LIGA 2ªDiv. 2025/26 JORNADA Nº8 (5.10.2025)
PARTIDO OFICIAL Nº 3706
REAL ZARAGOZA 0-1 CORDOBA CF
0-1, min. 68: Saidu
Ficha Técnica
Real Zaragoza: Andrada; Francho, Insua, Tachi, Tasende (Soberón, 79); Paul Akouokou; Moyano (P. Sans, 57), Guti, Saidu (Bazdar, 69), Cuenca (Valery, 57); y Dani Gómez (K. Kodro, 69).
Córdoba CF: Iker Álvarez; Carlos Isaac, Fomeyem, Rubén Alves, Vilarrasa (Marcelo, 55); Isma Ruiz, Requena; Dalisson (Del Moral, 81), Jacobo, Kevin Medina (Bri, 75); y Fuentes (Guardiola, 75).
Árbitro: Sánchez López (Comité Murciano). Expulsó a Paul Akouokou por doble amarilla (29 y 88). Amonestó a Tachi (3), Rubén Alves (11), Vilarrasa (12), Dani Gómez (24), Marcelo (59), Guardiola (83), Andrada (89), Requena (91) y Guti (95).
Goles: 0-1, min. 68: Saidu, en propia puerta.
Real Zaragoza 0-1 Cordoba CF
52 % Posesión 48 %
4 remates dentro 2
1 disparos bloqueados 5
5 remates fuera 4
12 disparos recibidos 10
4 tarjetas amarillas 5
1 tarjetas rojas 0
16 faltas recibidas 11
12 faltas cometidas 18
136 perdidas de posesión 120
40 recuperaciones de posesión 34
4 fueras de juego 1
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El Real Zaragoza huele a azufre: derrota 0-1 ante el Córdoba y síntomas de lo peor
Un gol en propia puerta de Francho a falta de 22 minutos hace capotar al equipo que dirige erráticamente Gabi, que cae al puesto de colista. Los zaragocistas siguen sin ganar en el Ibercaja Estadio y solo han anotado 4 goles en 8 partidos.
Catástrofe en ciernes. Se ve venir desde agosto y octubre lo revalida. El Real Zaragoza acumuló otra derrota, esta vez en casa nuevamente, ante un ordenado Córdoba por 0-1, y su situación es ya de extrema gravedad si se tiene en cuenta el momento de liga que transcurre, camino del ecuador de la primera vuelta. Gabi Fernández, el entrenador blanquillo, da muestras una vez más de una escasa cintura para gobernar los partidos y rectificar los errores según avanza el reloj.
Es evidente que el equipo zaragocista evoluciona poco, en todo caso, extremadamente lento. Porque su fútbol, camino de los dos meses de competición ya, se parece mucho al básico que mostró en el improvisado comienzo de liga en agosto. El mecanismo de Gabi es uno. Con pocas holguras para que quepan muchos matices diferentes del nuclear, que es que sucedan pocas cosas y todo se resuelva en un momento de inspiración o en un error del otro. El técnico zaragocista propone que haya poco juego, no importa que se sucedan las faltas (si el rival, como el Córdoba este domingo, colabora, miel sobre hojuelas), que el balón corra largo, se centre mucho sobre el área y se encuentre una melé, un lío, del que sacar provecho. Esta es la sinopsis de todo lo que sucedió en una primera parte de 0-0 casi inevitable. Un tostón de fútbol primitivo en la mayor parte del tiempo.
Repitió once Gabi, pese a su enésimo regate a la verdad en la rueda de prensa previa. Solo entró Tasende por el lesionado horas antes Pomares. Apostó, con sentido, por los que ganaron 0-1 y estrenaron el casillero de las victorias ante el Mirandés en la anterior jornada. Pero el Córdoba fue más rocoso que los burgaleses el otro día. Menos alegre de lo que se esperaba, pero firme atrás, fuerte en el medio y con una carencia de calidad en ataque que hizo vivir medianamente cómodos a los zaragocistas casi todo el primer periodo.
Los aragoneses pecan de previsibles. Su grado de creatividad, un día más, fue cercano a nulo. El medio campo, con Paul Akouokou como ancla en un 4-1-4-1, con Guti y Saidu por delante de él a modo de trivote con los extremos de apéncide entre líneas, Moyano y Cuenca, no destaca por su imaginación. Ni por su desborde. Gabi no lo necesita y no lo prodiga. Balones largos arriba a Dani Gómez, diagonales de longitud en busca de las espaldas de los laterales rivales, pero sin hallar a los antes citados Moyano y Cuenca con inspiración ni descaro al encarar. Total, que el espectáculo fue otra vez de bajo rango.
Si a todo esto se añade que el viento es un enemigo en este abierto Ibercaja Estadio y que este domingo ya asomó con fuerza (moderada todavía), fueron muchas las jugadas que se vieron mediatizadas por este meteoro al que habrá que incluir en la estrategia a partir de ya mismo. Como en los campos de Regional. En Zaragoza, esto es inevitable. Y se sabía desde el anteproyecto.
