lunes, 5 de febrero de 2024

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº25 (6.2.2024)

 

 LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº25 (6.2.2024)

PARTIDO OFICIAL Nº 3637

 REAL ZARAGOZA 3-0 REAL SPORTING

1-0, min. 38: Izquierdoz, en propia puerta.

2-0, min. 65: Maikel Mesa.

3-0, min. 70: Francho.

Ficha Técnica

Real Zaragoza: Badía; Zedadka (Lecoeuche, 82), Mouriño, Lluís López, Francés, Mollejo (Manu Vallejo, 82); Raúl Guti (Grau, 55), Moya, Francho; Maikel Mesa (Valera, 82) y Azón (Sergi Enrich, 82).

Sporting Gijón: Yáñez (Chistian Sánchez, 77); Pascanu, Izquierdoz, Rober Pier, José Ángel Cote; Nacho Méndez (Roque Mesa, 71), Rivera (Varane, 81); Hassan (Villalba, 82), Gaspar Campos; Otero y Djurdjevic (Mario González, 71).

Árbitro: Ais Reig (Comité Valenciano). Amonestó a Cote (15), Rivera (36) y Mollejo (45+1).

Goles: 1-0, min. 38: Izquierdoz, en propia puerta. 2-0, min. 65: Maikel Mesa. 3-0, min. 70: Francho.

Incidencias: Noche fría, con 8 grados al inicio del partido (las 20.30), con la niebla cayendo poco a poco sobre Zaragoza. El césped presentó un buen estado visual. Asistieron alrededor de 25.000 espectadores a las gradas del estadio. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Felipe Ocampos, delantero de los Zaraguayos, fallecido la semana pasada. Los jugadores lucieron unas cintas verdes en un brazo en apoyo a la lucha contra el cáncer.

Real Zaragoza 3-0 Sporting

42.2 % Posesión 57.8 %
5 remates dentro 2
4 disparos bloqueados 1
4 remates fuera 5
8 disparos recibidos 14
1 tarjetas amarillas 3
0 tarjetas rojas 0
6 faltas recibidas 13
15 faltas cometidas 6
112 perdidas de posesión 129
46 recuperaciones de posesión 40
2 fueras de juego 0
xxxxxx

El Real Zaragoza recoge los gruesos regalos del Sporting y lo golea 3-0 en una noche de aciertos

Izquierdoz, en propia puerta, adelantó a los aragoneses antes del descanso tras un mal primer tiempo. Después, Mesa y Francho aumentaron el tanteo. Guti se fue lesionado.

Lunes de rebajas en La Romareda. El Real Zaragoza, que fue de menos a más en su rendimiento y acierto a consecuencia de la catastrófica actuación del rival, un Sporting de Gijón desconocido, lleno de errores gruesos en defensa y medio campo, acabó goleando a base de aprovechar tres de los varios regalos de gran calibre que le proporcionaron los adversarios. El equipo aragonés, así, asciende a la 10ª posición a solo 4 puntos de la zona de promoción de ascenso a Primera.

El duelo fue, durante toda la primera mitad, una nueva dosis de fútbol arrugado, de quincalla, eso que en Segunda División hace ya un tiempo se vende como plata de ley y, los más osados, tratan de hacerlo pasar por baño de oro de algún que otro quilate. Los equipos son, normalmente, tal para cual. Da igual el nombre y el estilo. El que no tiene pero, tiene manzano. El Sporting de Gijón, rival de turno este lunes invernal, 2º clasificado hasta hace dos semanas (parece increíble viéndolo jugar), tuvo un cuarto de hora al inicio del duelo en el que pareció que se iba a comer el mundo… pero fue una mentira a medio plazo y un fraude de publicidad a largo. Porque el partido de los cantábricos fue horrible en grado superlativo.

