LIGA 2ªDiv. 2024/25 JORNADA Nº32 (24.3.2025)
PARTIDO OFICIAL Nº 3688
REAL ZARAGOZA 1-1 CORDOBA
0-1, min. 64: Rubén Alves
1-1, min. 81: Soberón, de penalti
Ficha técnica
Real Zaragoza: Poussin; Luna (Tasende, 65’), Vital, Jair Amador, Calero; Francho, Guti (Aketxe, 89’), Toni Moya, Liso (Adu Ares, 65’); Soberón y Dani Gómez (Pau Sans, 75’) .
Córdoba: Ramón Vila; Carlos Isaac, Xavi Sintes, Rubén Alves, Albarrán; Isma Ruiz, Álex Sala (Theo Zidane, 75’), Pedro Ortiz (Magunazelaia, 75’); Carracedo, Obolskii (Yodi, 83’) y Jacobo González.
Goles: 0-1, min. 64: Rubén Alves. 1-1, min. 81: Soberón, de penalti.
Árbitro: Ávalos Barrera (Comité de Cataluña). Mostró tarjeta amarilla a Toni Moya (13’). Calero (21’), Álex Sala (32’), Rubén Alves (60’), Isma Ruiz (76’), Carracedo (77’), Magunazelaia (84’)
Incidencias: Partido de la jornada 32 de liga jugado en La Romareda, con 17.635 espectadores en las gradas . En la previa del encuentro, se homenajeó en el centro del campo y desde la grada a la plantilla del equipo juvenil de División de Honor, recién proclamado subcampeón de la Copa del Rey de la categoría.
Real Zaragoza 1-1 Cordoba
38.5 % Posesión 61.5 %
3 remates dentro 2
4 disparos bloqueados 2
6 remates fuera 3
7 disparos recibidos 13
4 tarjetas amarillas 6
0 tarjetas rojas 0
18 faltas recibidas 12
12 faltas cometidas 19
132 perdidas de posesión 138
32 recuperaciones de posesión 42
2 fueras de juego 1
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La cruda realidad: el Real Zaragoza tampoco puede con el Córdoba (1-1)
En un partido muy gris y con un fútbol inofensivo en el discreto debut de Gabi, el equipo aragonés salva un insuficiente punto gracias a un postrero penalti anotado por Soberón frente a un Córdoba dominador.
Es cierto, Gabi Fernández no tiene ninguna varita mágica ni es Guardiola. Él, como tantos otros, se topó con la cruda realidad de un equipo que no gana a nadie. No gana porque no puede, porque no sabe, porque no le dicen cómo, porque no se atreve, porque... En definitiva, porque es inferior a sus rivales, también de un Córdoba con más cuajo, con un juego más claro y una idea bien desarrollada. Salvó un punto el Real Zaragoza (1-1) en un partido muy discreto, flojo, muy pobre en ataque, algo más sostenible en defensa, pero siempre expuesto al momento crítico en sus última línea. Esta vez Poussin se atragantó con un balón en su plato del área pequeña. Lo corrigió Soberón de penalti, para evitar una derrota, después un partido en el que Gabi trató de tocar la tecla defensiva, quizá demasiado, pues el Zaragoza fue inofensivo, en su ánimo de crecer desde atrás.
Pero el equipo fue muy timorato, precavido, contenido y rígido, con demasiada cautela posicional. Los laterales sirven de ejemplo: atornillados y vigilantes en sus puestos. Gabi desplegó, de la primera a la última página, el manual de supervivencia, y el Zaragoza jugó como un equipo de esa liga, como un equipo empequeñecido que jugó a no equivocarse y esperar a que se equivocara el rival. Es la fórmula instaurada por un Gabi que buscó el equilibrio, la densidad defensiva y disciplina colectiva. Los jugadores corrieron y se entregaron al sacrificio, pero ese fue el problema: lo importante no es correr mucho, sino correr bien.
Este fútbol puede ser un buen punto de partida, pero el Real Zaragoza necesita victorias. El punto apenas le sirve para mucho, salvo para mirar la clasificación y seguir viendo por detrás al Eldense.
