sábado, 22 de noviembre de 2025

LIGA 2ªDiv. 2025/26 JORNADA Nº15 (22.11.2025)

 LIGA 2ªDiv. 2025/26 JORNADA Nº15 (22.11.2025)

PARTIDO OFICIAL Nº 3714

 EIBAR 1-2 REAL ZARAGOZA

1-0, min. 23: Nolaskoain

1-1, min. 30: Soberón, de penalti

1-2, min. 81: Moya (Bakis en el acta)

Ficha Técnica

SD Eibar: Magunagoitia; Cubero (Álvaro Rodríguez, 46), Nolaskoain, Moreno (Alkain, 46), Arbilla, Corpas; Sergio Álvarez (Olaetxea, 46), Toni Villa (Javi Martínez, 74), Garrido (Magunazelaia, 87); Martón y Bautista.

Real Zaragoza: Andrada; Aguirregabiria, Insua (Gomes,18), Saidu, Pomares; Guti, Keidi Bare (Moya, 78); Francho, Valery (Tasende, 69); Soberón (Juan Sebastián, 69) y Kodro (Bakis, 78).

Árbitro: Fuentes Molina (Comité Valenciano). Expulsó a Saidu por doble amarilla (15 y 24). Amonestó a Cubero (17), Toni Villa (27), Sergio Álvarez (34), Moreno (41), Pomares (76), Andrada (81) y Alkain (89).

Goles: 1-0, min. 23: Nolaskoain. 1-1, min. 30: Soberón, de penalti. 1-2, min. 81: Moya (Bakis en el acta).

 Eibar 1-2 Real Zaragoza

67.2 % Posesión 32.8 %
8 remates dentro 2
5 disparos bloqueados 0
10 remates fuera 1
3 disparos recibidos 23
6 tarjetas amarillas 2
0 tarjetas rojas 1
8 faltas recibidas 17
18 faltas cometidas 10
133 perdidas de posesión 117
43 recuperaciones de posesión 36
4 fueras de juego 2
xxxxxx 


 Heroico y vital triunfo del Real Zaragoza por 1-2 en Éibar

Una actuación estelar del portero Andrada, que paró un penalti, sostiene a un equipo que jugó con 10 hombres tres cuartas partes del partido por expulsión de Saidu. Soberón, de pena máxima, y Moya (Bakis en el acta) en el minuto 81 voltearon el duelo que da vida al cuadro zaragocista, aún último.

Inmenso, vital, heroico, increíble, meritorio, crucial. El Real Zaragoza se llevó los 3 puntos de su visita a Éibar en un singular partido lleno de detalles, la mayoría positivos, que ayudan a cambiar las perspectivas en la clasificación a medio y largo plazo tras el horrible inicio de temporada de los aragoneses.

Que el primer tiempo acabara 1-1 puede considerarse sorprendente, sin exagerar, cercano al milagro para los zaragocistas. Porque el rival vasco, pese a no jugar un buen partido de fútbol, generó ocasiones claras suficientes como para haber anotado tres o cuatro tantos y, sobre todo, en el tramo central del primer periodo, el cúmulo de desgracias y errores gruesos de los aragoneses parecieron cimentar una catástrofe en cadena.

Si se cita de carrerilla que se lesionó Insua y fue suplido por Gomes en el minuto 18, por lo que los centrales del cuadro zaragozano pasaron a ser el citado jugador juvenil (17 años) y Saidu (20); que el Eibar falló un penalti con 0-0 en el minuto 22, por medio de Bautista (lo paró Andrada); que a la salida del córner posterior a la parada del sudamericano en esa pena máxima marcó el 1-0 Nolaskoain; que nada más sacarse de centro fue expulsado Saidu por ver la segunda e indiscutible amarilla en un corte que no fue penalti de nuevo por un centímetro… el panorama ahí era desolador. Para irse a casa. Para apagar la televisión. Pero el fútbol es mágico, tiene un no se qué que lo hace distinto a la inmensa mayoría de los deportes competitivos.

El Eibar vio tan cerca el triunfo, la goleada incluso, que se dejó llevar. El Zaragoza, que había empezado como el otro día ante el Huesca, con un cuarto de hora muy potable, robando muchos balones en la presión a los locales en todo el campo, sin sufrir atrás más allá de un disparo de Corpas en el minuto 10 que tocó en Insua y se fue a córner, desapareció por completo del guion del juego. El 1-0 lo dejó tocado. La roja a Saidu lo tumbó en la lona. Dudó Sellés qué hacer. Metió de entrada a Francho más atrás, de lateral derecho, pasando Aguirregabiria a ser central diestro. Dos minutos después, aumentó el número de fichas en la zaga y retrasó también al otro extremo, Valery, para jugar con cinco atrás.

Arbilla lanzó la falta de la expulsión, en el minuto 25, y sacó Andrada a dos manos. El guardameta argentino estaba ya en modo héroe épico. En la continuación de la acción, con el Zaragoza grogui y contemplativo, suicida incluso, Bautista cabeceó a bocajarro y de nuevo Andrada sacó como pudo bajo palos. Y aún recibió solo Nolaskoain en el área, rematando alto de rosca muy cerca de la escuadra izquierda. Olía a bofetón sonoro.