Antes del descanso Cuenca, por dos veces, erró las ocasiones más potables para haber adelantado a los blanquillos en el tanteador. En el minuto 9, en el segundo palo tras un follón de rechaces y marros en el punto de penalti, remató alto a placer. Y en el 39 tuvo otra opción gemela, tras un fallo por alto de un central en un saque largo de banda que le regaló una asistencia preciosa. Controló mal y chutó otra vez por encima del travesaño. El mismo canterano firmó otra jugada que, bien resuelta, pudo ser rentable: en el 18, tras un pase malo de Dani Gómez en una contra alborotada, acabó forzadísimo en carrera enviando la pelota al cuerpo de Iker Álvarez.
Del Córdoba, poco que decir. Amarrado atrás, hormigón armado en las marcas, la revolución que planteó en punta Iván Ania no le salió nada bien. Jacobo tiró dos faltas con intención (minutos 4 y 42) pero sin encontrar los tres palos y nada más. Andrada, que debutaba, casi ni se manchó la ropa. Así que, tras unos 45 minutos iniciales cargados de mediocridad generalizada, con 6 tarjetas amarillas, protestas por doquier y nada de plasticidad en ninguno de los participantes, el intermedio hizo de muga hacia lo que ambos técnicos decidieran variar para mutar esta bazofia en algo con buen gusto y mejor paladar.
Debían estar satisfechos Gabi y Ania, no obstante, con lo visto. O al menos no vieron algo mejor en sus banquillos, pues no utilizaron la ventana gratuita de las sustituciones del descanso. Empezaron el segundo tiempo los mismos. En la primera jugada de la reanudación, Vilarrasa, lateral zurdo cordobés (ex Huesca) se comió un pase largo a su flanco fruto del vendaval, Cuenca entró hasta la línea de fondo y su centro lo tocó Rubén Alvés para casi hacerse un gol en propia puerta. Le faltó al Zaragoza el canto de un euro para encontrarse a las primeras de cambio con el tesoro de un gol. Porque marcar un gol jugando así es orfebrería mezclada con el gordo de la lotería nacional.
En el minuto 52, el protestado árbitro murciano Sánchez López, perjudicó al Real Zaragoza al perdonar la expulsión al citado Vilarrasa, amonestado en el minuto 12 de partido y que cortó con la mano un desborde de Cuenca, que lo superó en diversas jugadas puntuales hasta convertirse, el zaragocista, en el más vistoso del equipo. Enseguida, Iván Ania lo retiró del campo, ante la bronca del público y la estupefacción del banquillo local. En días con partidos tan cerrados, este tipo de decisiones pueden ser claves. Y el juez estuvo errado en este importante caso.
Llegando a la hora de juego, Gabi movió sus primeras fichas en la caja del banquillo. Metió a Valery y Sans para refrescar las bandas del ataque, pero se llevó por delante a Cuenca. Esto, salvo que el canterano estuviera fundido físicamente, no se entendió tácticamente. En ese punto del duelo, el Córdoba despertó y gestó dos ocasiones consecutivas que llevaron el susto al cuerpo de los aragoneses. En la primera, en el minuto 60, Tachi estuvo en un tris de marcarse un gol de cabeza en propia puerta a centro de Kevin Medina. Salió a córner el balón como pudo haberse ido a la red. Y a la salida del saque de esquina, el centro-chut de Dalisson, raso y venenoso, lo tuvo que sacar Andrada con el pie estirado cuando se iba a gol después de que nadie cerrase la acción de estrategia.
Avanzaba el segundo acto, se acercaba el final del choque, y el Real Zaragoza no encontró en ningún momento un patrón para atacar al Córdoba y achuchar su portería. El equipo de Gabi es plano en demasía. Un grupo heterogéneo sin pies ni revés. Y si, como felizmente sucedió en Vitoria ante el Mirandés, el milagro del gol no llega pronto y antes que el del rival, las probabilidades de éxito son imposibles. El Córdoba ya había visto la debilidad del Zaragoza por alto en el balón parado un rato antes e insistió en un córner en el minuto 68. Lo sacó cerrado Kevin Medina, Francho metió la cabeza en el primer poste ante la duda de Andrada sobre si ir o no a acometer el balón y éste se fue adentro por el palo lejano. Aun trató de sacarlo Saidu, pero ya había rebasado la línea. Era el 0-1 y se empezó a mascar la tragedia.
Cuando se juega al 0-0 y a ver si cae un gol (Txema Indias dixit en su presentación como director deportivo en julio, al hablar de su ideal de fútbol), conviene siempre que sea de tu lado. Si es del otro, pasa como en San Sebastián, en Ceuta, esta vez con el Córdoba… que palmas sin remedio y, además, quedas retratado por tu propuesta fea de ver, difícil de digerir y fácil de criticar, mal que te pese.
