domingo, 21 de septiembre de 2025

LIGA 2ªDiv. 2025/26 JORNADA Nº6 (21.8.2025)

LIGA 2ªDiv. 2025/26 JORNADA Nº6 (21.8.2025)

PARTIDO OFICIAL Nº 3704

 CEUTA 1-0 REAL ZARAGOZA          

1-0, min. 66: Marcos Fernández

Ficha Técnica

AD Ceuta: Vallejo; Almenara (Caparrós, 85), Carlos Hernández, Diego González, Matos; Youness (Bodiger, 68), Rubén Díez Jamelli, Zalazar (Anuar, 68); Aisar (Cristian Rodríguez, 77), Marcos Fernández y Kialy Koné (Salvi, 85).

Real Zaragoza: Adrián Rodríguez; Juan Sebastián (Francho, 46), Saidu, Radovanovic, Tasende; Paul Akouokou, Keidi Bare (Moya, 77); Paulino (Valery, 72), Moyano; Kenan Kodro (P. Sans, 65) y Dani Gómez (Bazdar, 65).

Árbitro: Ojaos Valera (Comité Murciano). Amonestó a Marcos Fernández (6), Juan Sebastián (12), Zalazar (23), Carlos Hernández (29), Youness (35), Paulino (36) y Kialy Koné (48).

Gol: 1-0, min. 66: Marcos Fernández.

Ceuta 1-0 Real Zaragoza

53.7 % Posesión 46.3 %
3 remates dentro 3
1 disparos bloqueados 3
3 remates fuera 6
12 disparos recibidos 7
5 tarjetas amarillas 2
0 tarjetas rojas 0
10 faltas recibidas 18
18 faltas cometidas 10
143 perdidas de posesión 130
39 recuperaciones de posesión 52
2 fueras de juego 4
xxxxxx

 El Real Zaragoza se hunde en el Estrecho de Gibraltar y cae 1-0 ante el Ceuta

Gabi no logra mejorar ni un ápice el fútbol y las famosas sensaciones de su equipo y vuelve a capotar de mala manera ante un rival recién ascendido y novato. Un gol mediada la segunda parte fue suficiente para tumbar al peor Zaragoza en lustros, que da muestras de catástrofe.

Seis jornadas y el Real Zaragoza continúa sin ganar un solo partido. Tres puntos de 18 es su brutal, por negativo, balance. Hundido en la clasificación. Con pintas de muerte súbita si alguien no hace algo con celeridad. Sus constantes vitales, se empeñe Agamenón o su porquero, son próximas al colapso. Sin gol, sin fútbol, sin rasmia. Nada de nada.

La crónica de este partido pide empezar por los asuntos mayores. Eso de las sensaciones que tanto se está ponderando en positivo como subterfugio ante los malos resultados desde el flanco del entrenador, de algunos jugadores, cuando muchos observadores no las ven de tal manera. En Ceuta, la apreciación global del inicio del partido, de la primera mitad, fue igual de plana, de floja, de amorfa que el resto de los días en las filas zaragocistas. El equipo no le cunde a Gabi. No hay manera de ver brillos por ningún sitio, ni en la generación de fútbol en la línea medular, ni en la arquitectura de ocasiones de gol en el área rival, lugar que se pisa poco y mal.

En el pequeño y precario Alfonso Murube ceutí, el paupérrimo Real Zaragoza (sí, pobre en exceso) no existió prácticamente en nada de lo mollar en un partido de fútbol durante los primeros 28 minutos. Solo se dedicó a defender atrás, las acometidas del extremo zurdo Koné, que volvió loco al amonestado Juan Sebastián, las paredes del aragonés Rubén Díez Jamelli, de Zalazar, del ariete Marcos Fernández, del otro extremo Aisar… los norteafricanos dominaron de cabo a rabo el gobierno de la pelota en ese tramo. Y perdonaron hasta tres ocasiones claras, una de ellas doble y cristalina.

Fue en el minuto 15, al rematar el lateral Almenara, a bocajarro, con el portero zaragocista tumbado en el suelo, al larguero. Se cantó el gol, pero erró el jugador local tras haber rechazado Adrián Rodríguez como pudo un remate previo de Marcos Fernández tras un pase de la muerte de Díez, que ya pudo haber acabado en la red perfectamente. De esta acción se salió del sopor inicial, con demasiado respeto entre unos y otros en ese tanteo propio de la zona baja de la Segunda División. Un pestiño.

Ahí despertaron los caballas y poco después, en el 19, el exzaragocista Carlos Hernández, central incorporado al juego parado siempre, no llegó por centímetros a rematar solo en el segundo palo un córner botado sobre el portal de Adrián. Le faltó una puntera para haber empujado a placer el 1-0. Y en el 26, el mejor del equipo blanquinegro, Koné, se fue en velocidad de Juan Sebastián, chutó en el área duro por alto y Adrián Rodríguez salvó el gol junto al poste, apuradamente, echando el balón a saque de esquina.

Hasta ahí, los dos puntas zaragocistas, de nuevo Dani Gómez y Kenan Kodro, eran dos adornos sin sustancia. Y los extremos, Paulino y Moyano, dos herramientas sin utilidad para nada. Y los dos medios centro, Paul Akouokou y otra vez Keidi Bare (de titular esta vez), un par de piezas sin aprovechamiento en funciones creativas. Solo un pase de 40 metros del ex del Lyon que Paulino desaprovechó muy al principio en la banda, cabe señalarse como excepción. O sea, nada. Y los laterales, Sebastián y el recuperado Tasende, bastante hicieron con taponar con sufrimiento sus espaldas. Hacia arriba, poquísimo.