Hassan, su extremo derecho egipcio, empezó pudiendo con Mollejo, su par, y provocó tres incursiones de miedo. En una, disparó raso en el minuto 4, fuera pegado al palo izquierdo de un Badía que acabó por no romper a sudar y se llevó la camiseta impoluta al descanso. Ojo, fue lo único que hicieron los asturianos en la primera mitad. El resto, fuegos de artificio, pero de bengalas de cumpleaños y petardos de feria. Nada lujoso. Baratijas de cañizo de fiestas rurales. Al Real Zaragoza, siempre tan temeroso de cualquier rival, al que somete muchos de sus movimientos iniciales en cada choque liguero (método Julio Velázquez), le costó descifrar que los rojiblancos eran más fachada que poderío real. Mollejo espabiló pronto ante la amenaza de Hassan. Se sintió enseguida señalado. Le marcó los tobillos en una presión de larga duración en una jugada en medio campo y ahí le bajó la fuerza. Fue como un tercio de varas. A partir del minuto 10, fue Mollejo el que se comió al rival. Y así, en ese minuto, firmó la primera llegada al area con algo de cicuta: un centro-chut largo, al segundo palo, que se marchó alto por un palmo.

Antes, en un pelotazo largo sin opciones para Azón (nulo, aislado) ni Mesa (otro semejante a su colega casi toda la velada), un resbalón del portero Yáñez antes de golpear estuvo a punto de generar un gol de reportaje de chanza, con musica de Benny Hill, de esos que antes se ponían en Nochevieja para regocijo general. Algo que hubiera devuelto el favor de Poussin al Sporting en El Molinón, en el principio del fin del portero francés, de Escribá y quien sabe si de aquel Zaragoza que amagó ser pujante en agosto y algo de septiembre. Mera anécdota, pues el portero de los astures rectificó a tiempo y evitó el ridículo infinito.

En el 16, Moya tuvo una falta gemela al borde del área a aquella que lanzó a la escuadra hace dos semanas y originó el segundo gol ante el Andorra, con la chilena posterior de Gámez, esta vez baja por lesión, lo que favoreció el debut del franco-tunecino Zedadka. Esta vez, por dos veces, lanzó a la barrera. Se quedó corto de fuerzas y de golpeo inferior al balón. El Real Zaragoza llegaba cerca de la zona del peligro con cuentagotas. Su juego sigue siendo soporífero. De control atrás, de mucha presión en todas las zonas (también los delanteros se lo trabajan bien), pero de escasísima salida en control de medio campo hacia el área. Zedadka remató alto de volea en el 30 un centro largo de Mollejo (solo este jugador aparecía en todas las fotos del juego ofensivo, a base de corazón, más que de calidad).

Y así, en el parsimonioso tempo del juego de ambas escuadras, llegó el gol que abrió el marcador. Como ante el Andorra, ya cerca del intermedio y entre el aburrimento global. Una pérdida del Sporting en la salida permitió a Francho controlar un balón en tres cuartos, ver el desmarque de Mollejo en el segundo palo y ponerle un centro de rosca muy valioso. El manchego armó el cuerpo, remató con la frente y, cuando el balón se iba fuera del marco por el palo contrario, el veterano zaguero argentino del Sporting Izquierdoz metió la puntera de modo suicida y se marcó en propia portería. Un regaló que agradecer en días de carestías. El polivalente zaragocista mereció que el tanto llevara su firma, pero no puede ser. No se puede forzar tanto la evaluación.

Velázquez había logrado otra vez su propósito: adelantarse en el marcador con muy pocas llegadas, con escasos remates. Ese plan ya inoculado a la plantilla que dice que hay que guardar la portería propia a cero y hacer largos los partidos. Porque así, habrá muchos días en que caerá la breva sola de la higuera, a poco que se la madure, se mueva el árbol y se merodee de vez en cuando a los porteros adversarios. La Segunda española de 2024 permite apostar por tamaña racanería como modelo de juego que patrocine aspirar a la promoción de ascenso al final del curso. No es una liga de brillos, ni de embellecedores bonitos, ni de acabados delicados. Con un equipo de batalla se puede hacer lo mismo o más que si se buscan frivolidades en un lugar sin espacio ni humor para ello.

