sábado, 14 de diciembre de 2024

LIGA 2ªDiv. 2024/25 JORNADA Nº19 (14.12.2024)

 

LIGA 2ªDiv. 2024/25 JORNADA Nº19 (14.12.2024)

PARTIDO OFICIAL Nº 3675

 EIBAR 2-1 REAL ZARAGOZA 

1-0, min. 20: Antonio Puertas

2-0. min. 53: Madariaga

2-1, min. 80: Liso

FICHA TÉCNICA

Eibar: Magunagoitia; Corpas, Chema Rodríguez, Arambarri, Cristian G. (Hodei, 75’); Sergio Álvarez, Matheus Pereira (Nolaskoain, 66’); Puertas (Alkain, 75’), Madariaga, Toni Villa (Guruzeta, 66’); Jorge Pascual (Bautista, 83’).

Real Zaragoza: Femenías; Luna, Lluis López, Jair Amador, Clemente (Soberón, 70’), Calero; Marc Aguado (Pau Sans, 70’, Francho ; Aketxe (Liso, 61’), Adu Ares (Toni Moya, 61’); y Azón (Marí, 77’).

Goles: 1-0, min. 20: Antonio Puertas. 2-0. min. 53: Madariaga. 2-1, min. 80: Liso.

Árbitro: Muresan Muresan (Comité de Valencia). Mostró amarillas a Adu Ares (24’), Jair Amador (35’), Matheus (62’), Antonio Puerta (68’), Pau Sans (80’), Calero (82’).

Incidencias: Partido de la jornada 19 de liga jugado en Ipurua, con unos 4.779 espectadores en las gradas, 300 de ellos del Real Zaragoza. Tarde lluviosa, en una tarde fresca. Césped en perfecto estado, resbaladizo por la lluvia acumulada.

Eibar 2-1 Real Zaragoza

48 % Posesión 52 %
6 remates dentro 3
4 disparos bloqueados 2
3 remates fuera 1
6 disparos recibidos 13
3 tarjetas amarillas 4
0 tarjetas rojas 0
11 faltas recibidas 13
14 faltas cometidas 13
142 perdidas de posesión 156
55 recuperaciones de posesión 49
2 fueras de juego 1
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Un perro verde: el Real Zaragoza pierde en Eibar (2-1)

Una Zaragoza cada vez más decadente y desorientado cae en Ipurua en un mal partido, superado por un rival con mejor fútbol e ideas. El equipo de Víctor Fernández suma seis jornadas sin ganar.

Un perro verde. Eso es el Zaragoza ahora mismo, una criatura extraña, rara, inexplicable, imposible de clasificar dentro de los patrones de un fútbol competitivo. En Ipurua, en el día que estrenó esa piel verde lisérgica de su nueva camiseta, el equipo de Víctor Fernández sumó su sexta jornada sin ganar, entrando de lleno en estado crisis y derrumbándose cada vez más en la clasificación. El Eibar lo manejó a su antojo, en un partido que dominó por completo, incluso en esa segunda mitad en la que el Zaragoza tuvo la pelota y domesticó la posesión, aunque de modo ineficaz y ficticio. El gol de Liso que dio esperanzas salió del puño y letra del extremo. El Eibar es un equipo bien articulado y trabajado, con buenas ideas, un plan adecuado y una ejecución precisa: supo hacerle las ventajas al Zaragoza allá donde había que hacérselas. Un Zaragoza cada vez más desorientado, impotente, descompuesto y borrascoso no encontró respuestas y afronta un momento delicado, pues en su presente hay más palabras enjabonadas que hechos concretos.

 Después de tres tímidos avisos con disparos desiguales de Toni Villa, Madariaga y Jorge Pascual; podríamos decir que el partido empezó de verdad. El Eibar comenzó a castigar el área del doble pivote aragonés gracias a su superioridad numérica en esa zona central y a las ventajas posicionales que ahí producía. El 4-2-3-1 con el que se configura el equipo de Joseba Etxeberría no es más que un señuelo en el que sus hombres ofensivos se hacen indetectables, expresándose en el campo con movilidad, libertad y autonomía, generando y ocupando espacios. Y la región de Aguado y Francho Serrano -vendidos ambos ante su desventaja táctica- se convirtió en el caladero en el que el Eibar llenó la red. La inteligencia y dinamismos de su delantero centro Jorge Pascual -un falso 9- y la licencia de Madariaga para moverse por la mediapunta desde la banda derecha (el rol de Aketxe el pasado curso) provocaron el colapso de un Zaragoza sin ideas, sin continuidad, sin cohesión, sin control y sin creatividad. El Eibar no necesitó ni defenderse muy arriba, ni arriesgar en la presión para imponerse en el territorio. Lo hizo con pausa, con serenidad, masticando el duelo poco a poco.

Víctor Fernández decidió darle continuidad al 5-4-1 con el que sometió al Deportivo de La Coruña. Pero el Eibar no es el Depor. En la Segunda División, lo que sirve un día puede no ser útil al siguiente. Los rivales son una variable esencial de análisis en la ecuación del partido. Y el Zaragoza presentó debilidades severas ante el juego interior del rival, algo que el propio Víctor advirtió en la previa, pero ante la que no presentó antídoto. El juego del Eibar era fresco, vivo, líquido y expansivo. En cuanto le cogió la temperatura al Zaragoza, lo hundió en su campo y lo fundió, impulsado por su idea colectiva y por jugadores con muchas tablas para madurar a los rivales. Sergio Álvarez, Matheus, Puertas, Toni Villa… Futbolistas expertos, con oficio y poso, pero también con calidad.

