LIGA 2ªDiv. 2024/25 JORNADA Nº35 (12.4.2025)
PARTIDO OFICIAL Nº 3690
REAL ZARAGOZA 2-2 EIBAR
0-1, min. 29: Bautista
0-2, min. 32: Bautista
1-2, min. 72: Jair
2-2, min. 93: Poussin
Ficha Técnica
Real Zaragoza: Poussin; Francho, Vital, Jair, Clemente (Tasende, 46); Arriaga (Moya, 66), R. Guti; Aketxe (P. Sans, 46), Adu Ares (Liso, 46); Bazdar y Soberón (Dani Gómez, 79).
SD Eibar: Magunagoitia; Cubero, Comas (Arambarri, 65), Arbilla, Cristian Gutiérrez; Nolaskoain, Sergio Álvarez, Matheus Pereira (Javi Martínez, 73); Alkain (Arrillaga, 73), Puertas (Chema Rodríguez, 81); y Bautista (Jorge Pascual, 81).
Árbitro: Guzmán Mansilla (Comité Andaluz). Amonestó a Arriaga (50), Arbilla (50), Tasende (76), Nolaskoain (90)
Goles: 0-1, min. 29: Bautista. 0-2, min. 32: Bautista. 1-2, min. 72: Jair. 2-2, min. 93: Poussin.
Incidencias: Tarde agradable en Zaragoza, con 21 grados y cielo nublado al inicio del partido (las 16.15). El césped presentó un buen estado. En las gradas hubo alrededor de 21.000 espectadores. El presidente del Real Zaragoza, el estadounidense de origen cubano Jorge Mas, estuvo en el palco tras volar desde Miami. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Leo Beenhakker, exentrenador zaragocista en los años 80, fallecido 48 horas antes.
48.7 % Posesión 51.3 %
4 remates dentro 2
10 disparos bloqueados 1
3 remates fuera 3
6 disparos recibidos 17
2 tarjetas amarillas 2
0 tarjetas rojas 0
13 faltas recibidas 10
10 faltas cometidas 14
197 perdidas de posesión 173
46 recuperaciones de posesión 43
1 fueras de juego 1
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Un gol de Poussin en el 93 evita la tragedia y da un empate al Real Zaragoza ante el Eibar
El portero francés, de cabeza y en un córner postrero, logra el 2-2 para igualar un 0-2 adverso del primer tiempo que limó antes Jair.
Partido para la historia. Porque cuando un portero salva un punto que puede ser decisivo para evitar un descenso, en el minuto 93, cuando la tragedia revolotea el estadio y el equipo está al borde del cataclismo, ese partido queda grabado a fuego. Poussin, que venía de un error monumental en el primer gol del Eibar una hora antes, fue el protagonista final de esta epopeya que desarrolló el Real Zaragoza en La Romareda en otro episodio lleno de abolladuras y máculas futbolísticas.
Extraña. Díficil de comprender y explicar resultó la primera parte. Que el Eibar ganase 0-2 en el minuto 32 era un escenario inimaginable durante los primeros 25 del duelo. Porque los vascos no pisaron el área zaragocista en ese tiempo jamás. Ni se acercaron a 40 metros de Poussin en ningún momento con un balón controlado. Todo fue un dominio -esteril, ciertamente- de un Real Zaragoza con aires de demasiado confiado, más suelto que el último día de máxima tensión ante el Mirandés. Y no están los blanquillos para creerse nada, ni para dejarse llevar por sensaciones engañosas de superioridad. Por eso, que en un plisplás los vascos se vieran con dos goles de ventaja en la franja de la media hora fue algo inesperado, anormal y difícil de digerir. Digamos que ni ellos se lo creían.
Porque la sensación, creciente, cuando el reloj llegó a ese citado minuto 25 era que el Eibar era uno de los equipos más flojos táctica y técnicamente que se habían visto este año por La Romareda. Abusando de pase lateral y hacia atrás en cuanto los zaragocistas les apretaban en la salida desde su marco. Y, además, con un rosario de errores no forzados, de imprecisiones de máximo riesgo en el momento en el que llegaba la hora de dar el cuarto o el quinto pase al compañero. Se olía desde muy pronto que el Real Zaragoza iba a poder sacar tajada de estas máculas en cualquier instante.
En el minuto 5 ya robó una pelota así Bazdar, que asistió a Adu Ares para que este, tras quebrar a Comas, chutase mal sobre el cuerpo de Arbilla en el área; el rechace le cayó a Guti, solo, que disparó a placer fuera. En otra similar en el minuto 7, la cosa acabó en una falta en el lateral que lanzó Aketxe con tensión y Arriaga cabeceó para que detuviera bien Magunagoitia. ¿Por qué no insistió más el Real Zaragoza en esa fórmula presionante para aprovechar las dudas y fallos constantes de los guipuzcoanos? Esta es otra de las cuestiones que no tienen razonamiento consistente. Porque, en efecto, desde ese temprano minuto, los zaragocistas ya no supieron hallar rentas de este modo. Se amodorraron, entraron en un bucle de mimetismo con el Eibar y se contagiaron de sus impurezas con el balón.
