LIGA 2ªDiv. 2024/25 JORNADA Nº20 (17.12.2024)
PARTIDO OFICIAL Nº 3676
REAL ZARAGOZA 2-3 REAL OVIEDO
1-0, min. 20: Liso
2-0, min. 32: Adu Ares
2-1, min. 50: Chaira
2-2, min. 65: Alemao
2-3, min. 92: Chaira.
Ficha técnica
Real Zaragoza: Femenías; Luna (Jair, 92’), Lluis López, Vital, Tasende; Toni Moya, Francho, Keidi Bare (Aguado, 92’; Adu Ares (Aketxe, 86’); Azón (Marí, 45’), Liso (Pau Sans, 72’)
Real Oviedo: Braat,; Lucas Ahíjado (Costas, 46’), Luengo, Dani Calvo, Rahim; Sibo, Del Moral (Álex Cardero, 46’); Portillo (Paulino de la Fuente, 81), Moyano (Hassam, 59’); Paraschiv (Chaira, 46’) y Alemao.
Goles: 1-0, min. 20: Liso. 2-0, min. 32: Adu Ares. 2-1, min. 50: Chaira. 2-2, min. 65: Alemao. 2-3, min. 92: Chaira.
Árbitro: Pérez Hernández (Comité de Madrid). Mostró amarillas a Bare (24’), Adu Ares (27’), Ahíjado (36’), Del Moral (36’), Moyano (47’), Braat (51’), Cardero (60’), Vital (75’).
Incidencias: Partido de la jornada 20 de liga jugado en La Romareda, con unos 12.813 espectadores en las gradas. Noche muy fría, césped en perfecto estado. Se guardó un minuto de silencio por la muerte de la niña atropellada por el tranvía por la mañana en la parada de La Romareda.
Real Zaragoza 2-3 Real Oviedo
46.2 % Posesión 53.8 %
10 remates dentro 5
8 disparos bloqueados 3
3 remates fuera 7
15 disparos recibidos 21
3 tarjetas amarillas 5
0 tarjetas rojas 0
20 faltas recibidas 13
15 faltas cometidas 21
136 perdidas de posesión 132
46 recuperaciones de posesión 56
1 fueras de juego 2
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Un Real Zaragoza en ruinas pierde contra el Oviedo (2-3)
El equipo aragonés tira el partido en la segunda mitad, desaprovechando un 2-0 tras una gran primera parte. La mala lectura de Víctor Fernández, los ajustes y recursos del Oviedo y el bajón físico explican una nueva derrota que agrava la crisis.
El Real Zaragoza debe plantearse adónde va y dónde quiere ir. Con su actual estado de las cosas, con una nueva derrota y una crisis supurante e incurable, no hace falta ser muy avispado para saberlo: La Romareda está curada de espanto, tiene experiencia de sobras en episodios como este y en dónde desembocan.
El Zaragoza volvió a perder (2-3). Son siete partidos seguidos sin ganar, solo una victoria en nueve jornadas. Números que ponen a Víctor Fernández en un lugar donde solo él puede resistir gracias al pasado. El presente no permite muchas vueltas a las interpretaciones. El Zaragoza tiró un 2-0 contra el Oviedo después de una primera mitad en la que corrió, tuvo piernas y recuperó las esencias del fútbol que mejor ha expresado este año. Los goles de Liso y Adu Ares se quedaron cortos.
Pero el Oviedo es mejor equipo, también mejor plantilla. Y en la segunda mitad le pintó la cara al conjunto aragonés. La penosa lectura de partido de Víctor Fernández no reforzando el mediocampo al comienzo de la segunda mitad para proteger el 2-0; la caída física de un equipo que había vivido de sus piernas; y los ajustes y recursos del Oviedo desde el banquillo condenaron al Zaragoza, en el que Keidi Bare falló un penalti decisivo en el ecuador de esa segunda mitad en la que ensució todo lo bueno que hizo en la primera.
Víctor Fernández introdujo cinco cambios respecto a Eibar, con los regresos al once de Tasende, Vital, Bare, Toni Moya y Liso, y desarmó el sistema 5-4-1 para devolver a Zaragoza a un 4-4-2 en el que Francho Serrano se movió como interior derecho. Otro volantazo al sistema, signo de soluciones que no llegan. El centrocampista canterano, una navaja suiza, fue la figura clave desde la que se puede explicar el planteamiento del equipo aragonés, ante un Oviedo vulnerable en la pérdida del balón y con dos centrales, Luengo y Calvo, que sufren cuando ven el fútbol de espaldas, cuando les giran la bisagra de la cintura y deben defender volviendo a su portería
La reubicación de Francho, en comparación con Aketxe, le dio muchas piernas al Zaragoza, reuniéndose así los futbolistas de la plantilla más capacitados para la carrera: Francho, Liso, Azón, Adu Ares, Luna…
El Oviedo empezó con el mando, pero eso significó poco a efectos de dominio. Es un equipo atrevido con la pelota, que se despliega con mucha gente. Esta vez, Calleja alineó un 4-4-2, con una doble punta -Paraschiv y Alemao-, y con Moyano y Portillo en los extremos. Son dos jugadores, con muy buen pie, inteligentes, dúctiles, pero con tendencia interior. Y eso facilitó que el Real Zaragoza castigara al rival desde el robo, las presiones altas, los duelos ganados y el destajo con el que se emplearon Moya y Bare en el doble pivote.
