domingo, 9 de noviembre de 2025

LIGA 2ªDiv. 2025/26 JORNADA Nº13 (9.11.2025)

LIGA 2ªDiv. 2025/26 JORNADA Nº13 (9.11.2025)

PARTIDO OFICIAL Nº 3712

 GRANADA 3-1 REAL ZARAGOZA

0-1, min: 2: Oppong, en propia puerta

1-1, min. 37: Jorge Pascual

2-1, min. 63: Pedro Alemañ

3-1, min. 93: José Arnaiz

Ficha técnica

Granada: Luca Zidane; Óscar Oppong (Trigueros, 73'), Manu Lama, Loic Williams, Diallo (Rodelas, 78’); Alcaraz, Sergio Ruiz (Arnaiz, 73'); Sola, Alemañ (Gagnidze, 78'), Faye (Pablo Sáenz, 88'); y Jorge Pascual.

Real Zaragoza: Adrián Rodríguez; Aguirregabiria (Juan Sebastián, 79’), Insua, Ale Gomes, Pomares; Francho, Toni Moya; Pau Sans (Tasende, 62’), Raúl Guti (Bakis, 70'), Sebas Moyano (Paulino, 70'); y Soberón (Dani Gómez, 79’).

Goles: 0-1, min: 2: Oppong, en propia puerta. 1-1, min. 37: Jorge Pascual. 2-1, min. 63: Pedro Alemañ. 3-1, min. 93: José Arnaiz.

Árbitro: Eder Mallo Fernández (C. Castellano-Leones). Mostró amarillas a Pomares (21’), Aguirregabiria (26’), Ale Gomes (56’), Bakis (81’).

Granada 3-1 Real Zaragoza

58.9 % Posesión 41.1 %
7 remates dentro 3
3 disparos bloqueados 2
6 remates fuera 6
12 disparos recibidos 16
0 tarjetas amarillas 4
0 tarjetas rojas 0
16 faltas recibidas 7
10 faltas cometidas 16
117 perdidas de posesión 116
49 recuperaciones de posesión 46
3 fueras de juego 0
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Aquí no hay quien gane: el Real Zaragoza se derrumba en Granada (3-1)

El Real Zaragoza se adelantó en el partido, pero se indigestó con la ventaja, traicionando las esencias traídas por Sellés y cayendo ante un rival superior que lo aplastó con su juego exterior. La crisis es terrible y el equipo sigue hundiéndose como colista a nueve puntos ya de la salvación.

El Zaragoza no le gana a nadie. Ni siquiera cuando se le pone la historia de cara, contra un rival también contra las cuerdas. Salió zarandeado de Granada, y con un aspecto realmente terrible, con señales de equipo roto. Su partido fue penoso, el rival lo aplastó. Y eso es lo peor. Porque el Zaragoza perdió algo más que un triunfo, perdió las esencias competitivas que le había incorporado Sellés. El entrenador se fue metiendo él solo en un callejón durante el partido. Su revitalizador discurso necesitaba una victoria, pero sigue sin llegar, y su efecto se disuelve al tiempo que su equipo se descompone.

El gol que tanto tiempo llevaba buscando el Zaragoza le salió por la culata, como si el remedio fuera peor que la enfermedad. Tenía todo de cara, pero esa ventaja salió mal, porque el Zaragoza se refugió en su área, débil y vulnerable, y vivió alejado del peligro, mientras el Granada lo hacía pedazos con sus erupciones por las bandas. No hubo debate apenas en el partido, y el Zaragoza queda así ya consumido, colista y a nueve puntos de la permanencia, con seis jornadas perdiendo, y con un entrenador que ya necesita ganar casi más que un equipo al que se le escapa la vida y la liga.

El vendaval de bajas del Real Zaragoza lo contuvo Rubén Sellés con mínimos cambios respecto a la pasada jornada contra el Deportivo. El técnico no tocó nada más en Granada que lo que estaba obligado a tocar: Moyano volvió (al flanco derecho) ante la ausencia de Valery, y en la izquierda accedió Pau Sans por el lesionado Cuenca. No hubo más novedades, dentro del plan continuista del entrenador valenciano, una señal de que cree en la línea descrita por el equipo en las últimas jornadas y un mensaje de que tiene clara, de momento, la base de jugadores y la estructura desde la que debe renacer el Zaragoza. Un 4-2-3-1 (4-4-2 en defensa) en el que sigue desentonando en la mediapunta Raúl Guti, alejado de su zona y funciones naturales y alejado también del propio Guti. El canterano intenta estar en todos los sitios, pero casi nunca está donde debe.

En el Granada, también en la salita de urgencias, su entrenador, Pacheta, solo hizo un cambio, en el lateral derecho, donde perdió a Casadesús y ganó a Loic Williams, central zurdo. Esto llevó a Oppong, un zaguero, al costado defensivo. El conjunto nazarí se hace fuerte desde el ataque exterior, con extremos de mucha pierna y verticalidad como Faye y Álex Sola, que ponen alas de fuego a ese 4-2-3-1 con mucha amplitud, recorrido por fuera y bombardeo de centros laterales. Esta propuesta marcó el territorio del duelo, pues obligó al Zaragoza a agazaparse más de la cuenta, sacrificando en defensa a Moyano y Pau Sans, prácticamente, como laterales doblados. Nada cómodo estuvo el equipo de Sellés, huérfano de balón, en su peor versión desde la llegada del técnico valenciano.