Después de un susto de Azón que quedó en nada, Toni Villa se cruzó el campo para ponerle un soberbio balón al desmarque profundo de Jorge Pascual a la frágil espalda de Clemente. El balón lo metió el delantero al área y allí entró como una locomotora Antonio Puertas para fusilar a Femenías.

El Zaragoza volvía a comenzar a remolque. Intentó responder con un tiro raso de Aketxe que Magunagoitia despejó a un córner del que salió un cabezazo de espaldas de Marcos Luna que fue al larguero. Fue un espejismo, porque el Eibar sujetó la riendas del duelo, dominándolo y jugándolo tal y como más le convenía.

El Zaragoza se reducía al argumento de Luna en el carril derecho. Pero apenas se conectó con él. En gran parte, porque, en esta ocasión, comenzaba a atacar desde más lejos que en Riazor: el Eibar jugaba en campo del Zaragoza y sus laterales tan ofensivos eran la mejor fórmula para desactivar a los carrileros de Víctor Fernández. Todo se jugaba a Luna, aunque más allá de un centro claro, apenas logró abrir brecha. También porque la clave para activarlo, Aketxe, estaba humedecido, desenchufado por la defensa del doble pivote local.

Una mala salida de balón de Jair costó un susto de Toni Villa que casi le saca penalti a un desastroso Lluis López. Un centro de Corpas que no encontró destino y forzó la salida de Femenías le dio continuidad al peligro del Eibar. En el Zaragoza, apenas se alcanzó el área rival más que un disparo de Calero. No hubo más indicios de fútbol aragonés ante un rival bien mezclado por dentro, con un juego de triangulaciones, acciones de tercer hombre e intercambios de posiciones entre Puertas y Toni Villa en la zona de la mediapunta que neutralizaron a un Zaragoza que ni ofrecía apoyos, ni ganaba rechaces en ese tercio del campo.

Del descanso, salió el segundo plato con parecidos ingredientes. Jorge Pascual, en ese papel de delantero centro mentiroso, campaba a sus anchas. El Zaragoza, a esas alturas de partido, aún era incapaz de entender las maniobras del punta. Un remate suyo de cabeza fue el modo de decirle al equipo aragonés que el 1-0 no era suficiente. A la siguiente jugada, el Eibar cogió al Zaragoza muy descubierto y con las líneas separadas. La carrera de Antonio Puertas contra Lluis López la pudo contener el central, pero la pelota la atrapó Cristian, quien sirvió atrás para el vuelo de Madariaga. Su toque rotundo atravesó a Femenías. El Eibar había marcado así sus dos goles, llegando desde la segunda línea.

El partido era una viva demostración de un Eibar entusiasta y de un Zaragoza descompuesto. De un buen equipo y de un equipo en crisis. El equipo de Víctor Fernández adelantó líneas y el Eibar comenzó a tener más metros de campo para castigar. Apenas Francho, como en todo el partido, trataba de revivir a los suyos, de darles oxígeno, de acercarlos al área rival.

Con casi una hora de partido y un 2-0 a cuestas, Víctor decidió reforzar el centro del campo. Entraron Liso y Toni Moya, para formar un 5-3-2. Se fueron Aketxe y Adu Ares, tal para cual, desaparecidos en la tarde, débiles en defensa e improductivos en la carburación del juego. Apenas tuvo estímulos en el Zaragoza ese cambio, así que Víctor deshizo lo que había tratado de rehacer: quitó a Marc Aguado y Clemente, y metió atacantes, a Pau Sans y Soberón, de vuelta más de dos meses después. Una buena noticia en la borrasca. El Eibar también había refrescado a su infantería, con Guruzeta y Nolaskoain.

La escuadra vasca estaba cómoda en el campo, seria, superior. Pascual a punto estuvo de marcar el tercero, también llegando desde atrás, recogiendo un pase de Hodei y rematando con intención, pero sin precisión. ¿El Zaragoza? Los 300 aficionados que le acompañaron en Ipurua lo explicaron con su cántico: “Queremos un tiro a puerta, un tiro a puerta, queremos un tiro a puerta...”. Y llegó el tiro, y se fue para dentro: Liso se fabricó la jugada, desbrozó el camino y su disparo con la derecha le dio esperanza al Zaragoza con el 2-1.

Con un 4-4-2 y todo el arsenal en el campo, el equipo aragonés siguió en la línea de tener la pelota, pero le costaba progresar, era un dominio incompleto, siempre detenido por la barrera defensiva de un Eibar bien ordenado y pertrechado. El Zaragoza apenas pudo hacer mucho más, mientras el reloj lo ponía en el sitio de una nueva derrota. Víctor Fernández está ya en la encrucijada en la que ponen los malos resultados a todos los entrenadores, a los buenos y a los malos, a los legendarios y a los terrenales.

 

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