Gabi, como se preveía, le dio al Zaragoza forma de 4-4-2, con Calero en el lateral izquierdo y Guti como interior derecho de esa línea media. Fueron las notas posicionales más destacadas, mención aparte de Poussin, con más vidas que un gato, de nuevo en la portería. Las pinceladas más novedosas del Zaragoza fueron su acento defensivo, con un bloque medio de distancias muy próximas, con una clara intención de fortalecerse y agruparse por dentro. Tanto Guti como Liso se cerraban mucho a los costados del doble pivote, liberando bandas al Córdoba en esa misión de sembrar de minas el medio y no dejar ni una grieta al rival. Arriba, Soberón y Dani Gómez operaban de buscavidas. En este sentido, el Zaragoza dejó más jugar que jugó, y el Córdoba aceptó el envite, desde su propuesta aseada, atrevida y edificada sobre un 4-1-4-1 en el que su triángulo de centrocampistas -Isma Ruiz como punto de equilibrio, Pedro Ortiz como canalizador y Álex Sala como creador- comenzó, desde muy pronto, a marcar el compás del partido.
Al Zaragoza le costó casi media hora saber dónde estaba y lo que ponía en juego. Hasta esas primeras aproximaciones, casi todas con el balón parado como respiradero, el equipo de Gabi exhibió un planteamiento prudente, conservador y precavido, de trazos simples y rudimentarios. La misión número uno era no cometer ningún error, y esa intención presidió su fútbol durante casi toda la primera mitad, contra un Córdoba que manejaba la posesión, los ritmos y los espacios. El Zaragoza, mientras tanto, tenía poca pelota, sin apenas continuidad, ni creatividad, ni orden en esa fase del juego, en la que Guti se soltaba de la banda para favorecer superioridades en zonas intermedias junto a la movilidad de Soberón.
Aunque el Córdoba mandaba, no inquietaba gran cosa, escupido hacia la banda por ese armazón interior que armó Gabi. El Zaragoza cerró bien el área ante el centro lateral y esperó a que el boleto premiado le sonriera. Así, se alcanzó casi el ecuador de la parte, momento en el que Toni Moya sirvió una falta lateral que tanteó Jair, para que Vital la rebotara de tal manera que casi sorprende a Ramón Vila, habitual portero suplente, alistado ante las molestias de Carlos Marín. En ese punto del partido, el Zaragoza vivió su mejor tramo, corto y aislado, pero del que pudo sacar fruto. A Soberón le taparon un tiro de gol tras robar él mismo en la zona central. De ese saque de esquina, salió un centro raso de Toni Moya al que Jair le puso una puntera picante. Y, a continuación, una soberbia acción de Luna, el mejor en esa primera mitad, no la aprovechó en el segundo palo Liso.
El Córdoba intentó elevar el control y moderó su mensaje, aunque siempre desde un fútbol fluido, vertical y osado, con su portero como organizador entre centrales y sus laterales muy profundos. Al Zaragoza le costó presionar esa salida de pelota, se sentía más cómodo replegado, bien juntito, como había avisado Gabi. En ese aspecto, el equipo se solidificó, fue más solvente. Más le costó en la elaboración y en la gestación ofensiva, donde su ritmo era mortecino y su organización algo descompuesta. En este sentido, el Zaragoza simplificó las cosas, con sus centrales vetados para el pase corto y el arabesco: balón arriba, pelea y segunda jugada era el mensaje que arrojó el plan ofensivo.
En un saque de esquina, Álex Sala casi envenena al Zaragoza, pero la pelota dio en el palo. Respondió el Zaragoza con Liso, quien ganó una carrera a Sintes, pero se quedó en el arcén sin gasolina cuando ya enfocaba la portería. Le pesaron las piernas al canterano. Una falta lejana de Toni Moya, sin mucho peligro, dio paso al descanso.
El partido volvió en la misma tónica. Un Córdoba animoso, sin mucha amenaza, pero con las riendas del partido bien sujetas, mientras el Zaragoza mantenía su tono gris y apagado. Liso y Calero mezclaron una jugada a la que Soberón le dio un remate inexacto, justo antes de que el Córdoba se diera cuenta de que podía jugar con los miedos del rival. Obolskii, un carro blindado soviético que con el simple juego de espaldas tensó al límite la defensa aragonesa, remató de cabeza rozando el palo un servicio de Carracedo, un jugador al que no hay que darle un palmo, con pies e imaginación para tejer trampas con su zurda. Se fue elevando desde ese lado, y en una contra probó a Poussin, quien le tapó en el primer palo otro tiro a Obolskii. Y así, se llegó al gol del Córdoba: Álex Sala dibujó una comba endiablada al corazón del área pequeña, dominio de Poussin, pero el francés se tragó el bote. Una vez más, un fallo individual salía caro; es el sino de este equipo, algo muy difícil de corregir, de superar y de levantar.
