domingo, 3 de diciembre de 2023

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº18 (2.12.2023)

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº18 (2.12.2023)

PARTIDO OFICIAL Nº 3630

 REAL ZARAGOZA 1-0 LEGANES 

1-0, min. 39: Maikel Mesa.

Ficha Técnica

Real Zaragoza: Rebollo; Gámez, Mouriño, Jair, Francés, Valera (Borge, 93); Francho, Aguado (Bermejo, 88), Moya (Vaquero, 88); Mollejo (Sergi Enrich, 88) y Maikel Mesa (Grau, 80).

CD Leganés: Conde; Miramón, Jorge Sáenz, Sergio González, Franquesa (Naim, 86); Chicco (Portillo, 63), Undabarrena (Djouahra, 78), Neyou (Cissé, 78); Diego García (Ureña, 78), Raba y Miguel de la Fuente.

Árbitro: Lax Franco (Comité Murciano). Amonestó a Aguado (28), Mollejo (33) y Miguel de la Fuente (64).

Goles: 1-0, min. 39: Maikel Mesa.

Incidencias: Tarde fría en Zaragoza, con 10 grados al inicio del partido (las 18.30), un par menos a su conclusión. El césped de La Romareda presentó un buen estado. En las gradas hubo alrededor de 26.000 espectadores. Se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de Luis Blasco, exconsejero del Real Zaragoza en la anterior propiedad de la SAD.

Real Zaragoza 1-0 Leganés

46.6 % Posesión 53.4 %
2 remates dentro 0
2 disparos bloqueados 2
6 remates fuera 3
5 disparos recibidos 10
2 tarjetas amarillas 1
0 tarjetas rojas 0
11 faltas recibidas 17
17 faltas cometidas 11
153 perdidas de posesión 149
44 recuperaciones de posesión 43
3 fueras de juego 4
xxxxxx

La mano de Velázquez provoca la reacción ganadora del Real Zaragoza

Los aragoneses derrotaron 1-0 al líder, el Leganés, con un gol de Maikel Mesa antes del descanso en un partido límite en el que el nuevo entrenador aplicó un sistema de 5-3-2 que surtió efecto.

El Real Zaragoza salió del laberinto. Encontró la gatera ante el mejor equipo de lo que va de liga, el Leganés. En un día difícil de entrada, donde no cabía otra cosa que la victoria para ahuyentar los viejos y conocidos fantasmas de los problemas de la zona baja de la tabla. Con timonel nuevo en el banquillo, se trataba de un test clave para mesurar si había vida satisfactoria en un futuro próximo o si, por el contrario, venían curvas cerradas a corto plazo. El triunfo de los zaragocistas por 1-0 y lo visto en La Romareda vuelve a abrir las puertas de la esperanza.

El partido comenzó bajo el influjo del aire de restauración de hondura puesto en marcha por el debutante (en casa) Julio Velázquez. Utilizó algo inusual en la historia y la idiosincrasia del equipo zaragocista, la defensa de cinco, con dos laterales largos y tres centrales; un medio campo de tres piezas y dos puntas, que realmente eran postizos, no puros. Un 5-3-2 para sujetar mejor la defensa, tratar de tener superioridad en la zona creativa y, a partir de ahí, que llegaran las ocasiones de gol, aunque fuese por goteo. Algo tenía que inventarse Velázquez para remover a un equipo cadavérico desde hace tres meses.

Metió a Mouriño, Jair y Francés a cerrar la retaguardia, con Gámez y Valera (la gran novedad táctica) como carrileros. Aguado, Francho y Moya hicieron de tripleta central. Y Mollejo y Maikel Mesa de arietes forzados. No lo son, en puridad.

No fue un juego vistoso. No se vio una primera parte seductora. Era más sugerente ver y analizar sobre la marcha las intenciones de Velázquez con este plantel capitidisminuido, lleno de bajas importantes (Cristian Álvarez, Bakis, Nieto, Azón…) que pretender un espectáculo maravilloso. De una crisis no se suele salir con fuegos artificiales y bailando la conga en la grada. Sabido es. En frente, el líder, el sorprendente y rocoso Leganés, propuso poco. Jiménez, su técnico, dejó curiosamente aparcado su mecanismo de cinco defensas para apostar en Zaragoza con un 4-3-3. Tuvieron a veces el balón, porque el Zaragoza se lo cedió para salir a la contra aposta. Pero nunca gobernaron el timón del partido. Fue un líder decepcionante, en este sentido.

Hasta que llegó el 1-0 con el que se llegó al descanso, logrado por Maikel Mesa en la recta final del primer acto, ya en el minuto 39, el duelo fue espeso, cargado de pérdidas de balón por uno y otro bando, de movimientos poco claros en cuanto las dos escuadras pasaban la medular. Muy zaborrero todo. Hasta el minuto 15 no se vio un remate, fue del Leganés, de Diego García, de cabeza, altísimo. En el 19, el Real Zaragoza dispuso de una falta directa al borde del área, quizá la primera de toda la liga. De esas que en tiempos eran siempre medio gol. Esta vez, Moya lanzó raso, fatal, desviado. Fue la primera aproximación blanquilla, un amago sin pólvora.

La ocasión verdadera llegó en el 25, a pies de Maikel Mesa, en un centro de Moya que el canario controló antes de chutar a la media vuelta, cruzado, fuera. Le costaba mucho a los de Velázquez combinar hacia arriba. Chirriaba el método del 5-3-2, que no se ha trabajado más que en las últimas sesiones, demasiado poco. Había más intenciones que aciertos. Gámez centraba siempre mal. Valera llegaba arriba y no acababa nada. El Leganés, aludido por ese casi gol de Mesa, se fue un rato hacia el área de un nervioso Rebollo. Con los pies, el síndrome Poussin sigue instalado en la mente del de Lepe. Y generó tres oportunidades en tres minutos que hicieron temblar a la grada.

