domingo, 19 de enero de 2025

LIGA 2ªDiv. 2024/25 JORNADA Nº23 (19.1.2025)

LIGA 2ªDiv. 2024/25 JORNADA Nº23 (19.1.2025)

PARTIDO OFICIAL Nº 3679

 REAL ZARAGOZA 2-2 TENERIFE

0-1, min. 39: Waldo Rubio

0-2, min. 68: Diarra.

1-2, min, 76: Clemente.

2-2, min. 77: Azón.

Ficha Técnica

Real Zaragoza: Poussin; Luna, Vital, Lluís López, Clemente, Nieto (P. Sans, 75); Aguado (Arriaga, 46), Keidi Bare (Moya, 66); Aketxe (Bazdar, 66), Adu Ares (Liso, 46); y Azón

CD Tenerife: Badía; Mellot, Sergio González (Gayá, 87), León, David Rodríguez; Bodiger (Fabio, 61), Aitor Sanz; Waldo Rubio (Marlos, 81), Diarra, Cantero (Luismi Cruz, 61); y Gallego (Ángel, 81).

Árbitro: Fuentes Molina (Comité Valenciano). Amonestó a Bodiger (28), Aitor Sanz (51), Nieto (71), Cantero, 60), Gayá (91) y Bazdar (93).

Goles: 0-1, min. 39: Waldo Rubio.0-2, min. 68: Diarra. 1-2, min, 76: Clemente. 2-2, min. 77: Azón.

 

Real Zaragoza 2-2 Tenerife

56.3 % Posesión 43.7 %
 remates dentro
 disparos bloqueados
 remates fuera
11 disparos recibidos 10
2 tarjetas amarillas 4
0 tarjetas rojas 0
16 faltas recibidas 5
5 faltas cometidas 17
178 perdidas de posesión 165
51 recuperaciones de posesión 70
1 fueras de juego 7
xxxxxx

El Real Zaragoza salva un punto ante el colista Tenerife en un protestado estreno de Ramírez

Clemente y Azón, entre el minuto 76 y 77, marcaron dos goles para equilibrar los dos iniciales de Waldo y Diarra para los canarios. El planteamiento defensivo, con fútbol de latón y poca reacción del nuevo entrenador, generó hondas réplicas en la grada el día de su bautismo en casa. 

El Real Zaragoza patinó nuevamente en casa, esta vez contra el colista de la división, el Tenerife, con un empate a dos que a falta de solo un cuarto de hora tenía pinta de ser una derrota lacerante y con un elevado grado de contestación del público zaragocista al entrenador debutante, Miguel Ángel Ramírez, que se estrenaba como local en este día.

La nueva ola -new wave- del Real Zaragoza empezó pinchando. El primer tiempo del equipo fue desesperante. Un dechado de defectos. Un amontonamiento de errores e incapacidades. El agobiado Tenerife, un equipo en estado de caos hasta hace nada, le dio un baño a los zaragocistas y se marchó al descanso con un 0-1 a favor que bien pudo ser una diferencia mayor sin que a nadie le sangrasen los ojos mirando el marcador. Se puede afirmar, simplemente traduciendo lo visto en el césped y en las gradas, que Ramírez no cayó de pie en La Romareda.

Empezó el equipo con ese ímpetu natural de quien se estrena en algo, queriendo mostrar cosas nuevas. Ciertamente, con la propuesta de cinco defensas, con tres centrales, con dos pivotes posicionales, cuatro centrocampistas y solo un delantero aislado arriba del todo, era complicado complacer a la afición blanquilla. Viene además de estar acostumbrada a un método, el de Víctor Fernández que, como siempre en su historia, apostó desde el verano por un fútbol de ataque, ofensivo, aunque eso acabase por descoser en muchos de los duelos de la primera vuelta la zona defensiva. Pero Azón tuvo un par de acciones peligrosas en los primeros lances, en el minuto 3 con un cabezazo defectuoso a centro de Luna, que no vio puerta por mucho, y en el 11 con una incursión en la que se entretuvo, camino de la puerta del ex Badía, y acabó no disparando.

Fue un espejismo muy mentiroso. Entremedias, el Tenerife ya pudo ponerse por delante porque Gallego, de hecho, marcó un golazo en el minuto 8 tras un saque de banda defendido con la mirada por el batallón de defensas zaragocistas. Venía de fuera de juego, afortunadamente, y se anuló. Menos mal. En cualquier caso, los primeros silbidos de una afición herida, que jamás pitó a Víctor hasta su dimisión hace un mes, empezaron a sonar en las tribunas en el cuarto de hora de juego. Así venía la mano. Retorcida. El fútbol del Zaragoza hizo el resto: fue un alboroto, un galimatías táctico.

