domingo, 16 de febrero de 2025

LIGA 2ªDiv. 2024/25 JORNADA Nº27 (16.2.2025)

 

LIGA 2ªDiv. 2024/25 JORNADA Nº27 (16.2.2025)

PARTIDO OFICIAL Nº 3683

 REAL ZARAGOZA 0-1 BURGOS CF 

0-1, min: 84: Íñigo Córdoba

Ficha Técnica

Real Zaragoza: Femenías; Calero, Vital, Lluís López, Tasende; Arriaga, Francho (P. Sans, 86); Aketxe (Keidi Bare, 58), Adu Ares (Liso, 58); Marí (Bazdar, 58) y Dani Gómez.

Burgos CF: Cantero; Arroyo, Aitor Córdoba, Grego, Florian Miguel (Íñigo Córdoba, 68); Atienza, Quintanilla (Expósito, 59); Sancris, Curro (Borja Sánchez, 82), Ojeda (Elady, 59); y Espiau.

Árbitro: Sánchez Villalobos (Comité Andaluz). Expulsó con roja directa a Dani Gómez por juego violento sobre Florian Miguel. Amonestó a Francho (16), Sancris (40), Arriaga (50), Elady (60) y Aitor Córdoba (67).

Goles: 0-1, min: 84: Íñigo Córdoba.

Real Zaragoza 0-1 Burgos CF

49.3 % Posesión 50.7 %
2 remates dentro 3
0 disparos bloqueados 1
4 remates fuera 6
10 disparos recibidos 6
3 tarjetas amarillas 3
1 tarjetas rojas 0
14 faltas recibidas 15
17 faltas cometidas 14
138 perdidas de posesión 130
59 recuperaciones de posesión 50
0 fueras de juego 0
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 El Real Zaragoza más catastrófico cae ante el débil Burgos por 0-1 y desespera a la afición

Los seguidores zaragocistas pidieron por segunda vez en tres partidos la marcha de Ramírez como entrenador de un equipo en caída libre, sin orden ni concierto, que amenaza ruina futbolística y ya es 16º, a 6 puntos del descenso.

De mal en peor. Catastrófico. El Real Zaragoza cayó por 0-1 en un tétrico partido ante el débil Burgos (18º en la tabla), en una tarde esperpéntica que concluyó con bronca monumental en la grada mientras se entremezclaban los sentimientos con el homenaje preparado a Cristian Álvarez que, con el riesgo que corría el evento, acabó siendo un acto agridulce, extraño y a contrapelo de la realidad futbolística de un equipo que va en caída libre, es ya 16º en la tabla y se queda a solo 6 puntos del descenso.

El primer tiempo resultó ya una nueva decepción mayúscula del equipo zaragocista al que esta vez Ramírez, su inestable entrenador, alborotó con un nuevo modelo de juego. Se fue al descanso sin una sola jugada potable que llevase el balón al área del Burgos. Tremendo dato. Ni una. Hay que citar esto de entrada para que se entienda el resto del contexto. El 0-0 del intermedio fue, una vez más, un buen resultado para los aragoneses porque el equipo castellano, con evidentes síntomas de debilidad acordes a su posición en la tabla (al borde de los puestos de descenso), perdonó hasta tres goles delante del Femenías (sí Femenías) que bien pudieron volcar el marcador hacia su balanza con nitidez.

El balance de los de Ramírez en lo ofensivo fue, un día más, paupérrimo. Solo tres disparos. Dos de falta directa, en los minutos 26 y 37, de Aketxe, que volvió a la titularidad como mediapunta en un sistema 4-4-2 que, en ataque, mutaba a 3-5-2. El segundo rozó el larguero por encima. El primero lo había sacado a córner el portero Cantero sobre el travesaño. Y otro de Marí (sí, Marí) desde lejos, que paró el portero burgalés sin despeinarse en el minuto 28. La producción combinativa fue cercana al nulo. Sacaba el balón desde atrás siempre Arriaga, a cámara lenta, con los apoyos de Vital y Lluís, los centrales. Porque los laterales, Calero y Tasende, se incorporaron siempre a la zona ancha, con Francho y Adu Ares por los adentros y Aketxe detrás del dúo de puntas, los inéditos Marí y el debutante Dani Gómez, fichaje estrella de invierno para suplir al traspasado Azón. Nada que ver su estilo, por cierto.

El centro del campo, en una franja de 50 metros por delante del área burgalesa, fue la calle Alfonso el día del Pilar. Superpoblado de gente, con el Burgos replegado en modo montonera y buscando siempre salir al contragolpe. Ahí no circuló nunca la pelota, ni en los arreones del voluntarioso Francho y sus conducciones, casi siempre en un callejón sin salida. La tónica del duelo fue constante en este diseño de fútbol plúmbeo y lleno de tropezones, picatostes, grumos y sacramentos para las tragaderas de la afición, muy cansada ya de este menú.

