LIGA 2ªDiv. 2024/25 JORNADA Nº34 (6.4.2025)
PARTIDO OFICIAL Nº 3689
REAL ZARAGOZA 1-0 MIRANDES
1-0, min. 78: Jair Amador.
Ficha técnica
Real Zaragoza: Poussin, Francho,Vital, Jair, Clemente (Tasende, 74’); Aketxe (Liso, 74’), Arriaga, Guti, Adu Ares (Pau Sans, 60’); Bazdar (Alberto Marí 74’), Soberón (Kosa, 86’).
Mirandés: Raúl Fernández; Rincón (Butzke, 84’), Egiluz, Tachi (Tomeo, 68’), Juan Gutiérrez (Alonso, 84’), Iker Benito; Gorrotxategi, Reina, Lachuer (Álex Calvo, 84’); Panichelli y Joel Roca (Izeta, 65’).
Goles: 1-0, min. 78: Jair Amador.
Árbitro: Arcediano Monescillo (Comité de Castilla-La Mancha). Mostró tarjeta amarilla a Juan Gutiérrez (27’), Hugo Rincón (35’), Aketxe (45’), Guti (50’), Lachuer (86’).
Real Zaragoza 1-0 Mirandes
50.1 % Posesión 49.9 %
2 remates dentro 1
0 disparos bloqueados 4
6 remates fuera 2
7 disparos recibidos 8
2 tarjetas amarillas 3
0 tarjetas rojas 0
17 faltas recibidas 16
16 faltas cometidas 18
136 perdidas de posesión 145
28 recuperaciones de posesión 43
1 fueras de juego 3
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¡Hay vida!: gran triunfo del Real Zaragoza contra el Mirandés (1-0)
El Real Zaragoza se reencuentra frente al Mirandés con la victoria, sale del descenso y fortalece su fútbol en un partido conquistado con buen juego y mucha alma gracias a un gol de Jair en un córner
Hay vida. El Zaragoza la tiene. Respira. Le late el corazón. Vaya que si le late... Su fútbol exhibe pulso y constantes vitales. Aquí tiene su victoria casi una eternidad después. La sufrió y la trabajó, como no podía ser de otro modo, frente a un notable Mirandés que exige todo, que conduce sus partidos a una agonía, a un callejón sin salida donde hay que buscar escapatoria allá donde se pueda. Y el Zaragoza la halló en la poderosa figura de Jair Amador, con un gol -a balón parado- en el tramo final que recompensó su fútbol valiente, más desmelenado, menos encorsetado, cauteloso y conservador. Un fútbol más fiel a la naturaleza cristalina y afilada de sus jugadores. Si alguna lección deja el triunfo es que este equipo juega más cómodo cuando propone, cuando pisa campo adversario, cuando mira de frente a los rivales que cuando se encapsula, se protege y se defiende.
Fue un partido de buen nivel para la categoría, sin mucho disparo, igualado en términos generales, pero con el Real Zaragoza convencido y confiado, con una actitud de hierro y un fútbol regenerado sobre unos nuevos códigos que le fue conduciendo a la victoria que le saca del descenso, que neutraliza el efecto del empuje del Eldense y que le enseña un posible camino a recorrer. La senda desde la que salvar la temporada. Queda tiempo y muchas curvas aún que sortear, pero Gabi le ha ensanchado la personalidad al equipo, le ha resucitado viejos valores y le ha entregado un armazón competitivo. El Zaragoza ganó al cuarto clasificado, pero sobre todo lo dejó a cero, y casi ni le concedió ocasiones de gol. Una noticia extraordinaria en un momento clave del curso en el que jugadores como Francho, Arriaga o Guti plasman, en su fútbol de carne viva, el código genético del Zaragoza de Gabi.
Un Gabi Fernández que apostó por la creatividad, el buen tacto con la pelota y los perfiles asociativos, invirtiendo de arriba abajo al Zaragoza de sus primeros partidos, más antagonista, precavido y contenido, removiéndolo con varios cambios en fondo y forma: entraron al once Bazdar, Aketxe, Clemente y Adu Ares. Todos ellos jugadores con más calidad que cantidad, con más pie que músculo. Además, Francho cayó como lateral derecho de un 4-4-2 que, esta vez, en fase ofensiva mudaba a un 3-5-2, fijando Clemente su puesto como central izquierdo y ensanchando en amplitud al equipo Francho como carrilero en un flanco y Adu Ares abierto en el opuesto. La idea buscaba, sobre todo, igualar las fuerzas en las zonas interiores ante un rival que despeja sus bandas y concentra su juego dentro y aprovechar las fisuras del 5-3-2 burgalés en los espacios intermedios.