El Tenerife de Cervera vio enseguida que podía ganar su primer partido a domicilio en Zaragoza y se fue a por él. Cantero avisó en el 13 con un chut por alto, cruzado en el área, que se marchó fuera por poco. Las pérdidas de balón en la línea media fueron un chorreo constante entre los nerviosos jugadores blanquillos. Aguado y Keidi Bare, nulos. Adu Ares y Aketxe, apagados en la nada. Los laterales, Luna y el sorpresivo Nieto (lo echó a los leones Ramírez, tras año y medio sin apenas jugar) no dieron valor nunca a la salida ofensiva. Esto ha cambiado como de la noche al día. El fútbol del Zaragoza era una escopeta atascada, obturada, atrancada. Y el tiro podía salir por la culata en cualquier momento.

Eso acabó sucediendo en el minuto 39 cuando Waldo Rubio, el extremo diestro chicharrero, ganó una carrera mano a mano a Nieto, dejando al canterano retratado y, de paso, a Ramírez y a los asesores que aconsejaron la alineación del aragonés. concluyó la penetración al galope con un zapatazo por arriba que superó a Poussin, que esta vez no vio venir la pelota. El 0-1, que se mascaba desde mucho antes, llamó a la bronca general. Todo lo que no se ha pitado al equipo hasta ahora, con el paraguas de Víctor en la banda, se escuchó como una catarata sobre la figura de Ramírez. Llovían chuzos en punta en términos fubolísticos y el canario no tiene ni un centímetro cuadrado de impermeable en su figura. Así son las cosas.

El Real Zaragoza jugó mayormente atrás, en zonas de nadie, jugadas inertes, feas, sin afán por llegar a menudo al área rival. Algo opuesto por completo a lo que viene en el prospecto del proyecto del verano. Y, claro está, si se trata ahora de jugar a todo lo contrario de lo que se venía haciendo, el somier gruñe y el ruido quita el sueño de cualquier observador. Que el colista sea superior en lo sustancial de un partido es siempre un síntoma de problemas serios. Y esto aconteció.

Ramírez, abollado en su primer día, hizo dos cambios en el descanso. Mandó a duchar a Aguado y Ares e hizo debutar a Arriaga y devolvió al campo a Liso, uno de los damnificados de inicio. Eso sí, no cambió el sistema: cinco atrás y dos por delante con poca vocación llegadora. Eso, pese a ir perdiendo 0-1 con el último clasificado. El inicio del segundo tiempo, lejos de suponer un marcado repunte local en busca de darle la vuelta a la tendencia del juego y de la inercia del partido, como pide el fútbol, fue más de lo mismo. De hecho, la primera opción de gol fue tinerfeñista de nuevo. Otra vez Waldo, ganando el espacio por la banda izquierda de la zaga zaragozana, centró raso en el 52 y Diarra remató alto desde la frontal del área, con Cantero solo en el área sin que lo vieran sus compañeros, para bien zaragocista.

Se alcanzó la hora de partido sin que el Real Zaragoza lograse pisar el área de Badía con algún peligro o picardía. Nada de nada. Pero nada. Entretanto, Cervera empezó a mover el banquillo para meter cemento atrás y sangre fresca en ataque con Luismi Cruz. En frente, Ramírez no se daba por aludido ni por el marcador ni por el marchamo del guion y siguió sin mover sus cinco defensas más dos pivotes. Que el equipo retrasara la pelota al portero Poussin desde la línea de medios fue motivo de abucheos monumentales desde los graderíos. Al técnico recién aterrizado nadie le ha debido advertir de lo que es La Romareda o, si como es lógico, sí lo ha hecho, este no conoce el calado de su obcecación si su metodología se aplica por bemoles.

La olla a presión que era La Romareda desde hacía largo rato estalló a falta de poco más de 20 minutos para el final. Primero con el siguiente doble cambio de Ramírez, que quitó a Aketxe y Keidi Bare para meter a Bazdar y Moya, sin modificar su muralla defensiva pese a que el fútbol lo gritaba como un poseso, aquí y en Pernambuco. Era el minuto 61 y se oyó el “Ramírez, vete ya” con profusión y ganas. De récord. Que la afición pida que un entrenador se vaya el día de su debut es histórico. Tremendo. Pero el jaleo no se quedó ahí. “Otro defensa, queremos otro defensa”, fue otra tonadilla.

Y en el minuto 68, con el equipo zaragocista gripado, al Tenerife le dio por anotar el 0-2. Diarra se quedó solo ante Poussin en el área y le coló el balón entre las piernas. Una sotana de toda la vida. Ahí, los gritos se extendieron al palco. “Directiva, dimisión”, fue el siguiente ‘hit’. En ese punto de la noche, nadie era capaz de apostar un céntimo de euro por un despertar zaragocista. Pero claro, en frente estaba el colista. Un colista que lleva todo el año siendo muy colista. Y lo que sucedió del minuto 76 al 77 fue el revivir del Ave Fénix que es este Real Zaragoza tan inexplicable de los últimos meses.