Con el chasco encima y el reloj corriendo, Gabi movió el equipo, quitando a Luna (sorprendente decisión) para poner a Tasende en la izquierda y devolver a Calero al lateral derecho. También salió Adu Ares por Liso. El Zaragoza siguió, no obstante, con su juego monolítico y sin energía ofensiva. Mientras tanto, el carrusel de cambios dejaba a Pau Sans en el lugar de Dani Gómez.
Cuando la atmósfera ya se enrarecía, el Zaragoza evacuó una pelota al flanco derecho, desde donde Francho sacó un centro del que salió un clamoroso penalti de Albarrán a Vital, a quien abrazó como si fuera su hijo. Había que tirarlo. Pero, sobre todo, había que meterlo. Hacía falta un valiente. Y fue Soberón quien lo ajustó a un palo. El empate, a diez minutos de final, dio alas al equipo aragonés, pero no le dio mucho más fútbol. A golpe de corazón se fue arriba, siempre jugando en la cornisa, pues el Córdoba tenía las garras afiladas. Soberón cazó un gol, pero se lo anularon bien por un agarrón. No había mucha claridad en un Zaragoza en el que salió Aketxe ya al límite del tiempo, sin mucho que aportar algo que no fuera un golpeo de pelota parada. Un centro de Carracedo lo salvó Poussin cuando Yoldi ya apretaba el gatillo. El partido ya se evaporaba cuando Tasende empaló una pelota que salvó Vila. Eso fue todo. Demasiado poco para un Zaragoza herido de muerte.
Soberón rescata un punto para el Zaragoza
Gabi se estrena con un empate frente al Córdoba que permite al equipo aragonés aumentar un punto su distancia con el Eldense, pero que le anuncia, más si cabe, un camino plagado de sufrimiento y de final incierto.
Ramírez dejó un Zaragoza destruido y sin pulso competitivo y a Gabi le va a costar Dios y ayuda mantenerlo en Segunda División. El técnico, el cuarto de la temporada en el banquillo de La Romareda, se estrenó con un empate frente al Córdoba que le permite aumentar un punto su distancia con el Eldense, su directo competidor en la pelea por eludir el descenso, pero que le anuncia, más si cabe, un camino plagado de sufrimiento y de final incierto. Todo lo contrario que el Córdoba, que prosigue su imponente marcha de la segunda vuelta y empalma su octava salida sin perder. Rubén Alves abrió el marcador para los visitantes y Soberón firmó de penalti las tablas a ocho minutos del final.
En su estreno en el banquillo del Zaragoza, Gabi rescató a Poussin para la portería, alineó a Calero como lateral izquierdo, le dio la primera titularidad a Raúl Guti como interior derecha y completó el cuarteto de novedades de su primer once con Liso como volante zurdo. Y todo eso dentro de un clásico 4-4-2, su dibujo de cabecera. Por su parte, Iván Ania presentó dos cambios obligados en su alineación: el guardameta Ramón Vila, que hizo su debut en el campeonato por la baja de última hora de Carlos Marín, que hasta ahora había disputado todos los minutos, y el delantero ruso Obolskii, relevo del sancionado Antonio Casas, máximo goleador del Córdoba.
El Zaragoza no pudo dejarse los nervios en la caseta, pero, al menos, sí salió a jugar con intensidad y brío frente a un Córdoba en estado de gracia y que no dudó en tomar la iniciativa y en percutir una y otra vez por los costados, especialmente por el de Carracedo. Al equipo aragonés le costó responder, pero dio un primer susto a balón parado y eso le ganó una ovación de la grada de La Romareda, que resultó un formidable empujón anímico para igualar un tanto el partido. La primera parte, con más emoción que ocasiones, concluyó con un córner del Córdoba que se estrelló directamente en un poste y con una cabalgada de Liso muy mal resuelta por el extremo aragonés.
El encuentro se terminó de agitar en la segunda parte, en la que el Córdoba dio dos grandes avisos, por medio de Obolskii y de Carracedo, antes de que el central Rubén Alves mandara a la jaula de cabeza en el segundo palo un córner muy cerrado de Álex Sala que se paseó por toda la portería de Poussin. El 0-1 ya obligó al Zaragoza a jugar a la desesperada y Gabi dio entrada a Ares, Tasende y Pau Sans para intentar revolucionar a su equipo, que, con más corazón que fútbol, logró empatar a nueve minutos del final al transformar Soberón un penalti sobre Vital y peleó hasta el final por la victoria.
La igualada deja al Zaragoza con dos puntos de ventaja sobre el descenso, antes de visitar El Sardinero, y no acaba de despejar de nubarrones el horizonte. Habrá que sudar tinta china para mantener la categoría.
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