho, pero no sin sufrimiento.

Antonio Hidalgo pudo contar finalmente con Gerard Valentín, el principal agitador de su ataque, mientras Víctor Fernández sorprendió con una disposición con tres centrales y los carrileros muy altos y las novedades en el once de Fran Gámez, Lluís López y Liso en detrimento de Jair, Valera y Bakis. Una apuesta triple que le rindió beneficios para un duelo con mucho en juego.

Los dos equipos salieron con precauciones, a nadar y guardar la ropa, con el Huesca intentando sorprender con las rápidas penetraciones de Gerard Valentín por la banda derecha y el Zaragoza, algo incómodo, buscando sacar provecho de la presión agresiva de Liso e Iván Azón. Pero en el fútbol una acción a balón parado lo cambia todo y en el minuto 19 Loureiro cazó un rechace dentro del área a la salida de un córner y empalmó un zurdazo inapelable junto al poste que tapaba Édgar Badía. El gol elevó la serenidad del Huesca, muy fiable en toda su organización defensiva hasta que en el minuto 36 el juvenil Liso, en un alarde de fe y potencia, recibió en largo de Lluís López, le ganó una pelota en la línea de fondo a Loureiro y empató el partido con un zurdazo que se ‘tragó’ Álvaro Fernández. El primer gol de Adrián Liso con la camiseta del Zaragoza fue toda una espoleta para su equipo, que se hizo por completo con el mando del partido y le dio la vuelta al marcador en el descuento de la primera parte al transformar, revisión del VAR mediante, Maikel Mesa un penalti que el árbitro Ávalos Barrera había convertido inicialmente en una falta fuera del área por manotazo de Javi Martínez al propio Maikel Mesa. Décima diana del mediapunta canario, que compensa con goles su fútbol discontinuo.

El Zaragoza, con Zedadka por Lecoeuche en el carril zurdo, no se dedicó a defender su ventaja e inició la segunda mitad al galope, con Liso desbordando una y otra vez a Loureiro y con el larguero salvando al Huesca del 1-3 en el minuto 53, en un gran disparo de Maikel Mesa desde la corona del área a servicio de Fran Gámez, otro de los que se reivindicó en El Alcoraz.

A media hora del final, y en vista de que el Huesca aún no había comprometido una sola vez al Zaragoza, Hidalgo apostó por Obeng y Hugo Vallejo. Después ya se jugaría el todo por el todo con Javi Mier y Bolívar. También Víctor Fernández movió su banquillo y dio entrada a Jaume Grau por Maikel Mesa en un intento por asegurar todavía más el control del centro del campo.

El partido se fue calentando mientras pasaban los minutos, con una agresión clara de Obeng a Francés que el árbitro dejó en tarjeta amarilla, y el Huesca, con más corazón que fútbol, apretó en el cuarto de hora final en busca del empate. El Zaragoza se quedó sin Mouriño por doble amonestación a cinco minutos del final, pero se mantuvo muy firme en defensa, sin conceder apenas y aguantando las embestidas, hasta que un largo descuento de seis minutos Sielva, tras un error colosal en el control, se fue a la calle por una entrada a Valera cuando era el último defensor oscense. Obeng tuvo el empate a un minuto del final, pero su cabezazo se marchó por encima del larguero.

Respira definitivamente el Real Zaragoza, que supo sufrir en El Alcoraz, y se complica el panorama para el Huesca a seis jornadas del final.

 

domingo, 14 de abril de 2024

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº35 (14.4.2024)

 

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº35 (14.4.2024)

PARTIDO OFICIAL Nº 3647

 REAL ZARAGOZA 1-1 ELCHE 

0-1, min. 52: Mario Gaspar

1-1, min. 61: Azón

Ficha Técnica

Real Zaragoza: Badía; Mouriño (Gámez, 57), Francés, Jair, Lecoeuche (Zedadka, 73); Aguado (Lluís López, 73), Moya; Valera (Grau, 57), Maikel Mesa; Azón y Bakis (Liso, 68).

Elche CF: Dituro; Josan (Arnau Puigmal, 93), Carreira, Mario Gaspar, Bigas, Clerc,; John, Nico Castro (Bermejo, 93), Tete; Nico Fernández (Mendoza, 80) y Mourad (Manu Nieto, 80).