A balón parado, tras un córner, Clemente marcó el 1-2 tras una peinada previa de Arriaga y una devolución al área chica de Bazdar en el segundo palo. Nada más sacarse de centro, con el Tenerife sin creerse aún capaz de ganar su primer partido fuera de casa en lo que va de torneo, Moya asistió al hueco a Azón y el ‘9’ cruzó de primeras al pisar el área batiendo a Badía. De repente, del 0-2 y la escandalera se acababa de pasar al 2-2 y a las opciones de remontar un partido infame durante hora y cuarto.

El paso del último cuarto de hora fue dejando en evidencia que este arreón que salvó parte de los muebles de los zaragocistas fue un brote súbito de gracia divina. No agarró el timón el equipo con firmeza para acorralar al Tenerife en su área. No. Al contrario, fueron los canarios los que en varias contras generaron peligro serio, sobre todo en la que Diarra desperdició en el 80 o la que tiró alta Luismi Cruz en el 88. Pero, al final, de nuevo, en otro balón de estrategia, Moya lanzó al poste una falta directa en el minuto 91 que bien pudo haber sido el milagro completo. El silbido final del árbitro subió de nuevo el vumeter de los silbidos. Sin duda, mucho más atenuados de lo que se preveía a falta de un cuarto de hora.

Clemente y Azón evitan en dos minutos un incendio mayúsculo

El Real Zaragoza igualó los dos goles de ventaja del Tenerife, que fue mejor y retrató a Ramírez y a su planteamiento reservón. La Romareda pidió la marcha del técnico y dimisiones de mayor alcance.

Dos goles en dos minutos de Clemente y de Iván Azón, dos fogonazos en la nada, evitaron un incendio de consecuencias mayúsculas en La Romareda, que pidió a coro la marcha de Miguel Ángel Ramírez, pese a que no lleva ni un mes y apenas dos partidos en el club aragonés, y dimisiones de mayor alcance. A doce minutos del final, el Tenerife de Álvaro Cervera mandaba en el marcador con dos tantos de ventaja y había retratado de arriba abajo al Zaragoza de Ramírez, pero el fútbol es imprevisible y todo puede cambiar en un instante. O en dos. El empate final mantiene al Zaragoza en tierra de nadie y saca al reactivado Tenerife de la última posición.

Ramírez anunció en la víspera un Zaragoza valiente y sin miedo, pero su equipo resultó reservón y medroso, nada que pueda sorprender en exceso, porque este entrenador, al que se calificó en su presentación como la solución a todos los males del equipo en la primera vuelta, suele jugar casi siempre en función el rival, prima la solidez defensiva sobre todas las cosas y arriesga lo justo. Y la consecuencia es que el Zaragoza sigue encajando goles, pero apenas crea ocasiones. Y continúa alejándose del objetivo oficial del playoff.

En su presentación en La Romareda, Ramírez mantuvo una defensa con tres centrales, relevó a Calero por Luna en el lateral derecho y sustituyó en la izquierda al sancionado Tasende por Nieto, titular 497 días después de su gravísima lesión. Además, el hondureño Arriaga, primer fichaje invernal, fue suplente, lo mismo que Bazdar, y Liso dejó su puesto en la banda a Ares. Por su parte, Álvaro Cervera repitió dibujo y alineación.

El Tenerife vino a quitarle de salida revoluciones al partido y le benefició que el Zaragoza salió a nadar y a guardar la ropa; es decir, a intentar llevar formalmente la iniciativa pero, sobre todo, a no equivocarse. Y en ese forcejeo sin riesgo, sin ninguna aventura ofensiva, y salpicado por silbidos de desaprobación de la grada, apenas hubo ocasiones en los primeros veinte minutos, salvo un golazo anulado a Enric Gallego por venir de posición antirreglamentaria y un disparo muy lejano de Luna.

Pero poco a poco el Tenerife fue creciendo en su plan de partido, ganando duelos y segundas jugadas y amenazando el área de Poussin, mientras al Zaragoza se le veía cada vez más incómodo y nervioso y atascado en su ‘prudencia’ táctica. Aun así, pasada la media hora, y en un barullo, Keidi Bare no llegó a remachar junto al poste un disparo de Vital. Sin embargo, el que abrió el marcador, y con todo merecimiento en el minuto 39, fue Waldo, que superó en velocidad a Nieto como un cohete y definió con un derechazo inapelable junto al primer palo. Y ya los pitos de la grada crecieron en decibelios y se volvieron contra el palco, al que ya señala el zaragocismo.

Tras el descanso, Ramírez dio entrada al debutante Arriaga y a Liso por Marc Aguado y Ares en un intento por recomponer a su equipo, pero el Tenerife respondió con valentía y un adelanto general de líneas anulando cualquier reacción del Zaragoza. Ya a la desesperada, Ramírez recurrió a Toni Moya y a Bazdar, aunque lo que se encontró fue un segundo gol del Tenerife, obra de Diarra, uno de los destacados de la noche.

 

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