Pero, sobre todo, el Zaragoza, como no podía ser de otro modo con esa tipología de futbolistas, se metió más en campo rival. Con esa alineación, debía ser así, había que asentarse en los dominios del Mirandés y comenzar a atacar cerca de su área, en la región que mejor dominan Soberón, Bazdar, Aketxe, Adu Ares… Y así fue. El plan comenzó a salir según lo ideado. El Zaragoza sujetó la riendas del duelo y comenzó a llevarlo por donde quería, ante un Mirandés fiel a sus preceptos, rocoso, sólido, bien organizado, con su fútbol muy bien concebido, un fútbol rico de registros, capaz de atacar de fuera adentro o de dentro afuera, en corto o en largo. Pero el Zaragoza se mostró desenfadado, muy lejos de las primeras versiones de Gabi. Lo hizo con un fútbol más ofensivo, atrevido, desenvuelto y protagonista. También sin la pelota dio un paso adelante, defendiendo más avanzado con su línea de presión.
Fue por la derecha por donde empezó el equipo de Gabi a abrirse caminos, con un incisivo y pletórico Francho. Una buena combinación suya con Guti no encontró el centro preciso. La acción, no obstante, lanzó un mensaje relevante: el Zaragoza iba a ir por el triunfo con ambición. Al poco, Bazdar se hizo con una pelota escorado, le pegó con la izquierda y su tiro lamió el palo. Era otro Zaragoza. No solo en nombres, también en filosofía, intenciones y propuesta, porque el juego lo hace lo que son los futbolistas: sus perfiles, condiciones, características y naturaleza. Y este Zaragoza era más animado, más próximo a las esencias con las que se armó esta plantilla.
El riesgo estaba en el punto de equilibrio. Pero el equipo manejaba bien las distancias, las ayudas y las alturas defensivas. No se descosía ni se descompensaba, con Clemente siempre en la vigilancia, aunque por su lado vino el primer naufragio defensivo: Rincón le ganó un duelo y su balón al área no lo condujo bien Panichelli hacia donde pretendía.
El Zaragoza decidía el ritmo del partido, con Bazdar y su fútbol de seda gobernando las zonas grises. El internacional bosnio, con determinación e insistencia, ganaba balones y los mejoraba con su juego ingenioso y creativo. Arriaga empaló una pelota muy arriba y no resolvió con gol una excepcional contra dirigida por Soberón. El conjunto aragonés gobernaba, pero le faltaba algo más de confianza en la mezcla del juego, más consistencia con la pelota y más firmeza en sus acciones. Más decisión, algo más de profundidad. Porque el Mirandés apenas se desordenaba ni se giraba. Los burgaleses, serenos, esperando su turno en la fila de las oportunidades, resistían sin agobios y amagaban con golpear. Jair casi se mete en propia puerta un balón a esa zona del área donde tantos lamentos se han lanzado esta temporada.
Si Francho estiraba al equipo con energía y su fútbol supersónico por la derecha, desde la izquierda Adu Ares inspiraba jugadas desde lo individual. Así, el vasco, en una mejorada versión y tras recibir un buen pase al hueco de Clemente, buscó la escuadra del Mirandés con un lanzamiento en el que fue buscando su momento y su ángulo. Se fue alta. Con una falta lateral de los visitantes sobre el área de un Zaragoza también mejorado en ese tipo de amenazas -aunque siempre con el miedo latente-, el partido se fue al descanso.
A la vuelta a la batalla, el Mirandés expresó la capacidad de competir que define su temporada. Es un bloque con diversidad de registros, muy denso y robusto, que obliga a hacer las cosas muy bien a quien quiera ganarle. Los burgaleses le comenzaron a discutir el dominio al Zaragoza. Poussin, en una acción invalidada por fuera de juego, le sacó un gol a Juan Gutiérrez en una falta ladeada. Aunque Aketxe había sido quien primero había gritado peligro con un derechazo que se fue cerca del larguero.
El partido se igualó. Había que medir muy bien los pasos, leer los momentos, calcular las posibilidades, gestionar esos tiempos… El duelo se adentraba así en el terreno de los entrenadores. Gabi fue el primero en mover ficha en ese tablero que no se rompía por ninguna casilla. Salió Pau Sans por un Adu Ares recuperado para la causa. Una bala más en la cartuchera para lo que queda. Lisci también miró al banquillo: Izeta al campo por Roca. Después, el turolense Tomeo por Tachi, lesionado. El partido se mantuvo inmovilizado, pero, poco a poco, palmo a palmo, grito a grito de la grada, corazón a corazón, el Zaragoza fue avanzando. Le podían las ganas, casi podía decirse que incluso le pesaba el alma, pero se mantuvo cerebral, cuidándose de dejarle las espaldas libres al Mirandés.