Gabi había repetido once inicial respecto del triunfo de seis días antes ante el Mirandés. Confianza se llama eso ante una victoria tan necesaria y celebrada por todos ante los burgaleses. Y decidió poner de nuevo a Francho de lateral derecho, en la zaga, pese a tener a Luna, Calero, Tasende y hasta Nieto en el banquillo, todos los laterales del plantel. El fútbol es un canalla y guardó dos acciones seguidas para poner en evidencia las sombras de Francho en ese puesto postizo. Cristian Gutiérrez, el lateral zurdo del Eibar, salió dos veces de su posición en todo el primer periodo. Y provocó los dos goles a las espaldas de Francho, en sendos balones recibidos en largo desde la medular, al espacio, que acabaron en dos centros mortales para los zaragocistas.
En el primero cantó Poussin. Una de las suyas. Abordó el balón en la frontal del área chica, la dejó muerta incomprensiblemente y Bautista aceptó la donación para marcar de primeras a puerta vacía. Era el minuto 29 y, de la nada, el Eibar tomaba ventaja en su primer golpe. Cuando se esperaba una reacción de los zaragocistas, lo que sucedió fue lo inverso. Bautista repitió y anotó el 0-2 en otro centro de Cristian Gutiérrez, esta vez raso y hacia atrás, una vez rebasó con facilidad la posición de Francho, siempre mal asistido por su central, Vital. En el 32, la cuesta arriba era ya tremendísima. Superlativa. Mucho más cuando se comprobó que, de ahí al descanso, el Zaragoza no existió. Fue un mar de nervios. Un caos en las combinaciones. Con jugadores desaparecidos, muchos: Ares, Aketxe, Guti (mal día el suyo), Soberón, Bazdar… demasiados absentistas en una tarde tan exigente.
El primer tiempo acabó con el tercer chut del Eibar, de nuevo de Bautista, esta vez fuera desde la frontal del área, en una contra de Nolaskoain, quien junto a Sergio Álvarez, conformó todo el rato un doble pivote con enorme vocación defensiva en un diseño de Beñat San José, el técnico vasco, conservador sin rubor. Del Zaragoza no hubo noticias. El silencio en la grada fue, mitad respeto por lo que hay en juego, mitad reflejo del miedo y la impotencia que el equipo destiló desde el minuto 1.
Gabi movió tres piezas de golpe en el vestuario. Dejó en la ducha a Adu Ares, Aketxe y Clemente y metió a Pau Sans, Liso y Tasende. El segundo tiempo arrancó con ruido de acelerón zaragocista, como era menester. Sans fue el principal revulsivo por la banda derecha. Un par de llegadas incisivas, dos córneres, la petición de un penalti difícilmente pitable… pero nada de gol. Los nervios afloraron enseguida. La precipitación también. Cuando la soga aprieta estos síntomas se aprontan. Y en abril, suelen ser habituales en equipos en severos apuros como el Real Zaragoza. Así que el segundero empezó a coger velocidad, no de crucero, de avión.
Además de que al cuarto de hora de la reanudación bajó la efervescencia zaragocista en torno al área eibarresa, el cuadro armero replicó en el minuto 60 con una ocasión nítida para haber hecho el 0-3. Tras un ataque entre las pifias en cadena de la zaga aragonesa, Bautista asistió de tacón a Matheus Pereira que, solo, envió su zurdazo a placer por encima del larguero, por centímetros. Quedaba media hora, cada vez menos capacidad de maniobra para los de Gabi y, sobre todo, no se veía ni un punto de luz en el ritmo y método de juego de un Real Zaragoza en manifiesta regresión en esta tarde sabatina.
Arriaga, menos influyente que nunca en este partido, se marchó cojeando preocupantemente en el minuto 66 (antes había sido amonestado y su baja en el siguiente partido en Valencia era ya fija). Las noticias, lejos de ser las esperadas, buenas y en forma de al menos un gol que metiese al Zaragoza en el partido, seguían siendo un rosario de adversidades. En un tramo de fútbol insulso, de repente, el cuadro zaragocista tuvo ese tanto a su alcance. En el 68, Bazdar se quedó solo ante Magunagoitia, decidió no disparar él y asistir atrás a Soberón, pero lo hizo mal y el cántabro, tras rectificar el control, se topó con la espalda de Arbilla. Faltó confianza al serbio, muy lejos del ilusionante fichaje que se apreció al inicio de la liga.
En un repente, Jair, de nuevo Jair, encontró el pulsador de la emoción, de la esperanza, de la fe. En el minuto 72, un centro de Francho desde su banda, que cruzó toda el área eibarresa sin que nadie despejase, Jair asomó en el segundo palo en carrera, como un ‘9’ a la antigua usanza, para rematar con la zurda, en caída, el 1-2. El luso-caboverdiano se había ido arriba a su libre albedrío, a la desesperada. La Romareda despertó y rugió con sus máximos decibelios. Y el último cuarto de hora del envite se metió por la selva por la que debió haber entrado media hora antes, al menos. Apretando al máximo, dentro y fuera del campo, a un Eibar que llevaba infinitos minutos viviendo de rentas y sin sudar demasiado para lo que pedía la ocasión.