El Burgos encontró tres salidas válidas que bien pudieron darle la ventaja. En el 12, Atienza se quedó solo mano a mano ante Femenías tras un pase al espacio en el área de Curro. Pero remató algo forzado, raso, cruzado, y el balón se marchó fuera por centímetros por el palo lejano. Susto número uno. En el 19, Curro recogió un centro de Ojeda en el área y voleó de primeras, defectuosamente, a las manos de Femenías. Cualquier otro día, eso hubiera ido dentro. Y en el 42, cerca del descanso, Espiau, solo a bocajarro en el área chica, enganchó fatal un centro de nuevo de Ojeda y la pelota se marchó fuera entre el suspiro general del zaragocismo. Por todo esto, ese 0-0 parcial era un excelente botín para este deslavazado e infumable Real Zaragoza de Ramírez.

El canario había prescindido de Poussin en la portería. No se atrevió a ponerlo en el diván de La Romareda tras su nueva pifia gruesa del día anterior en Albacete. También dejó fuera a Clemente y deshizo por primera vez su clásica línea de tres centrales en defensa de cinco. Y las lesiones musculares que aquejaron a Keidi Bare y Bazdar durante la semana, finalmente los dejaron en el banquillo. Por eso estuvieron de inicio Femenías, Aketxe, Adu Ares y Marí. Una revolución que no dio resultado. Nada nuevo, por lo tanto, en casa zaragocista.

El segundo tiempo empezó sin cambios. A verlas venir en los primeros minutos, tanto unos como otros. Para los burgaleses, todo lo que no fuera perder era muy útil al saber de la victoria del Eldense, el único del cuarteto del descenso que amaga con salir a medio plazo. Quien primero encontró un resquicio para rozar el gol fue, como en la primera mitad, el Burgos, con un disparo de Espiau en la frontal del área en el minuto 50 que se fue alto por centímetros. Y, enseguida, surgió la jugada que abrió una herida sangrante en el deteriorado cuerpo ofensivo y creativo de este mísero Zaragoza de Ramírez: el ariete Dani Gómez, en el día de su estreno en casa, fue expulsado con roja directa por un entradón sobre Florián Miguel, caliente en su ánimo porque segundos antes no le habían pitado una falta a su favor. Una chiquillada. Una puerilidad. Imperdonable. Esto es fútbol profesional. El Zaragoza se quedó en inferioridad, con 10 jugadores, en el 54, casi todo el segundo periodo. Un mazazo.

Ramírez hizo un triple cambio para reparar el boquete. Metió a Liso, Bazdar y Keidi Bare y retiró, entre silbidos, a Adu Ares, Marí y Aketxe. Enseguida le replicó Ramis, el técnico visitante, buscando incrementar su pólvora en ataque para ir a por la victoria con una pieza más. Expósito y Elady fueron sus apuestas primeras. De repente, la posesión del balón pasó de las rutinas zaragocistas a los pies de los chicos del Burgos en más fases que hasta este momento. Ha de agradecer el Zaragoza que el rival de turno fuese un equipo plano, sin personalidad, torpe sobre el césped. Si en vez de los castellanos en frente hubiera habido otro adversario de más enjundia, los de Ramírez hubieran claudicado seguramente con muchísima antelación.

Tras una falta a favor, en otro balón parado por lo tanto, el Real Zaragoza fabricó su primera llegada con opciones de gol de la reanudación. Fue un cabezazo picado de Francho en el 69, a centro de Tasende, que se le marchó fuera por dos metros. Faltaban 20 minutos y todo podía ocurrir aún, porque el partido era un duelo de malos, de poco inspirados. Pura mediocridad a ambos lados del ring. El Burgos replicó de inmediato y llevó la congoja al graderío con una doble oportunidad en cadena. En el 73, Aitor Córdoba, solo en el área pequeña en un centro de Elady, controló mal y Lluís López pudo despejar un gol casi hecho. Y en el 74, Atienza cabeceó el centro consiguiente y atrapó Femenías en medio del marco.

La cosa estaba complicada para los zaragocistas. Solo cabía esperar un regalo de los visitantes o un fogonazo aislado de inspiración de alguien. Casi sucedió esto último en el minuto 76. Liso recogió un balón a la contra en medio campo, pasó a Bazdar y este, tras entrar en el área con cierta ventaja, remató altísimo, fatal, echando el balón a las obras del Fondo Sur. Para entonces, las hechuras del partido eran un galimatías táctico. Un fútbol sin partitura. El Burgos, un querer y no poder, obligados por ser 11 contra 10. Aun así, Espiau tuvo otro gol en el 80. Controló un centro raso al área y remató a la media vuelta, alto por muy poco ante el murmullo de pavor de los graderíos.