Árbitro: Cordero Vega (Comité Cántabro). Amonestó a Mario Gaspar (44), Francés (67) y Jair (97).

Goles: 0-1, min. 52: Mario Gaspar. 1-1, min. 61: Azón.

Incidencias: Tarde veraniega, con 30 grados al inicio del partido. El césped de La Romareda presenta un buen estado. En las gradas hubo alrededor de 27.500 espectadores. Volvieron, tras el otoño y el invierno, las pausas de hidratación en los minutos 30 de cada parte.

 

Real Zaragoza 1-1 Elche

40.5 % Posesión 59.5 %
3 remates dentro 2
7 disparos bloqueados 2
5 remates fuera 9
13 disparos recibidos 15
2 tarjetas amarillas 1
0 tarjetas rojas 0
10 faltas recibidas 11
12 faltas cometidas 10
128 perdidas de posesión 133
43 recuperaciones de posesión 48
0 fueras de juego 4
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 El Real Zaragoza salva un punto de forma épica ante un Elche que pudo sentenciarlo antes del 1-1 final

Azón, en un gol surgido de la nada y gracias a su fe y acierto, empató el tanto inicial de los ilicitanos, que fallaron ocasiones cristalinas ante Badía.

Del mal, el menos. El 1-1 obtenido por el Real Zaragoza ante un Elche superior tiene mucho de afortunado. Tras un primer periodo igualado donde los ilicitanos ya apuntaron muchas mejores maneras que los zaragocistas, aturullados siempre con el balón y con los primeros síntomas de histeria de la temporada, el inicio de la segunda mitad sacó la peor imagen de los de Víctor Fernández, que pudieron ser goleados con tres goles claros consecutivos. Tras encajar solo uno, fueron capaces de inventarse la igualada gracias a una individualidad de Azón y salvar de forma épica un punto que puede ser de oro el día del juicio final.

El partido fue tenso. Se palpaban desde el pitido inicial las pulsaciones del corazón de los futbolistas, especialmente los zaragocistas, tan presionados ya por las circunstancias de la clasificación y la imparable reacción de los colistas desde hace un mes. En los primeros minutos, a todos los blanquillos les costaba decidir, con el balón en los pies eran un mar de nervios. El Elche, como avisó Víctor Fernández en la previa, comenzó a tocar y tocar el balón enseguida, en todas las zonas del campo. Con los carrileros Josan y Tete como fuelles de un acordeón que ponía hasta cuatro atacantes en línea, obligando a los aragoneses a un repliegue exagerado, que dificultó siempre el montaje de contragolpes. El balón se recuperaba muy atrás y faltaban piezas para dar continuidad veloz hacia el campo contrario.

Esta fue la base, el sofrito del guiso del primer tiempo. Un Elche mandón y un Zaragoza a remolque. Las ocasiones de gol llegaron con cuentagotas y, ciertamente, las mejores fueron las ilicitanas. Hasta en dos de ellas indultaron al cuadro aragonés de encajar sendos goles cantados. Una, en el minuto 9, cuando el veterano volante Mario Gaspar (internacional absoluto en su día y fuera de categoría aquí) remató a placer un mal rechace de Jair y el balón se le marchó fuera por centímetros, pegado al poste izquierdo de un batido Badía, a media altura. El ¡ohhh! en la grada demostró cuánto alivio se sintió al ver que no se movía la red. Y la otra, en el minuto 29, cuando Nico Castro aprovechó un pase al hueco de Josan, que dejó en evidencia siempre a Lecoeuche en la faceta defensiva, y se quedó solo ante Badía. El remate, de primeras, se fue también fuera del marco, pegado al mismo poste de la anterior jugada citada. Los mejores ataques visitantes llegaron siempre por el lado y el agujero del lateral galo.