Sin embargo, había encontrado el Dorado que tantos lamentos le ha costado: un gol y un marcador favorable. El Zaragoza entró ganando al partido. Sellés quiere que su equipo sea dominante desde el robo y el duelo, así que Aguirregabiria cepilló un balón en el centro del campo, combinó con Francho, se lanzaron al galope, y el capitán cedió un pase que Oppeng -alguien tenía que hacerlo- se metió en su portería ante el acecho de Pau Sans. El Zaragoza salió firme, concentrado. Ratificando que ha mejorado en el juego interior, en su capacidad de trenzar, crear y asociarse. De producir fútbol en sus tripas, de darle sentido e intenciones al balón. Pero ese rato, apenas tres minutos, fue prácticamente todo lo que tuvo la pelota el Zaragoza. El equipo ganaba, pero jugaba mal. O jugaba mal, pero ganaba

El Granada lo sitió, lo encapsuló en su campo, lo alejó de su área y le forzó a ponerse cada vez más nervioso y fantasmal. Jorge Pascual, un nueve de muchos quilates aunque es todo menos un nueve, empezó a generar incertidumbre en zonas intermedias, y el Granada a encontrar salidas hacia sus flancos. Allí se coció el partido, por un lado y por otro. Los locales tensaban y el Zaragoza resistía, muy apurado, con Soberón aislado (el delantero menos indicado para un bloque tan bajo), cometiendo muchas faltas laterales... Por si fuera poco, Pomares y Aguirregabiria se comieron sendas amarillas y empezaron a jugar bajo la guillotina de la expulsión.

El Granada amagó con Sola, antes de un cabezazo de Pascual que negó Adrián. El choque era muy exigente en lo físico, y el Zaragoza no supo ni pudo refugiarse en la pelota, tener más control, descansar desde la posesión. El balón era una bombona de oxígeno relajante que no se supo abrir. Muchas pérdidas, mucho desgaste… Moyano no tardó en soplar por el césped. El Granada acosaba por los extremos, giraba al Zaragoza, lo sacaba de sitio… Así fueron goteando ocasiones, más o menos peligrosas, sobre Adrián. El dominio nazarí era abrumador. Pero fueron los de Sellés los que encontraron una franja de tierra hacia el gol. El Granada se exponía, porque se desplegaba mucho, y en la única acción en la que el Zaragoza interpretó esas oportunidad, Soberón corrió y se chupó un disparo con Moyano solo a la derecha. El error fue letal.

De ahí, con el Zaragoza abierto, salió en avión el Granada, desbordando con Fayé en la izquierda, ganando fondo, centrando y apareciendo Jorge Pascual para empatar. Un gol de los de toda la vida: encarar, pase de la muerte y empujar. Pacheta, vieja escuela, más kilómetros que una Citroen C15, sonreía en el banquillo.

El Zaragoza se desquició. Tanto tiempo corriendo detrás de la pelota le pasó factura en el sistema nervioso y en el locomotor. El Granada pudo darle la vuelta con Pascual y Fayé (a quien se le anuló un gol), y el árbitro se guardaba la segunda amarilla a Aguirregabiria. Había un problema ante el fuego en las bandas del Granada y Sellés no lograba que su equipo lo frenara o lo aprovechara.

El descanso llegó como el agua de un manantial para el Zaragoza. Parecía que relevaría a sus amonestados laterales, pero Sellés arriesgó dejando en el campo a sus especialista defensivos en la posición. Salió bien el equipo aragonés, con ocasiones de Moya y Moyano, pisando más campo contrario. A Loic Williams le anularon un gol por fuera de juego, después de una falta de Gomes que rozó la roja directa.

Soberón desperdició un franco remate de cabeza, justo cuando el Zaragoza se lo iba a tragar la tierra, quién sabe si para siempre. Una concatenación de pifias, con Insua, por los suelos, retratado, la aprovechó Alemañ para adelantar a los suyos. Por mucho que duela, era de justicia. El Zaragoza estaba intimidado e inundado por el rival. Sellés ya había metido a Tasende por Pau Sans para cegar algo las bandas al Granada.

No tardó en mover más el banquillo. Guti y Moyano -sin piernas ya ambos, como Pomares, al que encogía el corazón verlo correr hacia atrás- cedieron su sitio a Paulino y, ojo, a Sinan Bakis. El germanoturco fue la solución que pensó tener Raúl Sellés. Un jugador que estuvo oficiosamente fuera del equipo en el último día de mercado. Ese cambio lo dice todo, todo, todo, sobre por qué el Zaragoza está donde está. Es un resumen exacto y perfecto de su deriva.

Jorge Pascual tuvo un mano a mano, mientras el Granada sacaba relevos de perfil ofensivo. Eso dio opciones a campo abierto al Zaragoza, pero Sellés tardó mucho en alistar a su mejor delantero en ese contexto, un Dani Gómez que acabaría chutando al palo a la segunda pelota que más o menos se le entregó en condiciones. Quedaban diez minutos, y el Granada comenzó a acular. Sus jugadores, los que aún quedaban en pie sobre el césped del abordaje anterior, sudaban ya sangre, rotos, como Faye, relevado por Pablo Sanz, extremo puro, porque el Granada apenas tenía soluciones defensivas en la suplencia.

El partido se fue interrumpiendo, sin más respuesta del Zaragoza que la impotencia, la incapacidad, la frustración, el miedo y con algunos jugadores haciendo la guerra por su cuenta… Y así el Granada sentenció con José Arnaiz a un equipo que no le gana a nadie. Un desastre

 

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