Alemao y Moyano lo probaron desde lejos, en un periodo del duelo en el que Oviedo sujetaba la pelota, la metía en campo rival, pero apenas progresaba, bien contenido por la doble línea de cuatro hombres del Zaragoza. Poco a poco, los de Víctor fueron conduciendo la trama hacia el fútbol en el que mejor se expresa, acercándolo al vértigo que tanto ha definido su identidad en sus días más redondos, intencionados y eficaces. Así, el Zaragoza se puso a cabalgar aprovechando que el Oviedo planteaba un juego abierto.
El lado de Francho fue la correa de transmisión principal, con Liso y Azón jugando profundos contra los lentos centrales ovetenses. Ahí, estuvo el partido. Francho probó a Braat antes de que Adu Ares lo intentara tras un jugada de Azón, primero, y con un tiro manso, después, tras robarle la cartera a un débil Ahíjado. A partir de ahí, el Zaragoza roció de ocasiones al Oviedo. Un robo de Bare en tres cuartos, lo cazó Liso, lo empaló y su disparo ahuecado y fugaz se lo comió Braat, a quien la pelota se le convirtió en un polvorón que se le deshizo por debajo de las piernas.
El regalo del portero francés avivó la mecha. Francho se puso a correr los cien metros lisos en la derecha, levantó la cabeza y cruzó un centro que remató Adu Ares, pero, esta vez, Braat se redimió, sacando una espuela salvadora. No se paró el Zaragoza. Una buena acción combinativa de Bare y Tasende fue a la corona del área y ahí Adu Ares, esta vez sí, la metió dentro. El Zaragoza era frenesí, desmelene y “rock and roll”. Un avión volando sobre el Oviedo. Liso pudo meter el tercero, pero se empachó de balón, con Azón solo. El Zaragoza pudo llenar el saco, jugando en ese contexto que le hace peligroso: verticalidad, volumen ofensivo y pegada.
El Oviedo trató de reaccionar en el tramo final, pero con demasiado artificio, solo Portillo, su astucia y oficio, trataba de meterle oxígeno a su equipo, que cerró el primer tiempo con ocasiones vaporosas de Del Moral, Moyano en una falta y Alemao.
El Oviedo aprovechó el descanso para mudarse por completo. Ahíjado finalizó su pesadilla en el lateral derecho, entró el escurridizo Chaira, reforzó Álex Cardero el medio… Los asturianos pasaron al 4-2-3-1, y en la primera acción jugosa, Chaira agarró una pelota a 30 metros y se la colgó en la escuadra a Femenías como quien cuelga un cuadro en un museo. Golazo.
Sin pausa, Luna corrió la banda, salió Braat y se lo llevó por delante. Penalti. Otro desliz del portero francés. Pero, de nuevo, se redimió: aguantó a Bare -algo que no resultó difícil- y el albanés arruinó a su equipo.
El Oviedo se fue a la carga, metiendo con Chaira y Hassam una velocidad que convirtió el partido en una carrera de Fórmula 1. Los espacios empezaron a hacerse largos y anchos. Al Zaragoza ese órdago a la grande le venía bien, pero cuando dependes de las piernas, dependes del físico. Y, sin Azón, y con Liso y Francho nadando en ácido láctico, fundidos los mejores atletas, Braat quedaba cada vez más lejos. Chaira, inmenso, robó, Cardero centró y Alemao, desatendido por Lluis López e inalcanzable por alto para Bare, cabeceó a gol. Otro zarpazo rival en centro lateral y otra prueba de los problemas del Zaragoza para proteger su área.
Liso volvió a negarle un pase a Ares y se jugó una toda él, Bare lo probó de lejos en una carrera… Pero el Zaragoza iba perdiendo fuelle, ideas y precisión… Los nervios también jugaban ya. Los miedos. La crisis. La caída del equipo… Luengo tiró al palo y Hassam rozó el gol en el rechace. El Oviedo sitiaba al Zaragoza, lo empujaba a su portería, atornillándolo en su área. El partido llegó a un punto en el que había que pensarse las cosas. El Oviedo había hecho lo difícil, así que amainó su fútbol.
Entró Aketxe en el Zaragoza, cuando el partido bajaba sus revoluciones. Pero los asturianos reservaban su bala de plata. Chaira, con todo a favor, perdonó a puerta vacía. No lo hizo después. Ya sobre el minuto 90, sentenció al Zaragoza, mientras Víctor Fernández preparaba a Jair y Aguado en la banda. Ese cambio, finalmente completado, sirve como síntoma de un equipo, de un entrenador, desquiciados. Al Zaragoza se le ha olvidado ganar.
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