LIGA 2ªDiv. 2024/25 JORNADA Nº26 (7.2.2025)
PARTIDO OFICIAL Nº 3682
ALBACETE 2-1 REAL ZARAGOZA
FICHA TÉCNICA
Albacete: Lizoain; Javi Rueda (Alcedo, 80'), Pepe Sánchez (Jon García, 46'), Lalo Aguilar, Agus Medina; Riki, Pacheco (Villar, 71'); Juanma, Morcillo; Kofane (Pablo Saenz, 46') y Martón (Higinio, 46')
Real Zaragoza: Poussin; Calero, Vital, Lluis López, Clemente (Aketxe 67'); Arriaga, Francho (Adu Ares, 80'), Toni Moya; Pau Sans (Marí, 67'), Bazdar (Dani Gómez, 67') y Liso.
Goles: 1-0, min. 46: Pablo Sáenz. 2-0, min. 58: Agus Medina. 2-1, min 89: Dani Gómez.
Árbitro: Guzmán Mansilla (Andalucia). Mostró tarjeta amarilla a Martón (6’), Bazdar (9’), Agus Medina (27’), Lluis López (42’), Javi Rueda (74'), Javi Villar (96') y Arriaga (96').
Incidencias: Partido de la jornada 26 de liga jugado en el Carlos Belmonte con unos 8.867 espectadores en las gradas. Noche muy fría y ventosa. Un centenar de aficionados del Real Zaragoza acudieron al estadio manchego a animar a su equipo.
Albacete 2-1 Real Zaragoza
34.1 % Posesión 65.9 %
3 remates
dentro 5
6 disparos bloqueados 2
5 remates fuera 4
11 disparos recibidos 14
4 tarjetas amarillas 3
0 tarjetas rojas 0
18 faltas recibidas 12
12 faltas cometidas 20
131 perdidas de posesión 132
45 recuperaciones de posesión 39
0 fueras de juego 6
xxxxxx
El Real Zaragoza tira el partido en Albacete
Una mala segunda mitad, con dos errores fatídicos en defensa, condena una buena primera parte aragonesa en un partido en el que debutó Dani Gómez con un gol inservible.
El Zaragoza es un conjunto demasiado inestable aún, inseguro en zonas críticas del equipo e incompleto en otras, por eso su juego pasa de mucho a poco y de poco a mucho, de cero a cien y de cien a cero, con esa levedad como la exhibida en Albacete. Su fútbol muestra más rasgos prometedores que notas sólidas y presentes, por eso, la clasificación comienza a cerrarle las puertas de las alturas y su rendimiento se difumina entre líneas vagas, inconexas y débiles, como colectivo que es en construcción. Al Zaragoza le han llegado determinados cambios profundos en un momento inapropiado de la temporada, cuando había que subirse al vagón bueno, cuando había que ganar partidos, no solo levantar un nuevo equipo. La escuadra de Ramírez jugó muy bien en la primera mitad y muy mal en la segunda, en la que Alberto González le movió con más acierto las piezas a un Zaragoza que las tuvo bien sujetas hasta entonces. Dos errores fatales atrás, en su área, quizá los únicos del partido, le volvieron a salir caros en esos goles de Sáenz y Agus Medina. El Albacete fue listo, astuto, supo, principalmente, aprovecharse de las desgracias ajenas y jugar con ello. Pero más que ganarle al Zaragoza; el Zaragoza se dejó ganar. Ni el gol postrero de Dani Gómez, algo es algo, sirvió de mucho a un conjunto aragonés con poco tiempo y mucha prisa.
El Zaragoza se encontró con la baja de última hora de Keidi Bare por unas molestias musculares, inesperada ausencia que metió en el equipo a un oceánico Francho. Además, Pau Sans asaltó la titularidad y Lluis López volvió tras sanción a un equipo que, sin Tasende ni Nieto, suturó la cicatriz en el flanco izquierdo con Adrián Liso. Pero el canterano no fue ni extremo puro, ni carrilero, fue un poco de todo ello, porque Miguel Ángel Ramírez articuló al Zaragoza por donde nadie lo esperaba, y eso es bueno, porque el principal sorprendido fue el rival, un Albacete muy ofensivo, sin Fidel y su tacto de pelota, pero con cuatro delanteros, con muchas piezas por delante de la línea del balón. Esa ambición, ese equipo tan largo y estirado, esa amenaza, la convirtió el Zaragoza en el modo por dónde hacerle cosquillas a ese 4-2-4, con Morcillo y Juanma, extremos puros, lanzados arriba.