Había sido el Real Zaragoza el primero en disparar a portería, Francés en el minuto 8 desde 25 metros, chut que le detuvo el argentino Dituro. Los remates zaragocistas, que fueron contados, llegaron siempre desde lejos, siempre síntoma de insuficiencia para llegar a las inmediaciones del portal rival con naturalidad. Así, en el 14, fue Aguado el que probó fortuna tras dos rechaces previos a la salida de un córner, pero su remate malo se marchó muy lejos de Dituro, cruzado, sin que nadie del área (Bakis, Mesa, Valera, Azón) pudiera meter el pie y cambiar la dirección de la pelota. Y en el 33 fue Mouriño quien trato de coger puerta, pero su derechazo desde muy lejos, tras jugada precedente de Lecoeuche (va mejor hacia arriba que hacia atrás), siguió la órbita del remate de Aguado. Mal, desviadísimo. Como se ve, los rematadores del primer tiempo fueron marcadamente extraños, anormales: dos defensas, Francés y Mouriño, y un medio centro con escaso bagaje ofensivo, Aguado. Toda una fotografía panorámica de lo desarrollado por el equipo.

Bakis fue una isla porque Víctor insistió en la variante de Valencia, volcando a Azón a la banda izquierda y metiendo a Mesa (muy indolente en balones claros) como mediapunta por el centro. Y Valera, que se movió por más terrenos, entrando al área con asiduidad en busca de desequilibrios sin balón, echó a perder dos incursiones buenas por tener que centrar con su pierna mala, la derecha, y optar por ese regate de más para pasar el balón a la zurda que siempre deteriora las jugadas en el momento clave. Moya, en la medular, no tuvo su tarde, muy fallón.

Se llegó al descanso con el 0-0 que a nadie molestaba. Mesa había cabeceado un saque de esquina en el segundo palo en el minuto 35 pero su compañero Azón evitó el peligro sobre la portería ilicitana. Otra metáfora del juego ofensivo zaragocista. El Elche daba muestras de poderío en el gobierno del partido pero, a la vez, denunció una falta de ambición ofensiva en su ataque que, claro está, vino muy bien al Zaragoza.

El segundo tiempo empezó sin cambios. Y de nuevo con el Elche en modo jefe de todo. Una falta lejana volcada al área zaragocista fue cabeceada por Bigas y Badía respondió con un paradón bajo palos. Era fuera de juego, pero fue un serio aviso en el minuto 46 de que, así, el Real Zaragoza estaba mucho más cerca de perder que de puntuar. No espabilaron los de Víctor y siguieron dormidos tras salir de la caseta. Mesa perdió un balón en zona de riesgo, Bigas se lo robó y, tras avanzar solo, chutó raso y colocado y Badía salvó el 0-1 abajo. El rechace lo desperdió Mourad, pero estaba en orsay, como antes su colega.

Semejante apagón, algo intolerable en un día tan exigente, acabó enseguida con el 0-1. Se vio venir y llegó. Una falta en el pico del área la tocó levemente Mario Gaspar con el empeine y fue suficiente para que la pelota entrase rasa superando a Badía, que se la tragó pese a tocarla sin pericia. Mal día para que el portero, propiedad del Elche, tuviera un error así. Era el minuto 52 y los cuervos y grajas empezaron a sobrevolar La Romareda. Víctor movió el banquillo y metió a Gámez y Grau. Lo singular fue que, además de Mouriño, se marchase Valera. Montó un 4-3-1-2 novedoso.

Lejos de reaccionar, el Real Zaragoza estuvo cerca de encajar el segundo tanto. Nico Castro, en el 58, remató fuera, cruzado un centro raso de Tete. Y en el 60, Mourad erró un gol cantado, a quemarropa, echando el balón junto al palo derecho por fuera. Se olisqueó lo peor. El público se cansó y empezó a protestar. La impotencia del equipo, con Bakis a la cabeza de las censuras por sus errores de Regional, disparó los pitos y las broncas como hacía tiempo. En estas, la casta del canterano Azón tiró un bote salvavidas al equipo. Una bendición.

En el 61, Iván le robó la pelota a la estrella rival de la tarde, Mario Gaspar, que se confió en la línea de fondo propia. Fue un arrebato de fe de Azón. Se orientó hacia atrás tras recuperar un balón perdido para todo el mundo menos para él y, con un zapatazo descomunal, ubicó la pelota arriba del todo, por encima de la figura del portero, logrando el 1-1 que nació de la nada más absoluta. El Elche debió ir ganando por tres goles al menos a esas alturas, pero perdonó la vida al Real Zaragoza y lo pagó carísimo. La jugada potable que en ningún momento fue capaz de engendrar el equipo aragonés se la patrocinó el propio Elche.