Se jugaba en una cornisa, había que medir los riesgos, y eso hacía al Zaragoza impreciso, como si quisiera hacer muchas cosas a la vez y de muchas maneras. Había que templar emociones. También refrescar piernas. Clemente pidió el cambio y Gabi aprovechó para meter tres: Tasende, Marí y Liso. Se fueron, además del lateral izquierdo, Aketxe y Bazdar. Pero, sobre todo, fue el momento en el que entró al campo La Romareda: una llamarada de apoyo encendió la atmósfera. Jair, que ya había acariciado el gol en un centro de Aketxe, fue llamado a las filas de un córner. El Zaragoza había ganado muchos metros, jugaba en campo rival y rascó ese saque de esquina. Tasende lo sacó y Jair, como en los viejos tiempos, reventó con su frente de mármol la portería del Mirandes y tiró abajo La Romareda y puso en órbita a sus compañeros. Tasende y Jair. Jair y Tasende. Ambos fotografiados en los goles de hace una semana en Santander. Ambos resarcidos. Una justicia poética que nos recuerda que en el fútbol, como en la vida, nunca, nunca, nunca hay que rendirse.
Y no lo hizo el Zaragoza, quien contuvo la ventaja defendiendo con todo, sin meterse atrás, apoyado también en ese cambio final de Kosa para proteger la victoria que tanto se esperaba, que tanto se ha deseado, que tanto se necesitaba. Aquí está, el triunfo que puede cambiarlo todo.
El Zaragoza no se rinde
Un cabezazo de Jair a doce minutos del final decidió la victoria del equipo aragonés frente al Mirandés en una Romareda entregada a sus colores.
No fue el mejor Zaragoza de la temporada, como había pronosticado Gabi en la víspera, pero fue un Zaragoza que volvió a ganar un partido casi tres meses después, un Zaragoza que no se rinde y que se agarra a la vida con uñas y dientes. Un cabezazo de Jair a doce minutos del final decidió la victoria del Real Zaragoza frente al rocoso Mirandés en una Romareda entregada a sus colores y que sostuvo a su equipo de principio a fin. Sólo es un pequeño pasito hacia la salvación, pero el equipo aragonés, de la mano de Gabi, demostró que está vivo.
Clemente, Aketxe, Ares y Bazdar, recambios de Tasende, Dani Gómez y los sancionados Calero y Toni Moya, fueron las cuatro novedades en el ofensivo once del Gabi, que situó a Francho como falso lateral derecho con libertad de iniciativa y movimientos, mientras Lisci introdujo tres cambios en su alineación: Tachi, Egiluz y Joel Roca relevaron a Parada, Tomeo e Izeta.
El Zaragoza comenzó el partido en posición de descenso, tras el triunfo del Eldense el sábado en Cartagena, y se metió enseguida en faena. Bazdar, en combinación con Ares, dio el primer aviso a los cinco minutos con un disparo cruzado que salió rozando el poste, pero el Mirandés no tardó en dar respuesta por medio de su artillero Panichelli. El equipo de Gabi intentó descolocar al de Lisci con posesiones largas y percutiendo por los costados y, por dos veces, en un golpe franco y en un contragolpe, Arriaga, activísimo, tuvo todo a su favor para abrir el marcador antes de la media hora. Así que el Zaragoza, que llevó más la iniciativa, tuvo hasta tres ocasiones para haberse puesto en ventaja en la primera parte, pero se llegó al descanso con un empate sin goles y con todo por desenredar.
La segunda parte se inició con un disparo de Aketxe por encima del larguero, que dio paso a una fase de fútbol atropellado, con continuas interrupciones y reparto de pérdidas, justo lo que no le convenía al Zaragoza. A media hora del final, y con el reloj corriendo ya a toda prisa, Gabi dio entrada a Pau Sans por Ares para intentar revitalizar su ataque, un intento que no surtió efecto, mientras Lisci también movió su banquillo, relevando a Joel Roca, su mejor estilete en la primera parte, por Izeta y a Tachi por Tomeo. El encuentro entró entonces en una fase de dominio del Mirandés, que se fue sintiendo cada vez más cómodo y obligó a Poussin a negarle al gol a Iker Benito, antes de que ni Jair ni Soberón acertaran a rematar un centro con mucho veneno de Aketxe.
Ya a la desesperada, entraron en el Zaragoza Tasende, Liso y Marí y fue, precisamente, el lateral zurdo el que sirvió un córner que cabeceó imperial Jair a la red a doce minutos del final. El gol lo cantó La Romareda con el alma y lo festejó el equipo aragonés con una piña multitudinaria delante de su banquillo. Y no era para menos porque es el gol que saca al Zaragoza del descenso y le permite reencontrarse con la victoria nada menos que diez jornadas después. Un gol que no decide nada, pero que puede empezar a cambiar la suerte del equipo aragonés en este campeonato.
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