domingo, 11 de febrero de 2024

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº26 (11.2.2024)

 

LIGA 2ªDiv. 2023/24 JORNADA Nº26 (11.2.2024)

PARTIDO OFICIAL Nº 3638

 EIBAR 1-0 REAL ZARAGOZA 

1-0, min. 7: Bautista

Ficha Técnica

SD Eibar: Luca Zidane; Tejero, Berrocal, Arbilla, Ríos Reina; Vencedor (Sergio Álvarez, 72), Matheus Pereira; Aketxe (Corpas, 72), Mario Soriano (Nolaskoain, 63), Stoichkov; y Bautista (Sergio León, 84).

Real Zaragoza: Badía; Gámez (Zedadka, 46), Mouriño (Bakis, 78), Lluís López, Francés, Mollejo; Aguado, Moya (Valera, 46), Francho; Maikel Mesa (Manu Vallejo, 86) y Azón (Sergi Enrich, 63).

Árbitro: Trujillo Suárez (Canario). Amonestó a Berrocal (46) y Matheus Pereira (82).

Goles: 1-0, min. 7: Bautista.

Incidencias: Tarde fresca en el interior de Guipúzcoa, con 8 grados y algo de viento. El césped de Ipurúa presentó un buen aspecto. Asistieron al partido alrededor de 6.200 espectadores, entre ellos unos 400 seguidores zaragocistas.

Los jugadores del Real Zaragoza portaron una camiseta antes del inicio con la leyenda ‘Fuerza Guti’.

Eibar 1-0 Real Zaragoza

49.7 % Posesión 50.3 %
4 remates dentro 1
2 disparos bloqueados 3
4 remates fuera 9
13 disparos recibidos 10
2 tarjetas amarillas 0
0 tarjetas rojas 0
6 faltas recibidas 7
7 faltas cometidas 6
141 perdidas de posesión 141
51 recuperaciones de posesión 45
30 fueras de juego
 
El Real Zaragoza se queda muy escaso ante un Eibar superior y cae por 1-0

Un gol tempranero de Bautista para los vascos fue suficiente para tumbar al equipo de Velázquez. Badía evitó un tanteo mayor en la primera mitad y, en la segunda, reaccionó aunque sin gozar de demasiadas ocasiones. 

Al Real Zaragoza le vino grande el partido de Ipurúa ante el 2º clasificado, un Eibar que fue superior en todas las facetas del juego y, en la primera parte, indultó a los aragoneses de un marcador más abultado, con la participación de Badía como clave para tal hecho. Quería el Zaragoza alzarse a la cabeza de la tabla, necesitaba vencer. Pero en ningún momento dio muestras o indicios de que eso pudiera estar a su alcance, pese al intento de reacción obligada tras el descanso. 

Después de más de dos meses con Velázquez al timón, es posible que nadie en el zaragocismo esperase algo novedoso o sorprendente en este nuevo partido, el de Éibar. Como él dice, su equipo es perfectamente reconocible. Esta vez, con Gámez y Aguado de nuevo en el once inicial (en los puestos de Zedadka y el lesionado Guti), el juego del bloque aragonés fue del tenor de tantos otros días. Espeso, feo, mecanizado, mediatizado por las hechuras del rival y, lamentablemente, desde muy pronto a remolque del marcador. Esto fue lo más decisivo. 

Porque el Eibar se adelantó en el minuto 7, en su primera llegada, con un golazo de cabeza de su ariete Bautista, a centro medido de Tejero, al culminar una jugada individual de Matheus Pereira, que recorrió 50 metros con el balón en los pies sin que nadie le estorbara entre los zaragocistas, que lo siguieron con la mirada. Mouriño llegó tarde a la marca, desde atrás, porque por delante Lluís López no estaba. Fue como salir del vestuario con el 1-0 adverso. Y eso siempre marca para mal al receptor del tanto.

Pareció reaccionar el Real Zaragoza con este rejón negro y Azón, en un taconazo de recurso, bonito, a centro raso de Francho en el minuto 10, lanzó la pelota fuera cerca del palo izquierdo de Zidane. Fue una cuestión aislada, sin apenas continuidad. Los eibarreses se merendaron a los de Velázquez durante media hora de presión, combinaciones vistosas y llegadas de gran peligro al área de Badía, que evitó que el tanteo se fuese a 2-0 o 3-0 con dos paradones. Uno, en el minuto 12, ante Mario Soriano, mano a mano, después de que el punta local hubiese regateado a Lluís López en el punto de penalti. Y otro, en el 28, similar, cara a cara ante Bautista, que dejó sentado a Francés y chutó sobre el cuerpo del portero zaragocista cuando todo el mundo cantaba el gol.

Entremedias, ya en el 18, el mismo Bautista había dejado atrás en carrera, al espacio, a Francés y su disparo, con escaso ángulo y tras una duda en la salida de Badía, se le marchó fuera del marco. Y en el 21, Vencedor, tras el rechace de uno de los varios córneres que lanzó el Eibar, disparó solo en el borde del área, entre la maraña de piernas, y el balón rozó el palo por fuera, con el guardameta batido. En definitiva, que en una tarde de acierto local, el roto podía haber sido de grandes dimensiones por la blandura defensiva del Zaragoza y, por extensión, por la falta de respuesta de su tropa creativa ante la iniciativa total de los vascos.