De repente, del andador de la muerte el equipo zaragocista entró al recibidor del posible éxito. Azón estuvo a un palmo del doblete en el 66 al cabecear fuera otro córner favorable. Y Liso, que acababa de sustituir a Bakis entre la repulsa definitiva de una afición que se ha hartado del ariete germano-turco, remató raso en el primer balón que tocaba y casi sorprendió por bajo a Dituro en el 70. Ahí, Víctor Fernández pensó en apuntalar el equipo con sangre fresca y acometió dos cambios sorprendentes por inusuales. Puso en el campo a Zedadka, como lateral zurdo, en vez del frágil Lecoeuche; y suplió a Aguado, muy cansado tras una tarde de infinidad de trabajo, por el central Lluís López, que entró con el rol doble de mediocampista o tercer central si tocaba. Un 4-4-2 en rombo. En frente, Beccacece mutó su delantera, apostando en el minuto 80 por Mendoza y Manu Nieto por si por ahí lograba llevarse el partido.

El duelo murió en el último cuarto de hora (con 8 de aumento) con dominio zaragocista. Los cambios, muchos y de mucha peculiaridad, no sentaron mal al equipo. Maikel Mesa amagó una ocasión a punto de llegar al 90. Zedadka, lateral a pierna cambiada, metió un centro raso divino al que nadie fue con fe al área chica. Remontar hubiera sido un sueño. Pero el Elche se apagó mucho y favoreció esa sensación en la recta final del envite. Solo una falta ‘in extremis’ lanzada mal por Arnau Puigmal en el 97 puso en riesgo el punto para el Real Zaragoza. La barrera disolvió el peligro y el 1-1 tomó cuerpo final. No es lo que se requiere en medio de tanto apuro. Pero, visto el desarrollo del choque, tiene hasta pequeñas gotas de milagro. Así de mal están las cosas

Un empate que no contenta a nadie

Igualada en La Romareda que no saca de pobre al Real Zaragoza ni le permite al Elche regresar a la promoción. Mario e Iván Azón, goleadores.

Empate en La Romareda que no saca de pobre al Real Zaragoza ni le permite al Elche regresar a la zona de promoción. Un gol de Mario Gaspar adelantó en el inicio de la segunda parte a los ilicitanos, que tuvieron el partido en su mano, pero la fe de Iván Azón le dio al equipo aragonés al menos un punto cuando tenía todo perdido.

Víctor Fernández es un entrenador de primer nivel, pero al Zaragoza, pese a su mejoría y recuperación anímica, todo le cuesta mucho y va a tener que sudar tinta china para conseguir la permanencia, mientras el Elche de Beccacece demostró que ha superado su crisis y que está para pelear hasta el final por su objetivo.

Los dos equipos se presentaron al partido repletos de urgencias: el Zaragoza, con sólo cuatro puntos de ventaja sobre el descenso y el Elche, fuera del ‘playoff’ después de tres derrotas consecutivas. Y fue la necesidad la que les incitó a ambos a nadar y guardar la ropa, a ser pacientes, a jugar sin prisas, a buscar la portería contraria, pero sin desorganizarse ni descontrolarse. Y así transcurrió la mayor parte de la primera mitad, donde el Zaragoza armó media docena de contragolpes, la mayoría mal resueltos, pero tuvo enfrente a un Elche que llevó la iniciativa, creó problemas entre líneas con Mario Gaspar y disfrutó de una inmejorable ocasión en las botas de Nico Castro a la media hora, justo antes del parón para la hidratación, porque se jugó con 30 grados. El Zaragoza fue de menos a más y sus mejores minutos fueron en el tramo final de este primer periodo, con una gran oportunidad de Mouriño, tras servicio de Lecoeuche que dejó pasar Valera.