Miguel de la Fuente cabeceó fuera un centro de Chicco en el 27. En el 28, Raba lanzó una falta lateral cerrada, el balón botó sin que nadie lo despejara en el área pequeña y Rebollo atrapó justo sobre la raya cuando muchos se habían tragado la salve. Y en el 30, el propio Raba sacó un córner cerradísimo y el portero zaragocista evitó el gol olímpico a dos manos, de nuevo sobre la misma línea. Ahí, pasaron los de Velázquez su peor rato.

Pero el aldabonazo aislado del 1-0 dejó todo lo anterior en un entremés sin apenas sustancia para la evolución del duelo. Fue un balón que condujo Francho en vertical por el centro (es el único capaz de hacerlo), cedió a Mesa en la corona mientras el central Sáenz resbalaba y se caía redondo, él solo. Asunto clave este. Porque Mesa se quedó mano a mano ante Conde. No remató de primeras, se la dejó a Mollejo, que no conectó con la pelota y pareció echar a perder una ocasión inmejorable. Por fortuna, la pelota le cayó de nuevo a Maikel Mesa, que con sangre fría y clase la colocó junto al poste derecho, evitando a Miramón, que estaba bajo palos. La Romareda celebró un gol, emoción casi olvidada desde hace más de un mes. Este tanto, esta ventaja, dio otro lustre a la apuesta de Velázquez. Con resultados, todo parece mejor, incluso bueno. El descanso fue un bocado agradable para este Zaragoza bajo los efectos de un modo de jugar experimental.

El segundo tiempo empezó sin cambios nominales. El Leganés debía mutar radicalmente su actitud expectante. Y el Zaragoza, mostrar si era capaz de aguantar un marcador en franquicia sin sufrir los batacazos de tantos y tantos días precedentes. El primer ataque fue zaragocista, con Gámez por su banda, apoyo en Francho y disparo alto de Moya desde la frontal del área. Se veía más calma y confianza en los aragoneses. Desde muy pronto, los de Velázquez aplicaron lo que hacía días y días no se veía por estos lares: acciones del 'otro fútbol', pausa en el guion del partido, interrupciones cadenciosas bien distribuidas. Y desde la portería propia, cuando era menester, sacaba largo Rebollo, con Jair incorporado en juego detenido a la banda derecha, línea medular, para ser el receptor. Se vieron cosas ensayadas, trabajo de campo.

El reloj fue avanzando sin casi sustancia que anotar. El Leganés era un zombi sobre el césped, gracias al hacer ordenado del Zaragoza. Un líder decepcionante, por otra parte. En otros tiempos, los líderes siempre mostraban hechuras propias de líderes. Este Leganés pareció un bloque ramplón, impropio de su posición en la tabla. Se alcanzó el minuto 70 entre faltas, tarjetas, barullos, decibelios en los graderíos y, de fútbol, casi nada. Esta vez, este tipo de detalles beneficiaban a los zaragocistas, ganadores puntuales en el marcador desde el 39. Los madrileños tardaron en mover el banquillo. Y solo apostó su técnico por Portillo como primer revulsivo. Velázquez aguantó su plan inicial de modo infinito. No estaba en sus planes hacer sustituciones.

Hasta el minuto 72 no creó una opción de peligro el Leganés en el área de Rebollo. Fue un disparo flojo, fuera, de David García desde el borde del área. Se acercaba el final del envite y la victoria zaragocista empezaba a fraguar. El reto de los de Velázquez era evitar los fiascos monumentales de los últimos cuartos de hora de partido en tantos antecedentes. Jiménez, el técnico visitante, hizo un triple movimiento, ya a la desesperada, en el 78. Su equipo era, literalmente, un desastre en la faceta ofensiva. Y el nuevo entrenador zaragocista respondió por primera vez, estrenando las permutas, relevando al agotado goleador Mesa por Grau. Un ‘delantero’ por un medio centro defensivo. La Puerta del Carmen desde el minuto 80, con Mollejo solo en punta. Todo esto era comprensible en un día como este.

El partido encaró su recta final entre la nada. Un Leganés histérico e incapaz frente aun Zaragoza firme, convencido. Velázquez hizo entre el 88 y el 89 tres relevos. Más dosis de ‘otro fútbol’. Por goteo. Bermejo, Enrich y Vaquero entraron al escenario para poner savia nueva en los 6 minutos de aumento. Con Moya aparentemente lesionado. Hasta Borge asomó en el 93 en vez de Valera para seguir limando segundos al crono. El último coletazo del Leganés, entre tanto lío y parón, lo puso Ureña, entrando en el área pequeña por el lateral en el 94, pero su centro no halló rematador, milagrosamente.

Entre la algarabia y el bullicio de las tribunas de La Romareda, el árbitro pitó el final del duelo con la resurrección del Real Zaragoza hecha realidad. Tres meses después, celebró un triunfo en casa. Se acabó la racha horrible que se llevó por delante a Escribá. Velázquez, tras el borrón de Albacete recién llegado, ha sido capaz de aplicar con éxito el desfibrilador al cadavérico equipo heredado. Excelente noticia para el paciente y para toda la familia, esos miles y miles de zaragocistas que necesitan poco para venirse arriba. Se celebró el 1-0 final como solo en Zaragoza se sabe hacer.

 

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