Lo que hizo el Zaragoza fue lo siguiente y dio como resultado una muy buena primera mitad a la que solo le faltó el gol: Ramírez salió con su habitual 5-3-2 en defensa, con Liso de carrilero, Arriaga de pivote y Clemente y Vital de centrales exteriores, pero, en torno al minuto diez, cambió. No se sabe si estaba premeditado desde el inicio ese giro o si Ramírez leyó y movió piezas, pero el Zaragoza se elevó sobre el duelo cuando Arriaga bajó como central, Vital y Clemente se abrieron a los laterales, y Liso y Calero se alargaron tanto que afilaron al Zaragoza como extremos. Los cuatro delanteros del Albacete quedaron así fijados por defensores aragoneses y el Zaragoza fijó a los cuatro defensores manchegos con sus cuatro piezas más avanzadas. De este mapa, salió una tierra media que pasaron a gobernar Francho y Toni Moya, asistidos por el fútbol astuto, agresivo, duelista y gladiador de Arriaga. El hondureño fue un ángel de la guarda.
Aunque el Albacete arrancó mandón, con un par de tiros lejanos de Morcillo y Juanma, el Zaragoza comenzó a crecer sobre la historia, con una buena construcción del juego desde sus cuatro zagueros y esas tareas de hombres libres que tan bien interpretaron Moya y Francho para girar al equipo y ponerlo a correr. El Zaragoza atacó con peligro, veneno e intención la profundidad. Quizá le faltaron piernas veloces y potentes para ese campo abierto, quién sabe, alguien llamado Iván Azón, por ejemplo, pero Pau Sans, un chico verdaderamente listo y pícaro, supo darle al equipo carreras, pero también toques intermedios. Y así el Zaragoza se extendió como una ola sobre el Albacete y lo inundó de ocasiones cuando el partido se destrabó: Bazdar la tuvo ante Lizoain como aperitivo. Pau Sans también vio cómo el portero rival le volaba hacia un golazo… Calero, en la misma secuencia, tiró raso y ajustado al palo…
Entre la notable presión del Zaragoza y su amenaza a los espacios, el goteo de oportunidades continuó: Clemente marcó a la salida de un saque de esquina. Pareció anulado por fuera de juego, no estaba muy claro, porque el VAR se puso a ver los Diez Mandamientos, tres horas de revisión en vídeo, pero el gol no contó porque se había marchado de fondo. No pareció que saliera. El Zaragoza mantuvo, no obstante, alta la temperatura de su juego: Bazdar, muy forzado, cabeceó a las manos de Lizoain, quien aún le sacaría otro gol al internacional bosnio tras una gran jugada aragonesa desde la izquierda, con centro de Liso.
El Albacete trataba de respirar con su fútbol directo, o con alguna contra tras robo. Tuvo Kofane alguna acción en el área por alto, pero sin mucha sustancia. Así se alcanzó el descanso.
Todo esa superioridad, todo ese buen tono, todo lo hecho y avanzado lo arrojó a la basura el Zaragoza en una segunda mitad marcada por su inaceptable modo de regalarle su área al Albacete con un desajuste y una pifia de Poussin. El Albacete había cambiado tres piezas y sistema: Jon García, Higinio y Pablo Sáenz dentro, y un 4-2-3-1. Aún no se habían anunciado los cambios en la megafonía del Carlos Belmonte cuando Pablo Sáenz controló una pelota solo, sin vigilancia, para poner por delante a su equipo. De nuevo, después de un buen trabajo defensivo en esa zona, un desliz penalizó mucho, cuestión que habla muy mal de lo inestable de esa región del equipo, de la inconsistencia y fragilidad de su nómina de centrales no mejorada en el mercado de invierno.
Cuando el Zaragoza aún se palpaba la herida, llegó la puñalada: Poussin abandonó la portería para sacar a un compañero del área pequeña y le entregó toda la majestuosidad del arco a Agus Medina, quien lo vio todo con el catalejo y marcó el segundo así, a placer, como quien sopla unas velas. La pifió el francés, pero también no pedir distancia en el saque. Pau Sans había tenido la opción del empate, pero lo que llegó fue una cruz sobre los hombros.
El Zaragoza había arruinado toda su primera mitad en apenas un cuarto de hora. Una buen fútbol convertido en una bolita de papel en la papelera. Ramírez movió el equipo ante el impulso tomado por el Albacete. Alberto González supo revertir los problemas de los suyos, no tanto el canario. Entraron Aketxe, Marí y el debutante Dani Gómez, pero el impacto de esos cambios no llegó, en parte porque el plan del Zaragoza no se alteró demasiado, con Arriaga metido entre centrales. Salió Adu Ares por Francho para darle otra pincelada a esa tierra media porque el Zaragoza no encontraba callejones que le condujeran al área rival. De tenerlos claros antes del descanso, a estar a oscuras después. Tenía la pelota el Zaragoza, pero mandaba el Albacete, mejor cerrado por dentro, más sereno, en definitiva, con el aplomo y la seguridad que da una ventaja suficiente.
Al menos, se mostró compromiso y convicción, y así llegó el gol de Dani Gómez, después de que una peligrosa jugada de Ares con Marí. Debutó de este modo el delantero con aquello que se le pide. También se estrenó Vallejo en la izquierda. Pero el Zaragoza ya no tuvo más.
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