El Elche volvió como un ciclón del descanso y después de ‘perdonar’ por dos veces al Zaragoza, en acciones en fuera de juego de Bigas y Mourad, Mario Gaspar rozó lo justo una falta lanzada por Nico Castro para descolocar a Édgar Badía en el minuto 53. El gol dejó aturdido al equipo aragonés y Víctor Fernández optó entonces por relevar a Mouriño y Valera por Fran Gámez y Jaume Grau y ordenar a su equipo en un 4-4-2 en rombo. El doble cambio no tuvo un efecto inmediato, porque Mourad perdonó el 0-2 en el minuto 60. Pero en la acción inmediata Iván Azón obtuvo premio a su pundonor e insistencia: recibió en largo de Marc Aguado, le ganó la partida Mario Gaspar en la línea de fondo y acabó definiendo con un gran derechazo al primer palo. Un gol providencial.

El empate acabó de propulsar al Zaragoza y al propio Azón, que tuvo el doblete en un cabezazo en el segundo palo a la salida de un córner. El que no apareció de nuevo en el ataque fue Bakis, en otra tarde de ausencia y relevado a veinte minutos del final por el juvenil por Liso, que amenazó a Dituro al poco de salir con un latigazo desde la derecha.

Víctor Fernández todavía agitó más a su equipo con otro doble cambio: Zedadka y Lluís López, que actuó esta vez de pivote, por Lecoeuche y Marc Aguado. También Beccacece movió su banquillo, dando entrada a Manu Nieto y Mendoza por el infortunado Mourad y por Nico Fernández. Pero ya nadie alteró el curso del encuentro. El Zaragoza, empujado por su público, lo intentó hasta el final con corazón, pero le faltó claridad frente a un rival que entero y que apenas concedió.

 

sábado, 6 de abril de 2024

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº34 (6.4.2024)

 

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº34 (6.4.2024)

PARTIDO OFICIAL Nº 3646

 LEVANTE 2-1 REAL ZARAGOZA

1-0, min. 2: Brugué

1-1, min 19: Toni Moya

2-1, min. 86: Dela.

FICHA TÉCNICA

Levante: Andrés Fernández; Andrés García, Dela, Maras, Álex Muñoz; Algobia, Pablo Martínez (Giorgi Kochorashvili, 76); Rober Ibáñez (Iván Romero, 68), Brugué; Sergio Lozano (Carlos Álvarez, 76) y Fabricio (Dani Gómez, 58).

Real Zaragoza:  Badía; Mouriño (Gámez, 89), Francés, Jair Amador, Lecoeuche; Toni Moya, Aguado (Manu Vallejo, 89); Valera, Maikel Mesa (Jaume Grau, 86); Azón (Liso, 76) y Bakis.

Goles: 1-0, min. 2: Brugué. 1-1, min 19: Toni Moya. 2-1, min. 86: Dela.

Árbitro: Guzmán Mansilla (Comité de Castilla y La Mancha). Mostró amarillas a Mouriño (14’), Fabricio (44’), Marc Aguado (54’), Maikel Mesa (69’), Sergio Lozano (69’)

Incidencias: Partido de la jornada 34 jornada de liga en Segunda División jugado en el estadio Ciudad de Valencia. Hubo 16.360 espectadores en una tarde agradable. Más de un millar de zaragocistas acompañaron en tierras valencianas a su equipo. Césped en perfecto estado. Tarde agradable, con 18 grados.

 Levante 2-1 Real Zaragoza

59.7 % Posesión 40.3 %
3 remates dentro 6
10 disparos bloqueados 3
4 remates fuera 4
13 disparos recibidos 17
2 tarjetas amarillas 3
0 tarjetas rojas 0
14 faltas recibidas 18
19 faltas cometidas 17
139 perdidas de posesión 127
46 recuperaciones de posesión 44
1 fueras de juego 2
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 Levante-Real Zaragoza: una cruel derrota (2-1)

Un gol de Dela en el tramo final condena al Real Zaragoza contra el Levante después de un partido jugado de menos a más. El equipo de Víctor Fernández dio un paso atrás en el peor momento posible

