jueves, 7 de agosto de 2025

PRETEMPORADA 2025/26 4º AMISTOSO (6.8.2025)

 

PRETEMPORADA 2025/26 4º AMISTOSO (6.8.2025)

 NASTIC TARRAGONA 1-2 REAL ZARAGOZA

0-1, min. 21: Soberón

 1-1, min. 38: Baselga

1-2, min. 70: Pau Sans

Ficha Técnica

Gimnástic Tarragona: Rebollo (Fuidias, 46); Santos (Oriol, 46), Alba (Camus, 46), Mángel (Kaptoum, 46), Pujol (Morgado, 46), Juncá (Nil, 46); Montalvo (Fernando, 46), Pau Martínez (Airán, 46); Juanda (Danilo, 62); Jiménez (Jardí, 46) y Baselga (Cedric, 46).

Real Zaragoza: Poussin; Juan Sebastián (Calero, 68), Tachi (Borge, 18), Saidu (Carrillo, 51), Tasende (Pomares, 46); Francho (Pinilla, 78), Guti (Moya, 46); Aketxe (P. Sans, 46), Moyano (Cuenca, 68); Bazdar (Bakis, 46) y Soberón (Dani Gómez, 46).

Árbitro: Romero Freixas (Comité Catalán). Amonestó a Alba (12), Oriol (66) y Cuenca (74).

Goles: 0-1, min. 21: Soberón. 1-1, min. 38: Baselga. 1-2, min. 70: Pau Sans.

Otra victoria del Real Zaragoza, 1-2 en Tarragona, entre un mar de dudas

Soberón, ayudado por el portero Rebollo, adelantó a los aragoneses. Empató el exzaragocista Baselga y, tras el descanso, Pau Sans decantó el triunfo en un ataque aislado. El fútbol de los de Gabi no alcanzó el aprobado y demostró enormes carencias de todo tipo.

El grado de provisionalidad e incertidumbre sigue abierto en el actual Real Zaragoza, cuando solo restan 10 días para el inicio de la liga en San Sebastián. Ante el Nástic, este miércoles, ganaron pero no convencieron. No hay manera de aferrarse a mejorías, a detalles que hagan pensar que en competición oficial este equipo puede estar a la altura que la Segunda División requiere. Venció 1-2 al rival de turno, de Primera RFEF, pero a base de golpes de suerte y de no tener en frente a un adversario que exigiera.

El partido empezó bien para los zaragocistas. Salieron mandones los de Gabi, con un Nástic metido muy atrás con su 5-3-2 como dibujo táctico. De ese dominio claro y constante surgieron tres ocasiones claras de gol. La primera, en el minuto 3, la acabó Moyano en el área con un remate raso que dio en el central Alba y fue a córner a tres centímetros del poste izquierdo. De ese saque de esquina llegó en el 4 la segunda opción para adelantarse en el marcador, con un zurdazo de su sello de Aketxe desde el lateral del área que sacó el exzaragocista Rebollo a una mano cuando iba dentro con potencia. Y en el 21 Soberón fructificó la superioridad con el 0-1, en un centro-chut con fuerza que Rebollo, en vez de sacarlo hacia fuera, lo golpeó a con la manopla derecha hacia dentro, tras dar en el poste lejano. Un gol afortunado que hizo justicia a lo visto hasta entonces.

Pero hasta ahí le duró la cuerda a los zaragocistas. Antes, el central Tachi se había ido lesionado, consecuencia de un error grueso suyo en el minuto 15 al despejar mal, dándole al aire siendo el último hombre de la zaga, error que no aprovechó Jiménez para los locales (no se lo esperaba). El nuevo zaguero se hizo daño y pidió el cambio, entrando Borge en el 18. Un contratiempo, otro, en una línea que está en mantillas a 10 días de la liga, pues Radovanovic no estuvo en Tarragona por el esguince de tobillo que sufrió en Tarazona el sábado anterior. No hay más centrales y el joven Saidu volvió a alinearse ahí de modo postizo, con otro error serio poco después, al despejar hacia atrás de modo extraño, acción en la que también se dolió del gesto forzado.

El Nástic apareció. Por la banda de Tasende, el carrilero Santos y Jiménez generaron media docena de centros peligrosos ante un poco seguro Poussin, que en una acción rara (la del despeje errado de Saidu) se salió del área con la pelota en las manos. La falta directa la lanzó el citado Jiménez, con buena respuesta del francés abajo. Pero el rechace le cayó a placer a Montalvo que, afortunadamente para los zaragocistas, remató alto con todo a favor. Era el minuto 25 y las tornas estaban cambiando.

Hubo varias jugadas embarulladas en el área blanquilla y el ataque zaragocista desapareció por completo. El equipo abusó de pelotazos muy largos en busca de la velocidad de Bazdar, Soberón o Moyano, que demostraron que no están con la puesta a punto correcta en velocidad o… simplemente no la tienen como es preciso para jugar así, sobre todo el bosnio. Corrió más que tocó el balón. De ese control del Nástic llegó el 1-1. Y, claro, no hay peor cuña que la de la misma madera. El adagio volvió a cumplirse, la maldición del ex. Un centro al segundo palo de Santos, tras superar a Tasende, lo cabeceó Baselga y batió por alto a Poussin, mal en la reacción y en la posición en esa jugada concreta. El empate hacía justicia a la reacción tarraconense.