Se encaró el último cuarto de hora con el ánimo resquebrajado, tanto en el césped como en la grada, demasiado fría de por sí en este escenario tan nuevo como gafado. Bazdar y Kodro relevaron a Saidu y Gómez para hacer un dibujo más ofensivo a la desesperada, con dos puntas y tres mediapuntas. Poco después, aún entró Soberón en vez del defensa Tasende y así Gabi acumuló delanteros como si fuera una manifestación. Sabido es que el fútbol de ataque no consiste en poner muchos nueves arriba. Se trata de crear, de generar, de tener ideas, básicamente en la media, en el corazón del equipo. Y de eso, Gabi no maneja nada.
Por supuesto, de reacción postrera, de casta y rasmia para encerrar al rival en su área, nada de nada. Este equipo tampoco tiene eso. Entre lo gélido del escenario y la falta de sangre para extraer ese último arreón que casi todos tienen cuando han de buscar la heroica en casa, encajar un gol como este suele ser ya sinónimo de abatimiento. Mal asunto. Esta vez, además, el pésimo arbitraje de Sánchez López, con decisiones insólitas en aplicación de faltas y tarjetas, acabó con la expulsión de Paul Akouokou, apagado toda la tarde y, después, de un histérico Gabi, que protestó todo como cada día, en esta ocasión con mucha razón las más de las veces. Pero el partido se gana en la hierba, no en la banda.
Un autogol y su ineficacia condenan al Zaragoza ante el Córdoba
Partido desgraciado del equipo aragonés, que, en un día de fortísimo cierzo, perdonó a su rival en la primera parte. Akouokou y Gabi acabaron expulsados, mientras el árbitro había indultado antes a Vilarrasa.
Un gol en propia puerta de Francho decidió una nueva derrota del Real Zaragoza en su estadio y le dio al Córdoba su primer triunfo a domicilio del campeonato. El equipo de Gabi -esta vez sí- tuvo ocasiones sobradas para haber decidido el partido entre la primera parte y el inicio de la segunda, pero su ineficacia, su mayúscula falta de resolución ante la portería rival, le condenó por completo en un partido condicionado de principio a fin por el clásico cierzo otoñal de la capital aragonesa.
El resultado aleja al Córdoba del peligro y ancla al Zaragoza, penúltimo, en la zona de descenso, con sólo seis puntos en ocho jornadas. Todo se torció: Akouokou y Gabi acabaron expulsados, mientras el árbitro, un puro despropósito, le perdonó una segunda amarilla a Villarrasa.
Tasende por el lesionado Pomares fue la única novedad en el once del Zaragoza, mientras Ania introdujo cuatro cambios en la alineación del Córdoba, dando entrada a Requena, Jacobo, Dalisson y Fuentes por teóricos intocables como Pedro Ortiz Carracedo o Sergi Guardiola, además de ordenar a su equipo en un 4-2-3-1.
Vaya por delante que sopló el cierzo de lo lindo, lo que en el Ibercaja Estadio supone especialmente un factor incontrolable, capaz de condicionarlo casi todo en un partido de fútbol. Y de convertir cualquier despeje, por efecto de un caprichoso remolino, en una tómbola atropellada. En un pequeño caos.
El Córdoba, con su presión alta y su espíritu agresivo, salió mandón, pero el Zaragoza se metió enseguida en faena y, aun con el ventarrón en contra, encadenó en los veinte primeros minutos hasta tres ocasiones clarísimas de gol, dos de Cuenca, que perdonó lo imperdonable ante el portero, y otra de Dani Gómez, al peinar con mucha intención una falta lateral servida por Tasende.
Oportunidades inmejorables, de las que no abundan. Entre medias, el Córdoba respondió con un disparo de Jacobo que tapó Tachi en el área pequeña, pero, pese al equilibrio de fuerzas, lo cierto es que el Zaragoza pudo irse al descanso con el encuentro más que encaminado.
En el primer periodo no hubo goles, pero sí tarjetas a granel. Nada menos que seis, incluida una para Gabi, porque el murciano Sánchez López tuvo el gatillo fácil y puso el listón demasiado alto cuando le convino.
La segunda parte se inició con otra gran ocasión del Zaragoza, desaprovechada por Sebas Moyano y surgida de un pelotazo de Insua acelerado por el cierzo, que se ‘comió’ Vilarrasa, al que el árbitro, en una decisión incomprensible, le perdonaría después la segunda amarilla antes de que fuera rápidamente sustituido por Ania.
En medio de un pleito trabado, jugado en apenas treinta metros y con imprecisiones constantes en ambos equipos, el balón parado hizo de las suyas en beneficio del Córdoba y un córner muy cerrado de Dalisson lo acabó peinando hacia atrás a su propia portería Francho en una acción muy desgraciada, que lo cambió todo.
A la desesperada, Gabi buscó el empate con las salidas de Bazdar, Kenan Kodro y Soberón, pero el Zaragoza no supo encontrar ya el peligro
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