Dani Gómez ocupó el lugar del deslavazado Soberón en busca de la inspiración y la frescura final. Y los de Ipurúa, con su doble último cambio, se metieron atrás, en la cueva, con total convencimiento. Cerrojazo, con seis defensas en el área todo el tiempo. Hubo un par de acciones en las que rehusaron culminar un contragolpe y prefirieron jugar en retroceso. Ese fue el Eibar esta tarde de abril. Un rival que recibió su castigo divino en el minuto 93 para alegría y respiro de un zaragocismo que rozó la tragedia. Si Magunagoitia, portero eibarrés, el pasado domingo ocupó telediarios por anotar de cabeza un gol en el útimo segundo que le dio un punto a su equipo ante el Oviedo, esta vez le tocó recibirlo de igual modo.
En efecto, fue Gaetan Poussin quien logró el 2-2 milagroso en el minuto 93 a la salida de un córner botado por Moya. Un cabezazo propio de un ariete de tronío que le sirvió para compensar el yerro grave del 0-1 en esa misma portería. El Real Zaragoza, a la épica, tarde, mal, pero a tiempo, logró agarrar un punto por los pelos y arreglar mínimamente una tarde torcida, otra más, y van… Al final, el público soltó su adrenalina, se olvidó del contenido mayor del partido y se quedó con lo último, con los dos goles postreros en los últimos 18 minutos que diluyeron en buena medida una catástrofica derrota, que estuvo en un tris de suceder. Toca seguir peleando, tal vez hasta el último día.
Poussin quita y da
El portero francés se enmendó en el minuto 93′ de su tremendo error en el primer gol del Eibar y rescató un punto para el Real Zaragoza.
Gaëtan Poussin quita y da. El portero francés pasó de villano a héroe y se enmendó en el tiempo añadido de su tremendo error en el primer gol del Eibar, rescatando un punto para el Real Zaragoza en su desesperada carrera por la salvación. El empate final, después de un 0-2 que parecía definitivo, hizo explotar de entusiasmo a La Romareda, porque el equipo de Gabi no se rinde ni en las peores circunstancias, aunque puede acabar la jornada en posición de descenso, si el Eldense vence al Sporting. El Eibar, por su parte, encadena su octava semana sin perder, aunque vio como la victoria se le escapaba cuando ya contaba con ella.
Gabi repitió once, con Francho como falso lateral derecho con clara vocación ofensiva, mientras San José presentó una alineación con las novedades de Arnau Comas, Arbilla, Alkain y Bautista, su gran artillero y el hombre de la tarde hasta que Poussin se hizo perdonar con su gol del empate.
El Zaragoza se metió enseguida en faena y no tardó en avisar con una acción de Adu Ares, tras un robo a Sergio Álvarez, y con un cabezazo de Arriaga en el segundo palo, en una jugada de estrategia. Pero el Eibar, a base de posesiones largas sin arriesgar un pase, le bajó de revoluciones al partido y se entró en una larga fase de alternativas, sin que ninguno de los dos equipos lograra imponerse y con las únicas sacudidas que las acometidas impetuosas de Francho por su banda.
Y así hasta que a la media hora, Poussin, en uno de sus errores tremendos, dejó muerto un centro al área de Cristian y Bautista, el cazagoles armero, se adelantó a Jair para abrir el marcador en la primera ocasión de los visitantes. Apenas tres minutos después, otro envío del lateral Cristian desde la izquierda, cogió al Zaragoza desajustado y lo remató a la red Bautista, acabando de encarrilar el encuentro para el Eibar y dejando en silencio a La Romareda.
El 0-2 dejó grogui al Zaragoza, que, repleto de nervios, llegó al descanso sin inquietar lo más mínimo a su rival.
En la segunda parte, Gabi metió un triple cambio de salida, dando entrada a Tasende, Liso y Pau Sans por Clemente, Ares y Aketxe, en un intento desesperado por agitar a su equipo, pero todo quedó en un fogonazo y el Eibar desactivó otra vez la iniciativa del Zaragoza. Pero en el fútbol todo cambia en un instante y a veinte minutos del final, Jair, otra vez él, recortó distancias al rematar en el segundo palo con toda la fe del mundo un centro de Francho. El gol resucitó al equipo aragonés y encendió a La Romareda, que vivió otro momento de éxtasis cuando Poussin cabeceó como un mísil un córner botado por Toni Moya, salvando un punto que puede ser oro en esta lucha sin cuartel junto al Eldense, el Sporting y el Málaga por salvar la categoría.
Poussin lo hizo todo, quitó y dio, y ya forma parte de la terna de porteros que han marcado un gol en la historia del Real Zaragoza, junto a Chilavert y Cristian Álvarez.
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