De ahí al descanso, con la pausa de hidratación como frontera para romperlo todo, pasó poco en el césped. Solo al final, en el minuto 42, Moyano agarró la única contra potable de la primera mitad, quebró en el área a su par y remató durísimo, raso, encontrándose con una buena mano tensa de Rebollo que evitó el gol. Fue un primer tiempo de poco fútbol, de más intenciones que hechos por parte zaragozana. Aketxe, muy participativo, fue el que más balones llevó arriba. Pero nadie más le secundó en el afán de fabricación de ataques potables. Francho y Guti estuvieron apagados en la sala de máquinas, más acertados al corte (sobre todo Guti) que en la arquitectura. Atrás, la defensa dio siempre la sensación de debilidad, de flojera, de inseguridad. Mal asunto, viniendo de donde se viene.

El segundo tiempo fue otro espacio totalmente diferente. El Nástic cambió a 10 de tacada, todos menos el medio centro Juanda. Y el Real Zaragoza aportó cinco cambios, con la entrada de Sans, Bakis, Dani Gómez, Moya y el debut de Pomares. Enseguida, sustitución curiosa y sospechosa, se fue Saidu (que debió probar tras la reanudación, sin buenas sensaciones de las molestias del primer tiempo) y entró Carrillo. Los primeros minutos, con este batiburrillo de modificaciones, fueron un ir y venir sin dueño, sin rigor en ningún equipo. La tendencia a la nada la rompió el atacante local Jardí al lanzar una falta en la corona del área en el 56 que se estrelló con fuerza en el larguero, con Poussin batido. Tuvo fortuna ahí el cuadro aragonés. La gente de Tarragona cantó gol, erróneamente para su pesar.

Le costó arrancar al remozado Real Zaragoza. Se pasó el primer cuarto de hora sin pisar el área de Fuidias (que fue el portero del Cartagena el día del 3-2 milagroso en la liga reciente). Literal. No ligó una sola jugada el cuadro blanquillo. Y ello conllevó la presión arriba del Nástic, mucho más enchufado y persistente en su fútbol. Un error de Borge, nervioso, patrocinó una incursión de Cedric solo hacia puerta, pero el punta nigeriano se durmió y el mal fue menor, se disolvió, para alivio del zaguero canterano.

Moya no se hizo con el timón. Arriba, Bakis y Gómez eran dos islotes. Moyano, que continuaba del primer tiempo, desapareció de repente. Los laterales, Juan Sebastián (gris) y Pomares, no dieron profundidad. El debutante sí hizo un centro muy largo en un intento de contra, pero sin sustancia final. Se alcanzó el ecuador del segundo periodo y del Real Zaragoza no había noticias. El juego pareció endurecerse ante alguna entrada dura de los locales y la sensación de inferioridad de los zaragocistas. Calero y Cuenca ampliaron la savia nueva a falta de 22 minutos. Y entre los dos, singularmente, gestaron el inesperado 1-2.

Calero provocó un córner en el 69 en su primera incursión. Lo sacó en corto Moya sobre Cuenca, cuyo centro al corazón del área lo cabeceó picado Pau Sans para superar a Fuidias y dar ventaja al Real Zaragoza de entre la nada más absoluta. Tiene el santo de cara el equipo. Y eso no es mala cosa, si sigue esta inercia en la competición oficial dentro de 10 días. Ya sucedió algo similar en Tarazona el sábado pasado. Por cierto, Sans siempre parece el único delantero del que se puede esperar cualquier inspiración súbita que arregle los problemas. Los demás (lo de Bakis es caso aparte) son más que previsibles.

El gol repentino del Real Zaragoza sentó como una puntilla al Nástic, que pareció bajar los brazos. Perdió su fuelle, su ilusión por ganar. Y la pausa para beber ayudó a los de Gabi a amainar los arrestos de casta de los locales. En el parón, Gabi metió al joven Pinilla por Francho, cuando solo restaban 12 minutos. En el 80, Airan concluyó de cabeza mal, flojo, un ataque grana favorecido otra vez por la blandura defensiva zaragocista. Blandos unos, tiernos los otros.

Se llegó a la recta final del duelo con un fútbol de bajísimo nivel. El Real Zaragoza no volvió a originar peligro en el área del Nástic tras el 1-2. Y los catalanes inquietaron entre poco y nada a un Poussin que pasó la segunda parte inadvertido, plácidamente. Los de Gabi Fernández se atrincheraron atrás varios minutos dejando correr el reloj. Como si estuvieran ensayando también para la liga en caso de victoria a favor. Eso de aprender a guardar un triunfo. Y lo lograron sin esfuerzos añadidos. Consumaron la cuarta victoria de cuatro amistosos de escaso potencial. Sin brillos, con un montón de dudas a ojos de cualquier observador. Falta mucho por venir, bastante por salir y demasiado por mejorar entre los que continúan. Esa es la moraleja de este nuevo bolo estival.

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