El minuto 28 se cita como frontera de algo porque ahí tuvo lugar la primera llegada al área rival con algo de criterio del Zaragoza. Dani Gómez recibió de Moyano, regateó en carrera a Youness, que lo derribó. El árbitro debutante Ojaos Valera, murciano, señaló penalti para alegría zaragocista. Pero alguien le asesoró por el pinganillo y en segundos se rectificó a sí mismo y sacó el balón fuera del área. Parece que acertó. Y el gozo se quedó en un pozo para los aragoneses. Tras la pausa de hidratación (calorazo a las 14.00 en el Estrecho de Gibraltar), se lanzó ese golpe franco por parte de Moyano, alto, en una rosca que no cogió puerta, ya en el 34.

Se llegó al tiempo de descanso con el Ceuta cansado de combinar sin éxito final, con el Zaragoza a gusto en su pose puramente defensiva sujetando el 0-0 como botín de base en las tesis de Gabi a la espera de que suene la flauta. Esto empieza a asumirse como método principal. Como los pelotazos del central Saidu desde atrás del todo en busca de Dani Gómez y Kodro, al más puro estilo del rugby, del fútbol inglés de los 70 o los equipos con pocos recursos de categorías menores. En ese bajón evidente de los locales, Keidi Bare probó un disparo desde fuera del área, horrible, en el 45. Y en la réplica, el Ceuta amagó otra vez en un centro de Koné que se comió por alto Adrián y Radovanovic, de vuelta y firme por arriba, arregló de cabeza para evitar con un córner el posible gol de Marcos.

Lo mejor en el intermedio, como tantas otras veces, era el 0-0 más aburrido del mundo. Y en ese tiempo de oxigenación, Gabi solo cambió de lateral diestro, dejando en la ducha a Juan Sebastián, con amarilla y en riesgo claro con Koné. Puso a Francho de nuevo en postizo. En frente, los de José Juan Romero (técnico ceutí, en la grada por estar expulsado), siguieron a lo mismo, sin modificaciones.

En los primeros trasteos, tras pedir el Ceuta un penalti que no fue en el área aragonesa, fue el Real Zaragoza el que anduvo cerca del 0-1. Lo tuvo Moyano en su pie derecho, tras llevarse el balón con fortuna en un intento de regate en el área. Se quedó solo mano a mano ante Vallejo y su tiro raso lo sacó el guardameta local con un paradón abajo en el minuto 54. No se pueden errar acciones así en este tipo de partidos tan cerrados, tan al límite en todo. Esta jugada y el resto de idas y vueltas dejaron la percepción general de que el equipo zaragocista estaba mejor que en la primera parte, aunque solo fuese porque el Ceuta se mostraba más torpe y obcecado con el balón en sus pies. Eso sí, Dani Gómez y Kodro eran dos comandos autónomos en solitario, soltados ahí en punta a suerte o verdad. Fútbol ligado, el Real Zaragoza no lo conoce en el 99 por ciento de los partidos.

A falta de 25 minutos, Gabi retiró de golpe a esos dos delanteros naufragados, cansados y abatidos por trabajar para nada en todo el tiempo de juego. Pau Sans y Bazdar relevaron a Gómez y Kodro. Y, por esas cosas del fútbol, en apenas 30 segundos, en el 66, el efecto fue el contrario al que soñó Gabi con su movimiento. El que marcó fue el Ceuta, justo cuando más aletargado parecía. Un error en el cierre de Saidu llevó a un rebote en el cuerpo de Matos que acabó convirtiéndose en asistencia a Marcos Fernández. El ‘9’ cedido por el Espanyol enganchó un derechazo raso que sorprendió a Adrián. El 1-0 volvía a dejar arruinado el plan de Gabi de alargar los partidos sin goles a ver qué pasa. Quedaban 24 minutos y todo lo apostado hasta ese hito ya no servía para nada. Tocaba reaccionar desde la miseria.

Valery entró al poco por un inexistente Paulino, que lleva extraviado un mes desde el espejismo de su presentación en pretemporada. Todo aprisa y corriendo. A la desesperada un día más. A ver si sale con barba y es San Antón, o, si no, será la Purísima Concepción. Este es el fútbol del Real Zaragoza de Gabi. Improvisación con unos fundamentos raquíticos. Así va a ser un milagro ganar algún partido. Moya relevó al nulo Keidi Bare en la pausa para beber, en el 77. Todo lo anterior, arrugado y a la papelera. Y nueva propuesta contra el reloj. A este Zaragoza las sustituciones no lo reviven nunca, por cierto. Algo digno de estudio.

En la recta final, Sans tuvo una buena oportunidad en un balón muerto en el área en el 82, pero se cruzó Carlos Hernández atinadamente. Tasende amagó en la siguiente, sin dar, claro. En verdad, el Ceuta no sufrió apenas. Porque este Real Zaragoza no hace sufrir a nadie. No tiene personalidad ni carácter. Es un ente abstracto. Ni el arreón final, en el aumento de 5 minutos, hizo cosquillas a un justito Ceuta. Esa es otra: el Zaragoza está perdiendo, no está ganando, contra rivales del pelotón de la zona baja mayormente. Lo peor parece estar por llegar. Santa Paciencia, patrona de advocación en los despachos de la SAD en las últimas semanas, apenas tiene adeptos a estas alturas. Los patronazgos suelen venir de tradición, de solera generacional. No se crean de la noche a la mañana

 

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