El descanso apenas cambió nada. Porque el que tenía que reaccionar, que era el equipo de Gijón, salió dormido. Raúl Guti, en su redebut zaragocista, lanzó al palo tras un pase atrás de Zedadka (el otro estreno del día) en una contra bien llevada por cuatro zaragocistas en el minuto 49. Ahí debió estar la sentencia. En la acción, el ‘goleador’ Izquierdoz lo golpeó a toro pasado en un tobillo y la rodilla le hizo un feísimo gesto. Fue atendido el canterano, muy dolorido. Intentó continuar, pero acabó roto. Llorando como una Magdalena se marchó suplido por Grau en el 55. Huele a debut y baja para un tiempo prudencial. Veremos el parte médico, si lo hubiere.

Entretanto, los asturianos dieron señales de algo de vida en el 56, con un disparo de Gaspar Campos desde la frontal del área que se le fue alto por poco. Y las confirmaron, con el Zaragoza aculándose cada vez más por instinto propio y por mandato del banquillo, en el minuto 62 con un disparo al larguero de Cote, tocado por Badía, tras una dejada atrás de Otero. Todo ello en pleno acoso rojiblanco, sin cesar ante la incapacidad zaragocista por manejar el balón durante un cuarto de hora de verlas venir, aprovechando la ventaja y a la espera de que la higuera diera más adelante otro fruto en forma de breva. Estrategia cosechera.

Y, ciertamente, Velázquez tiene su aquel en esto de poner la cesta justo donde va a caer el higo maduro. Es el típico arriero al que hay que seguir a distancia y descubrir de dónde saca lo que lleva a casa. En el 65, en una salida desde atrás del Sporting en la que sus jugadores se liaron de mala manera, Maikel Mesa le robó la pelota a Rober Pier y, solo ante Yáñez, lo batió por bajo. Era el 2-0, surgido del margen del libro, donde no había letras que leer a primera vista. Otro tanto para el canario. Este jugador está desaparecido toda la noche y, cuando sale de la sombra, apunta y mata. Su rentabilidad, más allá de su constancia, que no es mucha en el ritmo de las combinaciones, es soberbia.

Y para que los regalos y donaciones de los gijoneses no se quedaran en pares, el guion de la obra trajo enseguida un tercero. Sacó largo Badía con el pie, el balón botó en medio campo asturiano, Rober Pier le pasó la pelota al portero Yáñez de cabeza y este, incomprensiblemente, lo dejó escapar sin atajar. Una charlotada. La devolución, ahora sí, de aquello de Poussin en El Molinón. Francho, que la vio venir, se quedó solo a puerta vacía y marcó el 3-0 entre el cachondeo del graderío y la petición de cambio de Yáñez al poco (este portero desdeñó fichar en verano por el Real Zaragoza porque quería garantizar su titularidad). El karma existe.

En los minutos finales, el Real Zaragoza pudo haber redondeado una goleada para recordar. Pero ni pudo si supo hace más sangre. Sergi Enrich, recién aparecido, remató a la media vuelta y centro raso y su vaselina, en semifallo, la sacó a córner Christian Sánchez, el suplente, en el 84. Y Manu Vallejo, en el enésimo error horripilante de Rober Pier en el 88, se quedó mano a mano ante el portero y remató contra su cuerpo. La grada festejó como debía un marcador tan holgado y anómalo en Segunda. Entran pocos en docena. En el presente de hojalata, un 3-0 hace olvidar los modos y maneras. Hoy cuenta el qué y el cuánto. No el cómo ni el porqué. Así que el partido acabó con el himno a todo trapo en las gradas. La bisutería también viste. Si señor. Que nadie lo niegue ni lo ponga en duda.

 

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