Dos veces, esporádicamente, llegó el Real Zaragoza al marco de Zidane antes del descanso. En el 24, Azón cabeceó una segunda acción tras un saque de esquina, un tanto forzado, fuera, alto. Y en el 36, Mollejo, desequilibrado y en un escorzo raro, metió la puntera y remató alto, cerca de la escuadra derecha. Fueron jugadas súbitas, repentinas, no fruto de ninguna regularidad en el manejo del balón. El Eibar, en su retaguardia, daba muestras de ser quebradizo. Pero los Mesa, Azón, Moya, Aguado, Francho o los laterales Gámez y Mollejo no lograron nunca hilvanar algo potable. Lo de siempre o casi siempre.

Lo mejor, con creces, al llegar el intermedio era el resultado. Como le gusta subrayar a Velázquez, con solo 1-0 abajo en un día de 3-0, el Real Zaragoza “estaba en disposición de ganar”. Necesitaba voltear el marcador, claro. Pero no estaba reventado, como bien pudo hallarse a estas alturas de la película. El éxito pasaba por anular o difuminar las jugadas ligadas de Stoichkov, Bautista, Aketxe, Ríos Reina, Tejero, Matheus… demasiadas y demasiado ágiles para la falta de pericia de los defensores zaragocistas, que quedaron en evidencia con mucha asiduidad.

Cómo vería de mal las cosas el técnico zaragocista que hizo un doble cambio y modificó el diseño táctico al comienzo de la segunda parte. Dejó a Gámez (muy desdibujado tras su baja por lesión) y a Moya (nulo, sin mezclar en el doble pivote con Aguado) y metió a Zedadka y Valera. Así, Mesa pasó a ser volante, paralelo con Francho. Y Aguado se quedó solo en el timón, a su gusto. Francho, que había jugado la primera fase casi de enlace, cerca de Mesa en la segunda punta, centró mucho más su punto de partida. Y Valera se abrió por la derecha como un extremo más delantero que otra cosa. La variación más sustancial, no obstante, fue el adelantamiento de Mollejo como extremo zurdo y la basculación de Francés como lateral izquierdo en todas las jugadas de ataque aragonesas. Un 4-3-3, por lo tanto.

En el primer cuarto de hora de la reanudación pasaron pocas cosas. También como es receta preferida de Velázquez. Entre que los cambios parecieron mejorar algo al Zaragoza (señal de que el plan inicial estaba equivocado) y que el Eibar salió de la caseta un poco a verlas venir, jugando con el marcador a favor y la fuerza de su estadio, las llegadas a las áreas fueron más amagos que golpes serios. El primero de verdad lo dio el cuadro zaragocista, en una incursión de Mollejo tras taconazo de Francés que concluyó con un chut duro que echó a córner Zidane por encima del larguero en el 57.

Abandonó el mando el equipo guipuzcoano y se dejó flotar al ver que el Real Zaragoza tampoco era un equipo demasiado ducho en las labores de gobierno de un partido. Etxeberria, técnico local, echó a su bloque tres pasos atrás. Quitó a Soriano, mediapunta, y metió a Nolaskoain, un medio cierre. Entretanto, Velázquez cambió al ‘9’: Azón por Sergi Enrich, que volvía a donde jugó media docena de años y donde hizo carrera en Primera División. Faltaba más de media hora cuando ambos entrenadores movieron estas piezas.

Tras 10 minutos de nada, el Eibar movió de nuevo el árbol del banquillo. Sergio Álvarez y Corpas dieron oxígeno al medio campo y la punta local. Su banquillo es de alto rango. Y Etxeberria, como la inmensa mayoría de los preparadores de Segunda, demostró esta vez una querencia al conformismo, a cerrar con mucha antelación el duelo con el tempranero 1-0 que había sido incapaz de aumentar en su rato de bonanza. Especulación, se llama eso. En frente, el Real Zaragoza miraba el cronómetro y ya marcaba el 75, sin que nadie lograse entrar en el área azulgrana con algo de intención. Mala reacción es la que durante 20 minutos de reloj no contempla ninguna aproximación con veneno al área adversaria. El Eibar vivía demasiado tranquilo ante la inoperancia ofensiva blanquilla.

A falta de 12 para el final, Velázquez hizo reaparecer a Bakis. Retiró a Mouriño, hizo un doble delantero centro con dos extremos, siendo el zurdo Mesa, pues Mollejo volvio a retrasarse como lateral por tener que irse Francés al centro. Un 4-2-4. Esos vaivenes tácticos que si salen bien son motivo de loas y alabanzas y que, si no dan resultado, dan pie a sostener que el galimatías de las sustituciones y el bamboleo de posiciones lleva al equipo a un alboroto inútil.

En la recta final, en la nebulosa del fútbol arrugado de unos y otros, Corpas se aproximó al gol con un disparo en el área que taponó felizmente Francés, a córner, en el 81. Era la primera llegada eibarresa desde el descanso. Este detalle habla del formato del segundo tiempo: una menestra de intentos fallidos, de malas decisiones de ambos equipos. Como bala última, Velázquez usó a Vallejo en vez del ido Maikel Mesa, en el 86. En el batiburrillo global, Stoichkov estuvo cerca del 2-0 en el 87, solo tras pase de Corpas, pero su remate a placer se le marchó cruzado, fuera. En el Zaragoza, lo más parecido a una ocasión de gol (hay que forzar de lo lindo la evaluación), fue un centro de Francho tras error de Arbilla en el 88 que, como es habitual, no encontró rematador.

Y el partido acabó con indignación entre los zaragocistas pues, en tiempos de largos aumentos, Trujillo no quiso exponerse y dio solo 2 minutos de más. Que cumplió a rajatabla pese a que Zidane echó a perder uno en un saque de puerta. Sibilino, el árbitro. A la vieja usanza.

 

 

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