sábado, 25 de noviembre de 2023

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº17 (25.11.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº17 (25.11.2023)

PARTIDO OFICIAL Nº 3629

 ALBACETE 1-0 REAL ZARAGOZA 

1-0, min. 89: Quiles.

Ficha técnica

Albacete: Bernabé; Isaac (Álvaro Rodríguez, 23), Ros, Glauder, Silva (Julio Alonso, 46); Olaetxea, Riki, Agus Medina (Juanma, 87), Fuster (Shashoua, 87); Higinio (Quiles, 70) y Escriche.

Real Zaragoza: Rebollo; Gámez, Francés, Jair, Lecoeuche (Borge, 27); Francho, Marc Aguado (Jaume Grau, 73), Maikel Mesa (Toni Moya, 58); Mollejo (Bermejo, 73), Enrich y Manu Vallejo (Valera, 58).

Goles: 1-0, min. 89: Quiles.

Árbitro: Orellana Cid (Comité de Andalucia). Mostró amarillas a Silva (26’), Borge (28’), Agus Medina (66’), Jair (78’).

Incidencias: Partido de la jornada 17 jornada de liga en Segunda División jugado en el estadio Carlos Belmonte ante 10.571 espectadores, unos 200 de ellos del Real Zaragoza. El césped presentó un buen estado. El Zaragoza lució su uniforme ‘avispa’.

 

Albacete 1-0 Real Zaragoza

53.3 % Posesión 46.7 %
5 remates dentro 2
4 disparos bloqueados 1
9 remates fuera 2
5 disparos recibidos 18
2 tarjetas amarillas 2
0 tarjetas rojas 0
5 faltas recibidas 17
19 faltas cometidas 5
187 perdidas de posesión 169
78 recuperaciones de posesión 70
2 fueras de juego 0
xxxxxx

Un Zaragoza de mal en peor cae en Albacete (1-0)

El equipo aragonés no levanta cabeza y no notó el efecto de la llegada de Velázquez. Apenas llegó al área rival y perdió al filo del final con un gol de Quiles.

Ni pincel ni brocha. A Julio Velázquez le va a hacer falta un rodillo para pintarle una cara nueva a un Real Zaragoza triturado en lo emocional, inseguro y tímido al que el cambio de entrenador le trajo pocas cosas buenas. Si era difícil hacerlo peor, generar menos juego ofensivo que hasta hace una semana, el Zaragoza se superó: solo en el tramo final con disparos de Bermejo y Valera exhibió el mínimo argumentario en ataque tras un partido en el que el Albacete lo descosió a base de fútbol de alta gama.

Mucho va a tener que trabajar Velázquez, cuyo mensaje de cambio apenas tuvo efecto. Ni el equipo presentó intenciones más ambiciosas, ni se apostó más en campo contrario ni tampoco produjo más juego. Ni mezcló pases ni cuajó como bloque. Tan solo se defendió más arriba de lo que acostumbraba. En realidad, fue lo de casi siempre, con otros nombres y otras formas. En todo caso, el Zaragoza sigue desangrándose y rodando por la tabla, ajusticiado esta vez por otro gol a destiempo, en el minuto 89, obra de Quiles. Fue el premio a un equipo que jugó mejor, que redujo al Zaragoza a la mínima expresión durante todo el partido. Un encuentro en el que la escuadra aragonesa siguió siendo inexacta con la pelota, estéril, timorata y destemplada. Un manojo de nervios e indecisiones. Solo cambiaron los protagonistas.

Si se quieren cambiar algo hay que hacer las cosas diferentes, así que Julio Velázquez le pegó una sacudida en fondo y forma a su equipo. Metió en el once seis caras nuevas respecto al partido que le costó el despido a Fran Escribá hace una semana: Fran Gámez retomó el lateral derecho y envió al banquillo a Borge; Francés venía de jugar con la selección pero los buenos de verdad deben jugar cuando están; Marc Aguado respiró por fin sin Escribá y ocupó el lugar de Jaume Grau en los recientes mediocentros; Maikel Mesa regresó a su espacio natural; y Mollejo y Manu Vallejo desalojaron a Sergio Bermejo y Germán Valera de los colmillos exteriores. Una transformación, en todo caso, que no fue más allá de los nombres: el Zaragoza siguió jugando casi igual de mal.

Velázquez trató de afilar al Zaragoza con un tridente ofensivo con Vallejo y Mollejo en los extremos y Enrich en punta, y reformuló el centro del campo con Aguado como mediocentro posicional, Francho como interior de ida y vuelta, y Maikel Mesa como volante ofensivo, los tres escalonados, repartiéndose las alturas en el 4-3-3. La teoría tenía una intención y potenciaba a los futbolistas seleccionados… Pero el fútbol es una cosa en la imaginación de las noches previas y otra en el césped. El Zaragoza, una vez en el campo, presentó las mismas carencias de casi siempre. No disparó en toda la primera mitad. Cero remates. Cero. Ni siquiera pisó el área de un Albacete con las ideas claras, frescas, agresivas, dinámicas… Un equipo de tiempos modernos, muy elástico, y con un ánimo ambicioso, trepidante, vertical y ofensivo que le puso las cosas en latín al Zaragoza en esos primeros 45 minutos. Sobre un 5-3-2 en repliegue que se licuaba en un 4-2-4 en ataque, el Albacete sometió y dominó. Solo sus problemas para imponerse en área rival impidieron que el Zaragoza llegara al descanso en ambulancia.