Y, claro, ante un Zaragoza que es un equipo sin orden ni concierto, dirigido por un Ramírez que volvió a ser repudiado por la afición voz en grito, hasta este débil Burgos fue capaz de frotar la lámpara y encontrar a Aladino. En el minuto 84, en un córner regalado por Tasende, un flan (como todos), los castellanos lo sacaron en jugada ensayada e Íñigo Córdoba, recién entrado en danza, enganchó un derechazo en el pico del área (solo como la una) que se coló como un obús por la escuadra izquierda de Femenías. Era el 0-1 en los estertores del choque. La bronca en las tribunas explotó. Ni el homenaje preparado a Cristian Álvarez, cortafuegos a destiempo, detuvo los ímpetus de los zaragocistas cabreados como nunca.

La recta final del envite fue una oda a la desesperación. Ni una iniciativa. Ni una idea. Cuando era claro que había que echarse arriba con todo en pos del 1-1, como fuera. Nada de nada. Y, a todo esto, Ramírez escondido en el banquillo tras el gol visitante. Estuvo todo el partido de pie menos del minuto 84 en adelante. Metafórico. Y así acabó un nuevo suplicio. Con la música en megafonía para acallar los gritos del público. Los hechos, eso sí, nadie los pudo borrar del disco duro. Ahí quedan para siempre: 0-1 y tal vez el inicio de una fase de padecimientos que ya se verá qué trae.

El Zaragoza, en caída libre

El Burgos, que no ganaba fuera de El Plantío desde septiembre, también retrató en La Romareda al equipo de Ramírez, que se quedó con diez en el minuto 55 por la injusta expulsión de Dani Gómez.

A Miguel Ángel Ramírez se le viene llenado la boca de reproches a diestro y siniestro, pero su equipo no deja de perder posiciones y de acumular derrotas. Vino a cambiarlo todo y ha terminado por desnaturalizar por completo al Real Zaragoza, anulando sus virtudes sin corregir ninguno de sus errores. Nada que no hayamos visto antes aquí con recién llegados en los últimos años de este infortunado peregrinar por la Segunda División. El Burgos, que no ganaba fuera de El Plantío desde el mes de septiembre, también retrató en La Romareda al Zaragoza de Ramírez, que cae hasta la decimosexta plaza, a seis puntos de la frontera con el descenso, que marca el Eldense. La injusta expulsión de Dani Gómez no puede ser excusa para este nuevo traspié, porque el Zaragoza había sido incapaz con once jugadores. Ya se sabe que los homenajes los carga el diablo y Cristian Álvarez no se merecía una despedida así.

Ramírez había proclamado que no había nada alarmante o grave que corregir en su equipo, pero presentó un once con hasta seis novedades. Toda una revolución, con cambio incluido de dibujo. Femenías, Tasende, Aketxe, Ares, Dani Gómez y Marí entraron por Poussin, Clemente, Liso, Toni Moya (lesionado), Pau Sans y Bazdar. Y el Zaragoza pasó del 5-3-2 al 4-4-2. Por su parte, Ramis repitió alineación en el Burgos.

El Real Zaragoza, como ya es norma en el librillo de Ramírez, salió contemplativo y respetuoso, al paso y sin arriesgar, lo que le facilitó las cosas al Burgos, que se asentó con facilidad y dio su primer aviso antes del cuarto de hora en una combinación entre Curro y Atienza, que acabó en un disparo cruzado junto al palo. Un susto serio para Femenías que dio paso a varias acciones de ataque del equipo de Ramis entre los primeros silbidos de desaprobación de La Romareda.

El Zaragoza levantó por primera vez la voz cerca de la media hora con un libre directo lejano de Aketxe que Cantero mandó a córner, pero no acertó a imponerse en el resto de la primera parte. En un partido se ritmo bajo y con frecuentes interrupciones, al equipo aragonés le faltaron velocidad y atrevimiento y sólo volvió a amenazar al Burgos con otra falta de Aketxe que rozó el larguero, mientras Edu Espiau perdonó el 0-1 a dos minutos del descanso.

Nada cambió en el inicio de la segunda parte, con el Burgos firme y peligroso a la contra y con el Zaragoza espeso y cada vez más nervioso. El panorama se le acabó de complicar al Zaragoza en el minuto 55 cuando Dani Gómez, en una acción temeraria sobre Florian Miguel, pero nunca de expulsión, se fue a la ducha con una tarjeta roja directa.

Ya a la desesperada, Ramírez decidió un triple cambio -Liso, Keidi Bare y Bazdar relevaron a Ares, Aketxe y Marí-, mientras Ramis respondió con una doble sustitución -Elady y Marcelo reemplazaron a Ojeda y Quintanilla- y con la clara consigna de enfriar primero el partido y después de ir a por la victoria. Y así, el Burgos se hizo dueño y señor del encuentro frente a un Zaragoza ordenado y disciplinado atrás, pero incapaz de meterle corazón al juego. La firma al triunfo burgalés se la puso Íñigo Córdoba a seis minutos del tiempo reglamentario con un misil inapelable desde fuera del área, a la salida de un córner.

La Romareda volvió a pedir la marcha de Ramírez y es de suponer que el objetivo oficial del playoff quedará definitivamente aparcado, porque no asumir la cruda realidad puede acabar costando carísimo. El Zaragoza se ha metido en un lío.

 

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