Este tipo de partidos, jugados en la locura, el intercambio de golpes, el fútbol desatado, trepidante y vertiginoso, puede salir de cualquier modo si no se es concreto, y el Zaragoza no lo fue. No lo fue porque en una segunda mitad en la que cosió al Levante a contragolpes, con todo a favor, le faltó serenidad, reposo y definición para liquidar el asunto. El Levante, inferior desde que Toni Moya le empató el partido, en cambio, sí tuvo esa finura cuando la tuvo que tener y se llevó los tres puntos con un sartenazo de Dela con las tablas ya a la vista. El Zaragoza, así, no termina de dar ese paso que le dé tranquilidad clasificatoria, las alertas siguen en color naranja. Tuvo fútbol para más, supo leer bien los caminos que le abrió el rival, con una segunda parte jugada a la carrera, sumando ataques verticales y rápidos, un contexto a campo abierto, más reactivo que propositivo , en el que parece sentirse bien el cuadro de Víctor. Sin embargo, no le dio para ganar. El técnico aún no ha terminado de desterrar algunos de los viejos vicios y ha introducido algunos nuevos ya advertidos contra el Tenerife: los desequilibrios defensivos son el precio a pagar por ese intento de envalentonar el ataque del equipo. Todo tiene que tener su justa medida.

El Levante desmontó rápido al Zaragoza. No tuvo que exprimirse demasiado la cabeza ni hacer ecuaciones complejas. Tan solo observar la facilidad abierta con Azón en la banda izquierda. Porque Víctor, aunque mantuvo los mismos hombres de la victoria contra el Tenerife, dio una pincelada defensiva para proteger más el medio y removió el dibujo a un 4-2-3-1, con la contranatural decisión de emplazar a Azón como extremo izquierdo, en lugar de, si esa era la apuesta táctica, alinear ahí a un especialista como Liso. La idea era liberar al delantero centro hacia el área cuando el equipo se asentara arriba con balón, pero Azón perdió casi toda su energía corriendo en dirección contraria. Ya no es que no reúna las condiciones para jugar de extremo a pie cambiado, sino que no está habituado a los esfuerzos ni movimientos defensivos de esa zona. En un jugador que necesita frescura para atacar, es una condena. Y así el Levante olió sangre en ese territorio. La prueba es que Brugué, habitual hombre de banda izquierda, cambió de lado. Un tipo rápido, eléctrico, avispado, insistente que, con licencia para moverse por dentro, le dio la primera parte al Zaragoza.

Él fue el autor del gol que le puso al conjunto aragonés el partido cuesta arriba. Era el minuto dos. Brugué ya le había marcado al Zaragoza en la primera vuelta cabeceando ante Jair. Su estatura es la que es, y entonces se adelantó a todos por arriba, así que esta vez lo hizo por abajo. Se tiró en plancha a un saque de esquina de Pablo Martínez que botó lo justo para envenenarse y mandó la pelota a la red. La jugada del córner había nacido en la banda derecha, con Azón defendiendo en su área.

Al Zaragoza se le abría así un largo camino por recorrer. El inicio era el peor posible, porque el Levante hace de la velocidad y el vértigo su manual de estilo. Fabricio arriba era una amenaza constante. El equipo aragonés intentaba asentarse en campo rival, pero sin continuidad y exponiéndose mucho en la pérdida, desnudándose por dentro. Ofreciéndole al Levante múltiples vías de desahogo y peligro. Jair cortó providencial un balón que Fabricio ya se disponía a romper. El punta local exigió al máximo a Francés, vital y salvador en su papel de central corrector, defendiendo todo el ancho y guardando la espalda de Jair. El Zaragoza tenía un problema porque no lograba sostener el juego y ni asegurar su zona media.

La cosa no pintaba bien. El Zaragoza tenía la columna partida, inmovilizándose su bloque atacante y dividiéndose del resto del equipo, defendiendo muy largo y separado. Así que el conjunto de Víctor solo podía agarrarse a la trama con un gol como el que marcó Toni Moya. Un acción aislada que el mediocentro convirtió en una obra para colgar en La Seo: Maikel Mesa le dejó la pelota y el mallorquín le pegó como los ángeles, subiendo la pelota con la velocidad, el ángulo y la trayectoria exacta para acabar en la escuadra. Más que un gol fue un tratado de balística. Un golazo que le dio toda la vida al Zaragoza y metió el partido en un pulso entretenido, donde ambos equipos se la jugaron al ida y vuelta, con valentía, con ritmo, buenas circulaciones de balón y un fútbol abierto, a veces, imprudente y deficitario, pero vivo, agitado, osado, muy lejos de los corsés habituales de la categoría.