Pero en el minuto 28, en una falta lateral lejana lanzada por el cuadro zaragocista al área local, el lateral Cubero extendió el brazo y paró el balón que caía en el segundo palo. Penalti indiscutible. Protestaron los aragoneses que era amarilla, pues hubiese sido la segunda y la expulsión del zaguero eibarrés. No lo consideró así el árbitro. En el penalti a favor del Eibar no la había sacado a Valery, que fue el que se llevó la pelota en el área con las dos manos. Esto pesó lo suyo. La pena máxima la tiró Soberón en el 30, duro, al centro, tocó en el cuerpo de Magunagoitia y entró por alto. Era el 1-1. Un alivio superlativo cuando se sospechaba una hecatombe.

De ahí al descanso el bloque de Sellés solo pensó en sujetar el marcador. Ya era tarea inmensa dadas las circunstancias. El Eibar anduvo torpe con la pelota, se resintió del gol recibido. Aun así, en el 32, Arbilla remató solo al borde del área y su rosca se marchó fuera por medio metro. Y en la recta final, los vascos perdonaron el gol en dos oportunidades claras de Martón. En la primera, en el primer minuto del aumento, el ariete cabeceó solo y Andrada sacó abajo con un paradón en caída al suelo. En la segunda, pasando ya 5 minutos del 45, volvió a rematar con la testa, a bocajarro, y Andrada respondió con otro desvío a córner (que no se sacó) de enorme mérito.

El intermedio sirvió para respirar. Para darse cuenta en la caseta zaragocista que este día había que interpretarlo bien. Que los accidentes, serios como tantas otras veces, no habían penalizado mortalmente. El equipo, pese a tanto inconveniente, estaba vivo. Eso sí, estaba jugando con uno menos desde el minuto 24. Una barbaridad de tiempo. Y así se afrontó el segundo tiempo.

Beñat San José, el técnico local, hizo un triple cambio. Ofensivo, por supuesto. Alkain, Olaetxea y Álvaro Rodríguez entraron de refresco y montó un bloque mucho más adelantado. Nada que ver con su línea de 5 atrás de partida. Sellés no tocó nada. Se encomendó al aura de santidad que mostraba Andrada por primera vez en la portería y al experimental equipo que tenía sobre el césped. El dominio del balón, como era de esperar, fue absoluto de los eibarreses desde el pitido inicial de la reanudación.

Resultó estimulante observar que pasado un cuarto de hora el Eibar no había rematado a puerta ni una sola vez. El cerrojo zaragocista funcionaba. La cremallera puesta por Sellés a 20 metros del portal de Andrada no dejaba pasar con solvencia a los azulgranas. Esa sensación se acabó en el minuto 61. Ahí, Martón falló el segundo gol vasco bajo palos, al rematar al aire y no encontrar la pelota en un centro preciso de Arbilla. Y en el 62, seguidamente, Alkain, con todo a favor tras un despeje en el área pequeña de Gomes, remató alto a placer cuando ya se celebraba el 2-1 en Ipurúa. El dique ya tenía filtraciones. Todos los cuidados iban a ser pocos.

En el 66, Martón remató un balón elevado sobre los dos centrales y Andrada evitó el tanto echándolo a córner con apuros. El arquero argentino se tiró al suelo por segunda vez en pocos minutos, solicitando asistencia. Se sospechaba desde la grada local que quizá no hubiese lesión y se tratase de acciones del ‘otro fútbol’, ya vistas en partidos anteriores. Entretanto, Sellés hizo un doble cambio para apuntalar la mota de retaguardia. Metió en danza a dos laterales, Juan Sebastián y Tasende, y retiró a Valery y Soberón. La Puerta del Carmen tomaba cuerpo ante el asedio, más desordenado que cabal, del nervioso Eibar.

A falta de 20 minutos para el final, el Real Zaragoza no había pisado el área eibarresa ni una sola vez en el segundo tiempo. Literal. Su misión estaba clarísima. El punto era oro molido en una noche de este pelaje. Cuando quedaban once, Sellés metió a Moya y Bakis en vez de un cansado Bare y de Kodro, desaparecido tras el descanso. Era el último envite. Y ni en los mejores sueños del entrenador valenciano, ni en el guion más optimista del más optimista de los seguidores blanquillos, se pudo olisquear lo que ahí venía envuelto: nada más y nada menos que el 1-2.

En la primera llegada al área vasca de todo el segundo periodo, Francho metió el centro al primer palo que cortó de cabeza, defectuosamente, Nolaskoain. Dejó el balón muerto en el área y ahí llegó solo, a quemarropa… Moya. Sí. En su primer balón tocado, el mediocampista marcó el tanto que adelantaba al Real Zaragoza a falta de solo 9 minutos y el añadido. En el acta figura Bakis. El otro cambio simultáneo estaba allí y la tocó sin querer, pero fue el último. Era el 81. Sonó a música celestial.

Andrada aún se guardó otra parada heroica para el tiro de Corpas en el 85, a dos manos, para disolver el posible 2-2. Los defensas se movieron como gacelas al cruce, a taponar centros y remates de los locales en el sitio final. Gomes, Pomares, Juan Sebastián, Aguirregabiria, Tasende… todos hipermotivados tras el 1-2, celebrado como hacía meses. Y Andrada aún volvió a aparecer salvador en el 92, en un rechace a una mano junto al poste derecho de un cabezazo de Bautista que iba dentro. Fueron 8 minutos de añadido. Al final, uno más. Parecieron 9 horas. Corpas remató fuera, acelerado. Y nadie más de los azulgranas atinó a quebrar la portería de la estrella de la noche, Andrada.

Llegó la segunda victoria consecutiva. Lo requerido por este Zaragoza hundido en la tabla que necesita sumar mucho y seguido. El tratamiento es este. No hay otro. Es momento de encender una vela a la esperanza

 

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