Al partido le costó romper. Los primeros 25 minutos fueron de bloqueo. El Zaragoza, en una de las principales pinceladas transformadoras de Velázquez, se posicionó más alto en el campo, elevando los metros de presión, defendiendo más arriba. Al Albacete, le costó ante esa disposición de las piezas aragonesas. El fútbol se jugaba en muy pocos metros, como si no existieran las área, en un callejón de 60 metros en el que predominó el trabajo sucio, el contacto, el golpe a la espinillera, el juego de roce y temperatura alta. No había llegadas. El Zaragoza intentaba progresar, enfocando su fútbol hacia la zona de Maikel Mesa, sobre quien pivotaban las intenciones. Pero no se generaban ventajas, reinaba la imprecisión y los pies duros. Al equipo de Velázquez, en este sentido, le faltaron movimientos profundos y velocidad:. Sergi Enrich, sus piernas y sus pulmones, están muy lejos del ideal en un delantero del Real Zaragoza. Estático, mustio y lento, apenas le dio a su equipo el tipo de soluciones que en el otro bando comenzaron a dar Higinio y Escriche, dos puntas físicos, constantes y generosos en los esfuerzos, con sus carreras al espacio. Bien acompañadas esas dentelladas por los desmarques de Agus Medina. Así, el Albacete comenzó a girar al Zaragoza y a ponerlo a correr hacia su portero Rebollo.

Un cabezazo que Escriche mandó incomprensiblemente fuera a un palmo de la portería tras un desajuste en la banda izquierda del Zaragoza fue la trompeta que avisó del asedio manchego. Un tiro alto de Agus Medina y un descuido de Gámez que dejó a Escriche rematar a bocajarro, pero alto, completaron la amenaza.

El Albacete hacía lo que mejor se le da: metió ritmo al partido y estiró al rival, clavando al Zaragoza en su área. Los de Velázquez ni podían ni sabían, querían hacer las cosas demasiado deprisa, sin reflexión, cayendo en la ida y vuelta que tanto beneficiaba a los manchegos, al tiempo que se disolvían en los duelos individuales: 5 faltas hizo el Zaragoza por 19 del Albacete, un dato que desnuda más que tapa.

En ese momento, Lecoeuche pidió el cambio, lesionado. Entró Borge, y ello provocó que Mollejo pasara de la derecha a la izquierda. Fue un detalle de Velázquez para no perder profundidad en ese lado. Aunque apenas tuvo impacto real en el juego del equipo. A la siguiente jugada, el Albacete perdió a su lateral derecho Isaac, relevado por Álvaro Rodríguez.

El Albacete siguió lanzando su fuego granado contra el área de Rebollo, pero Higino estaba peleado con la tarde. Primero, con un cabezazo y después con un disparo con toda la portería para él en el que lo difícil parecía lo que hizo. Así, el partido desembocó en el descanso, con el Zaragoza con la tripa vacía, sin conocer el sabor del área contraria.

A la vuelta, el partido siguió en cauces similares. El Albacete manejaba los hilos. Es un equipo con orden cuando tiene la pelota y con muchas licencias cuando no las tiene, filosofía que da alas a jugadores de vuelo libre como Manu Fuster, que se empeñó en apoderarse de la historia. Un futbolista exquisito, con veneno en la mirada y en los pies. El Zaragoza no salía de atrás. Solo Francho, entregado, mantenía la bandera arriba, con su juego astuto, veloz y vertical en los pasillos interiores. Escriche volvió a rozar el gol, pero Jair se anticipó. Rebollo intervino para negarle un chut a Agus Medina. Y Borge le arrebató a Higinio una pelota que iba adentro.

Poco antes, Velázquez movió el banquillo, al tiempo que escribía y escribía en su hoja de apuntes. Remates de su equipo anotó pocos, pero tinta gastó dos botes. Salió Moya por Mesa en la zona más avanzada del triángulo central, en un rol más ofensivo, similar al que Velázquez ya le encargó en lo poco que lo usó en tiempos del Alavés. También entró Valera, mientras que en el Albacete salió al campo Quiles.

El Albacete seguía empujando y el Zaragoza achicando agua de la trastienda. Casi en el minuto 70 llegó el primer amago de remate, por así decirlo, de los aragoneses, un tiro malo de Francés en el segundo palo que le salió terrible. Velázquez volvió a mover ficha. Sergio Bermejo y Grau refrescaron a Aguado y Mollejo, a quien el entrenador no le dio el espacio de Enrich para que diera movimientos al espacio. Con Bermejo, el Zaragoza comenzó a latir. No va sobrado el equipo de pies finos, y el madrileño los tiene, aun con algunos de sus defectos. Lo mismo Toni Moya. Futbolistas de buen toque. Así comenzó a llegar el Zaragoza a zonas de remate, ya con solo diez minutos por jugar. Bermejo y Valera rozaron el gol.

Y en ese punto, cuando el Zaragoza más terreno rival pisaba, Quiles le ganó un duelo a un Jair que hace días que no está, por mucho que reclamara falta. El delantero bailó a Gámez, otro jugador en franca regresión, y le dijo a Velázquez que a su cuadro le falta hasta la alcayata para poder colgarlo.

 

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