En cuanto al encuentro le saltaron los botones y corchetes, llegaron las ocasiones. Un centro de Toni Moya no encontró rematador al segundo palo. Respondió Fabricio, un delantero indescifrable, rocoso y rápido, muy interesante por su gama de movimientos, pero de decisiones inauditas: cuando tenía el gol delante se puso a recortar en el área, dando tiempo a Francés a aparecer con el extintor. Llegó el turno de Francés delantero, solo en el segundo palo: esta vez, su remate se fue a las manos de Andrés.

El Zaragoza alcanzaba el área rival, apreciándose en su fútbol una mejora de la calidad ofensiva. El Levante le brindaba los espacios para hacerlo, pero los atacantes aragoneses supieron interpretar bien ese terreno de operaciones. Si Francés tuvo la suya; el central del otro lado, Dela, también rozó el gol en una jugada ensayada. Un disparo de Pablo Martínez elevó el pulso del partido. Se jugaba con poco control, el Zaragoza entró al trapo, pero aún así la más peligrosa, al final del primer acto, la tuvo Fabricio. Una cesión criminal hacia atrás de Maikel Mesa propició la acción: el punta del Levante, sin embargo, la tiró al lateral de la red.

Del descanso el Zaragoza salió sin complejos, en la misma línea, atacando con precisión a la carrera a un rival con lagunas a su espalda, muy tímido sin la pelota. Un taconazo marca de la casa de Maikel Mesa dejó en posición de remate a Bakis. El turcoalemán tenía terreno para galopar, pero confía más en su cañón que en sus ruedas. Es como un tanque. Su tiro, con fogonazo, salpicó de metralla a Andrés Fernández. A continuación, Azón puso un balón al área al que Jair no le intuyó la dirección con todo a favor. El partido se jugaba de acuerdo al idioma que prefería el Zaragoza. Valera, con un contexto así, con metros para conducir comenzó a liderar contragolpes. Maikel Mesa tiró alta una falta muy peligrosa. Bakis trató de pedirla. Pero el mando de Mesa se impuso.

El Levante controlaba la pelota, pero el Zaragoza manejaba el partido. Bakis y Mouriño avisaron desde lejos. Los granotas fueron moviendo fichas. Dani Gómez se fue por el infatigable Fabricio. Luego, Iván Romero relevó a Rober Ibáñez. Los cambios mejoraron algo a los locales. En el minuto 72, llegó su primera opción clara de la segunda parte, pero Andrés García, con varias posibilidades de pase, se empachó de balón. El Zaragoza, bien gestionado por Toni Moya, contestó de Bakis, en una acción de alta costura, plena de calidad, que nos dice muchas cosas de este delantero y de lo que se ha perdido este año. El ariete vio a Mesa en el balcón donde se hace poeta, al filo del área, pero su tiro salió defectuoso. Víctor quitó a Azón, harto de correr, sacrificado y superviviente en la banda izquierda, y sacó a Liso. El canterano no tardó en amenazar con un tiro sobre el que se cruzó Dela. A partir de ahí, el Levante decidió irse a por lo que le tocaba. Tenía que ganar y dio ese paso, multiplicando riesgos. Jair se tiró con toda su vida a tapar a Brugué, el rechace le cayó a Dani Gómez y se fue alto.

El Levante había lanzado su moneda. El duelo podía salir para cualquier lado. Víctor vio la jugada y miró en amarrar el empate por si las moscas, retirando a Mesa y agregando contenido defensivo con Jaume Grau. Una medida conservadora de Víctor, un pasito atrás, en el peor momento. El Zaragoza lo pagó.

El central Dela, extraordinario toda la tarde, ganó campo sin oposición, avanzando con aplomo. Nadie le encimó ni le metió el pie. No quiso ser menos que Moya. Se sacó una ‘folha seca’ digna de Copacabana que le explotó en la cara a Badía y al Zaragoza. Un gol que condenó todo un partido. Ya sin margen apenas, Víctor recurrió a Manu Vallejo y Gámez. Aún tendría su equipo la última, pero Valera gestionó mal un ataque con clara superioridad. Ni pasó ni pensó. La tiró adonde le dio la gana y así se le puso el broche a una derrota a la que Jair casi da rescate con una chilena final.